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| jueves diciembre 26, 2024

La caída de Assad debilitaría a Iran pero no traería estabilidad


Jana Beris

LA NACION

Nunca estuvo tan claro, como ahora, que la caída del régimen de Bashar el Assad en Siria, era cuestión de tiempo. Podría ser muy poco tiempo. El mortífero atentado perpetrado contra su cúpula de seguridad, alienta a sus oponentes, hace sentir al propio Presidente mucho más vulnerable… y hace que muchos alrededor de Siria abran bien los ojos.

Su entorno, el vecindario y quienes le observan desde un tanto más lejos, prestan, con razón, atención a lo que acontece en Siria, a pesar de su bastante evidente aislamiento de hace ya no pocos años. Basta con recordar que la Siria de Assad es el mayor aliado de la República Islámica de Irán, para comprender la importancia de su rol.

Los expertos que se han estado manifestando en los últimos meses sobre el tema, parecían no tener ni una duda: la eventual caída de Assad, significará un debilitamiento de Irán, que encabeza el así llamado “Eje del mal”.

“Eso está clarísimo”, dice al respecto  a “La Nación” el Dr. Mordejai Keidar, experto en Oriente Medio en el Centro de Investigación BESA en la Universidad de  Bar Ilan. “La caída de Bashar será un problema para Irán, que se verá debilitado, perderá un ancla importante. Es más: yo diría que  Siria era el caballo de Troya de Irán en el mundo árabe..y la caída de Bashar devolvería a Irán varios pasos hacia atrás”.

Keidar ya habla en pasado, pero tiene claro que el futuro depara para la región no pocos problemas, aún con bastante incertidumbre. Por un lado, Irán sentirá la pérdida de la “base” siria, a la que abastece de armas y por la cual las hace llegar también a Hizbalá en Líbano, vecino de Siria.

Por otro lado, precisamente por esta situación negativa para Irán, las Guardias Revolucionarias pueden “perder los estribos”..”Irán puede enloquecerse en el Golfo”, advierte este experto israelí en Oriente Medio e Islam. “Recordemos que ya tiene el control de Irak y que quiere concretarlo en el Golfo todo”.

Las implicaciones de una caída de Assad sobre la región en general, tienen mucho que ver con la estructura actual de Siria y con su capacidad bélica.

El país está dividido en diferentes comunidades. El hecho que una comunidad minoritaria, la alawita, es la gobernante, es simbólico. Diversos especialistas estiman que el peligro mayor  en Siria no sería necesariamente la toma de poder por parte de islamistas radicales-como se habló en otros países árabes al estallar sus respectivas revoluciones- sino el de la fragmentación.

Claro que un régimen islamista radical es una posibilidad peligrosa, especialmente para el vecino israelí al sur, pero por la división interna entre alawitas, musulmanes sunitas, beduinos, drusos y otros grupos, puede ser una bomba tiempo, agravada por los avatares de la violencia de los últimos meses. Esto significa una seria inestabilidad.

Pero el peor riesgo al respecto, es que una situación de falta de control central, aumenta el peligro de que organizaciones terroristas se apoderen de la gran cantidad de misiles de largo alcance y hasta del arsenal químico que desarrolló la Siria de Assad.

“Para Israel, ese es el mayor peligro”, opina Keidar. “Los países árabes están lidiando con numerosos problemas y creo que dejarán en paz a Israel por unos años, como Estados. Pero las organizaciones terroristas, especialmente Hizbala  y otros afiliados o inspirados en Al Qaeda, tienen una agenda de conflicto abierto con Israel y ese frente es más que complejo”.

Hace unos meses, el analista de asuntos árabes de la televisión pública israelí Oded Granot, hacía referencia a la singular problemática de la situación para Israel. “Israel se encuentra ante un dilema muy importante. Bashar selló una alianza con el diablo, se unió a Irán. Ha proporcionado cantidades enormes de armas al grupo Hizbulá en el Líbano, ayuda a Hamas en Gaza y también intentó crear armas nucleares. Por otro lado, en todos estos años ha garantizado que no haya ni un solo disparo en la frontera».

O sea..cabe preguntarse qué es mejor, un enemigo muy difícil pero que gobierna con estabilidad o un nuevo enemigo aún desconocido , que podría ser más peligroso todavía.

El dilema, claro está, lo resolverá sólo el tiempo.

 
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