Sal Emergui
elmundo.es
-«El presidente de Egipto, Mursi, no es capaz de articular el nombre ´Estado de Israel´. Cada vez que llega a esta parte en el discurso se atraganta. Es una especie de programa. No hay diálogo entre nuestro Gobierno y este presidente y creo que no lo habrá. Él no hablará con nosotros».
-«En el deseo a la democracia, allí ha surgido una horrible fuerza dictatorial. ¿Donde están todos los jóvenes que se manifestaron en la Plaza Tahrir? Desaparecieron. Los Hermanos Musulmanes en el Parlamento tienen el 47%. Los salafistas, que son aún peores, 25% .Y algún que otro joven. El Parlamento se ha vuelto verde pero no de partidos ecologistas».
-«Si de algo temo es de Los Hermanos Musulmanes.¿Qué es lo que no ha cambiado en este movimiento? Su ideología es que Israel no tiene derecho a existir y hay que crear un califato islámico. Lo que digo no es información secreta sino que se puede encontrar en Internet» .
Estas tres letales ráfagas disparadas por Amos Gilad, destacado funcionario en el ministerio israelí de Defensa, fueron rápidamente desautorizadas por su jefe, Ehud Barak, y otros ministros. El viejo ex general ha roto un tabú en su Gobierno: no criticar en público al nuevo régimen egipcio. La consigna es no hacer o decir nada que rompa definitivamente las sensibles y estratégicas relaciones con el vecino árabe.
Sus palabras elevan a la superficie la frustración y preocupación escondidas en los despachos ante el Egipto de Los Hermanos Musulmanes y confirma que no hay diálogo con Mursi.
El impacto es mayor si tenemos en cuenta que Gilad, un hombre que suele actuar en la sombra, es conocido por sus estrechos contactos con la cúpula militar de Egipto y gran defensor de la alianza con El Cairo. De hecho en su intervención, también afirmó que Israel «debe mantener el acuerdo de paz con Egipto a cualquier precio».
Amos Gilad provocó el enfado de sus superiores.
Barak se apresuró a definir las palabras de su asesor como «inadecuadas». «No es la posición del ministerio ni del propio Gilad», afirma añadiendo que «Israel no interfiere en los asuntos internos de Egipto ni decide quién es su dirigente. El objetivo primordial es mantener la paz entre los dos países. Gilad ha tenido mucha importancia en este sentido».
Por supuesto, Barak no dice que su homólogo egipcio, Abdul Fatah al Sisi, no le contesta las llamadas. O que hoy en día las relaciones se centran únicamente en un nivel (seguridad) y dos escenarios: Sinaí donde afrontan un enemigo común (los grupos salafistas vinculados a Al Qaeda) y Gaza que controla Hamas, el grupo islamista que se siente protegido por Los (sus) Hermanos Musulmanes.
«Quizá el tiempo otorgue la razón a Gilad y la democracia que derribó el régimen de Mubarak da lugar a un sistema totalitario-islamista pero hoy en día en Egipto hay democracia», replica el analista Yoav Limor en el diario Israel Hayom.
Ante la «tormenta Gilad», el viceprimer ministro, Moshe Yaalon, comenta que «la situación es compleja pero yo no lo hubiera dicho. He aprendido que hay que decir siempre la verdad aunque a veces no toda la verdad. Las relaciones entre Israel y Egipto no se mantienen hoy por un papel firmado (acuerdo de paz del 79) sino por intereses«.
´»Claro que me gustaría que el presidente Mursi no tuviera problemas en pronunciar el nombre de Israel y hablara de forma diferente hacia nosotros pero debemos fortalecer la alianza de intereses», concluye.
Mursi (Reuters)
En Israel saben que si Mursi no rompe con el país que no nombra no se debe a su amor al sionismo sino a la decisiva ayuda económica de Estados Unidos a Egipto. He aquí otra prueba (la enésima) de la vital importancia que supone Washington para Israel.
Al mismo tiempo, los medios israelíes se han hecho eco de un video en el que Mursi reza en una mezquita y asiente con la cabeza a las palabras del imam Futouh Abd Al-Nabi Mansour contra los judíos. En las altas esferas de Jerusalén, se reaccionó con un «no comment».
Mursi se niega a dialogar con dirigentes israelíes ni por supuesto acepta la invitación a visitar Israel. Pero debemos recordar que Mubarak sólo realizó una visita muy breve en su largo periodo como presidente. Fue con motivo del funeral del primer ministro asesinado, Yitzhak Rabin, en el 95. Egipto condicionaba la normalización de las relaciones a la solución del conflicto israelopalestino.
«Cuando dicen que Mubarak era nuestro gran aliado, debo recordar que durante su mandato se permitió un constante boicot contra Israel. El odio antiisraelí en Egipto es debido al conflicto con los palestinos pero también viene de la propaganda desde los años 60. Los periodistas que se atrevieron a hablar conmigo fueron castigados y marginados», nos dice el ex embajador israelí en El Cairo, Yitzhak Levanon.
Con el canal diplomático congelado, la pregunta es si Gilad continuará viajando en secreto a El Cairo para reunirse con oficiales egipcios.
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