Amos Yadlin
The Washington Post
17 de agosto, 2012
Este otoño todas las cajas serán revisadas para un ataque israelí a las instalaciones nucleares de Irán. Consideren que la declaración del primer Ministro Netanyahu (1º de agosto) : “El tiempo para resolver, en paz, este tema está corriendo”.
El Ministro de Defensa Ehud Barak dijo, el jueves, que “hay riesgos en la situación actual… (pero) es infinitamente más peligroso… enfrentarse, en el futuro, con un Irán nuclear”.
Cuando el Presidente Shimon Peres sumó su voz a la oposición pública de un ataque israelí unilateral este otoño, una persona cercana a Netanyahu acusó a Peres de “olvidar” el rol del presidente de Israel. La lógica israelí sostienen que debe elegir entre, tal como los informes de prensa lo ponen, la bomba o el bombardeo.
El régimen iraní pronto tendrá en su poder suficiente uranio enriquecido para construir un arsenal de bombas nucleares. Más aun; el vice comandante naval de Irán, Abbas Zamini dijo, en junio, que “los pasos preliminares para hacer un submarino atómico comenzaron”. Esto otorga a Irán una excusa para continuar enriqueciendo sus provisiones de uranio a niveles de armas. Mientras tanto, las negociaciones del “P5 + 1” terminaron, sin acuerdo. Las sanciones impuestas por Occidente dañaron la economía de Irán pero no produjeron cambios en el pensamiento político del régimen o el manejo nuclear. Las operaciones encubiertas contra las instalaciones y científicos nucleares – por lo que nadie clamó responsabilidad- fracasaron de manera similar al freno del programa. A pesar de algunas dificultades políticas, el régimen de Teherán reina. Agreguen a todo esto el tema de la “zona de inmunidad” – el punto en el que las instalaciones nucleares de Irán se convertirían en inmunes a un ataque militar israelí.
Para Israel, la conclusión es clara. Así como Netanyahu y Barak excluyen argumentos contra un ataque, observan los acontecimientos en el mundo sunnita. Arabia Saudita, Irak y Libia incrementaron su producción de petróleo, reduciendo los temores que, un ataque, enviase los precios a las nubes en época de angustia económica internacional.
El sangriento régimen en Siria no está en posición para apoyar a Teherán. Las crecientes tensiones en la región (sunnitas-shiítas) pueden potencialmente facilitar un estallido islámico colectivo respecto a un ataque israelí a Irán.
Netanyahu y Barak son conscientes, de manera precisa, del calendario electoral norteamericano. Más aun, como el Secretario de Defensa Leon Panetta dijo, en una conferencia de prensa (1º de agosto) con Barak, la búsqueda de Irán de armas nucleares “plantea una amenaza no solo a Israel sino a toda la región”. EEUU es el foco de esa amenaza como en verdad (lo es) el resto del mundo”.
A pesar de considerarlo detenidamente en su objetivo global, EEUU e Israel desacuerdan en el cronograma para una posible acción militar contra Irán. Las superiores capacidades operativas de EEUU significan que pasará un año o dos antes que los sitios nucleares de Irán se conviertan en “inmunes” a un ataque estadounidense. A diferencia de Israel, EEUU puede lograr retrasarlo más allá de este otoño, que es lo que la Administración Obama quiere: dejar sus aviones en sus hangares. El presidente dio esa señal a Israel.
Un principio de larga data de la doctrina de defensa israelí es que nunca le solicitará a EEUU luchar por el Estado de Israel. Esa es la razón por la que, los líderes políticos de Israel, enfatizaron que, cuando se trata de seguridad nacional, en última instancia, Israel decidirá y actuará por su cuenta. Desafortunadamente, lo que los líderes israelíes no pueden comprender, por completo, es que, mientras pueden atacar solos, Israel necesitará de EEUU para el día como para las décadas después del ataque para asegurar que Irán no reconstituya su programa. Ignorar la solicitud estadounidense de retrasarlo no alentaría ese apoyo.
