Karin Kloosterman
De Israel21c
En los países occidentales ricos las fuentes de energías renovables son una fuente de progreso, de orgullo nacional y de negocios. Para Israel y Jordania, dos países del Medio Oriente con severa escasez de agua, y de fuentes de energía, la energía renovable es cuestión de supervivencia.
Es por eso que ha habido una nueva visita verde a la Fundación Trilateral de Desarrollo Industrial (TRIDE en su sigla inglesa), fundada en 1996 como proyecto piloto bajo el ala de la Fundación BIRD –la Fundación Binacional Israel-EEUU para Investigación y Desarrollo Industrial- para crear joint ventures entre compañías jordanas, israelíes y estadounidenses.
El proyecto más reciente apoyará a compañías que trabajan en las áreas de agua, agricultura y energías renovables de las dos naciones vecinas, que tienen un tratado de paz pero interacciones muy limitadas.
Eitan Yudilevich, Director Ejecutivo de BIRD, explica que Jordania tiene el fuerte apoyo de USAI debido a que el Departamento de Estado de EEUU considera importante contribuir a una Jordania fuerte y próspera para fomentar la paz y el desarrollo económico. TRIDE, administrada desde la oficina israelí de BIRD, otorga asignaciones iguales de hasta medio millón de dólares a tres empresas asociadas con objetivos idénticos.
Biocombustible a partir de residuos orgánicos
TRIDE ya financió varias asociaciones de empresas, más recientemente un proyecto de investigación iniciado en 2009 para producir biocombustible diesel sintético de segunda generación a partir de materiales orgánicos.
La compañía israelí MME IL, el centro Nacional de Investigación de Energías de Jordania y Nibor Enterprises de Florida, EEUU, hicieron un “inventario de materiales orgánicos disponibles en Israel y Jordania y construyeron un modelo para ver si el modelo es financieramente viable”, dice Yudilevich a ISRAEL21c.
“Pienso que en este tipo de proyecto es importante mencionar que hubo muchas visitas de jordanos a Israel y de israelíes a Jordania”, subraya. “Hubo miles de emails entre ellos y decenas de llamadas telefónicas diarias”.
La próxima etapa es utilizar o resultados para establecer una planta cerca de una fuente de materiales orgánicos, ya sea en Jordania, en Israel o en la frontera sur entre ambos países.
El biocombustible puede producirse a partir de residuos forestales, residuos de plantas de procesamiento de aceitunas, lodos de digestores, excrementos de gallinas y todo tipo de material orgánico son tratamiento previo, dice Yudilevich. Actualmente las compañías participantes están buscando financiación para construir la planta piloto.
“Hoy estamos en contacto con una empresa israelí y otra jordana especialistas en eficiencia energética. Ya se han puesto en contacto y esperamos sus recomendaciones. Es un proyecto muy prometedor”.
Los negocios pueden llevar a la paz
La llamada Primavera Árabe no hizo diferencia en la manera en que los socios israelíes y jordanos hacen negocios, dijo Yudilevich, quien viaja frecuentemente al otro lado de la frontera.
También señala que mirando las tendencias puede verse que a lo largo del año pasado el comercio entre Israel y Jordania ha mejorado significativamente. Piensa que la inversión y participación en proyectos como TRIDE puede dar mayor impulso al proceso de paz de maneras que los gobiernos que intervienen en las negociaciones no pueden poner en práctica.
“En esto hay dos aspectos”, dice Yudilevich, un judío nacido en Chile. “El aspecto claro es que tenemos vecinos, y si tenemos comercio con nuestros vecinos es bueno para nuestra economía. No será un comercio enorme en términos de valores económicos, porque hay mercados mucho más grandes, como China, por ejemplo. Pero es claro que el valor económico no es menos importante que la creación de estas relaciones, que hacen que el tratado de paz entre Israel y Jordania, que sigue siendo relativamente fría, se convierta en un tratado de paz entre los pueblos”.
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