Solo enmarcando un Irán nuclear como amenaza inadmisible a los intereses nacionales de los EEUU y sus aliados en el Golfo Pérsico, puede el presidente Obama sortear esa brecha entre el credo y la necesidad israelí. Debe convencer a Israel, Irán, Rusia e, incluso, Arabia Saudita que la opción militar estadounidense es creíble y efectiva. Un gesto directo de Obama puede lograrlo. El presidente estadounidense debería visitar Israel y decir a su liderazgo- y, más importante, a su gente- que evitar un Irán nuclear es interés estadounidense y, si tenemos que recurrir a una acción militar, lo haremos. Ese mensaje, enviado por el presidente de EEUU a la Knesset israelí, sería más efectivo que los intentos de los representantes estadounidenses de transmitir, a puertas cerradas, ese sentimiento.La Administración debería adoptar, de inmediato, cinco medidas para convencer a los aliados y adversarios que la acción militar es real, inminente y factible (llave para hacerlo menos probable).
Primero, Obama debería notificar al Congreso estadounidense que se reserva el derecho de usar la fuerza militar para evitar la adquisición de Irán de capacidad nuclear militar. Eso mostraría que, la resolución del presidente y el apoyo del Congreso son fuertes. Cuarenta y cuatro senadores firmaron, en junio, una carta bipartidaria, dirigida a Obama, instándolo a “re-evaluar, en ese momento, la utilidad de más conversaciones” y centrarse en las sanciones y “dejando en claro que existe una opción militar creíble”.
Segundo, Washington debería señalar sus intenciones, a través de una intensificada presencia militar estadounidense en el Golfo (ejercicios militares con aliados en Medio Oriente y despliegue defensivo militar en la región). Debería fomentarse la cobertura mediática de esas acciones.
Tercero, Washington debería proveer de tecnología militar de avanzada e inteligencia para fortalecer las capacidades militares de Israel y extender la ventana en la que, Israel, puede herir, de muerte, al programa iraní. Ese apoyo podría ser contingente de las promesas israelíes de las sanciones y, a la diplomacia, más tiempo para trabajar.
Cuarto, representantes estadounidenses deberían hablar, en público, sobre los peligros de una posible reconstitución nuclear iraní, como consecuencia de un ataque militar. Tal vez el argumento más contundente contra un ataque israelí unilateral es que llevaría, con rapidez, a la desintegración de las sanciones occidentales. Sin las inhibiciones de un régimen de sanciones, Irán podría reconstituir, a gran velocidad, su programa nuclear (esta vez en un bunker subterráneo para protegerse contra ataques aéreos). Si Irán considera la acción israelí u occidental como un fin absoluto a sus ambiciones nucleares, será más renuente a correr riesgos.
Quinto, Obama debería comprometerse, de modo público, con la seguridad de los aliados estadounidenses en el Golfo, reasegurando a los amigos nerviosos de la región y anclando, de manera creíble, el último recurso de opción militar estadounidense a tres poderosos intereses: seguridad nacional estadounidense, seguridad israelí y seguridad de los Estados aliados.
Israel no puede dejar, en manos de otro país, su seguridad. Pero, si EEUU quiere que Israel dé a las sanciones y a la diplomacia más tiempo, los israelíes deben saber que no serán abandonados si esas opciones fracasan. Irónicamente, el mejor reaseguro que, el presidente estadounidense puede dar a Israel, es un compromiso de, si todo lo demás naufraga, se recurrirá a la acción militar para proteger los intereses críticos estadounidenses.
Pero, el tiempo corre para hacer que, ese compromiso, sea creíble para el pueblo de EEUU, Israel e Irán.
Como dice el adagio, si se quiere paz, hay que prepararse (de manera creíble) para la guerra.
Att. CIDIPAL
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.