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| viernes marzo 29, 2024

PARASHA VAIESHEV


parashaIaacov se establece en Jevrón con sus 12 hijos. Su favorito es Iosef, de 17 años. Los hermanos de Iosef están celosos por el trato preferencial que recibe, como por ejemplo, del saco multicolor que Iaacov le hizo. Iosef les cuenta a sus hermanos dos sueños que tiene, que profetizan que él esta destinado a gobernar sobre ellos, aumentando la envidia y el odio hacia él.

Shimón y Levi planean matarlo, pero Reuvén sugiere, a cambio, arrojarlo en un pozo, con la intención de volver más tarde y salvarlo. Mientras Iosef está en el pozo, Iehuda lo vende a una caravana de Ishmaelitas. Los hermanos manchan el saco especial de Iosef en la sangre de un cabrito y se lo muestran a su padre, haciéndole pensar que su más querido hijo fue devorado por una bestia salvaje.

Iehuda se casa y tiene tres hijos. El mayor, Er, muere joven y sin hijos, y su mujer, Tamar, es dada en matrimonio a su segundo hijo, Onan. Onan peca al derramar su simiente y, también, muere joven. Iehuda no quiere que Tamar se case con su tercer hijo. Determinada a tener un hijo de la familia de Iehuda, Tamar se disfraza como una prostituta y seduce a Iehuda mismo. Más tarde, Iehuda se entera de que Tamar está embarazada y la manda a matar por infidelidad, pero cuando ella muestra ciertos objetos personales que Iehuda dejó como garantía de pago, él admite públicamente que es el padre. Tamar tiene dos hijos, Peretz (ancestro del Rey David) y Zeraj.

Iosef es llevado a Egipto y vendido a Potifar, el ministro encargado de las carnicerías del Faraón. Di-s bendice todo lo que él hace y pronto es nombrado encargado de todas las propiedades de su amo. La mujer de Potifar desea al muchacho; cuando Iosef se niega a estar con ella, ella le dice a su marido que el sirviente hebreo trató de forzarla, y lo envían a prisión. Iosef gana la confianza de los carceleros, quienes le otorgan un cargo importante en la administración de la prisión.

En prisión, Iosef se encuentra con el Maestro de Coperos y Maestro de Panaderos del Faraón, ambos encarcelados por el rey. Los dos tienen un sueño, que Iosef interpreta; en tres días, les dice, el Maestro de Coperos será liberado y el Maestro de Panaderos será ahorcado. Iosef le pide al Maestro de Coperos que interceda por él ante el Faraón. Las predicciones de Iosef se cumplen, pero el Maestro de Coperos se olvida de Iosef.

 

SUEÑOS, SUEÑOS

 

Una de las constantes en esta Parasha son los sueños. Iosef sueña con las gavillas de sus hermanos que se inclinan ante la suya. Iosef sueña que el sol, la luna y once estrellas lo adoran. Sueñan el copero y el panadero. Sueños y más sueños.

Cuando Iosef le narra a sus hermanos el primero de sus sueños, estos lo comienzan a odiar, porque en la Guemará dice que aquello que soñamos durante la noche es lo que pensamos durante el día, y Iosef había narrado como en su sueño las gavillas (riqueza material) de sus hermanos, quedaban en un plano de inferioridad con respecto a su gavilla (riqueza material). Llegaron a la conclusión de que Iosef anhelaba enriquecerse más que ellos. Iosef para aplacarlos les cuenta el segundo sueño. Es como si quisiera decirles “¡Ven, no es que me pasé el día pensando en cosas materiales! ¡No busco mandar sobre ustedes! Simplemente les narré cosas imposibles, como se ve del hecho de que he visto en el sueño de los astros que mi madre, que ya está muerta, me adoraba”. Pero sus hermanos consideraron que sus sueños eran en realidad una señal del cielo, y por lo tanto válidos. Por este motivo lo odiaron aun más.

En cuanto a los sueños del copero y el panadero, ¿cómo supo Iosef quien moriría y quien viviría? En el sueño del copero vio como este tomaba los tres sarmientos, exprimía las uvas y daba la copa al Faraón, en una palabra, vio acción humana, movimiento. El panadero llevaba los tres canastos sobre la cabeza y los pájaros picoteaban lo que él llevaba. Acá no había acción humana, además, los pájaros únicamente no temen acercarse a un hombre cuando éste está muerto. Por estas señales supo Iosef que el copero viviría y el panadero moriría.

 

El Niño en el Pozo

 

¿Cuántos millones de niños judíos están espiritualmente en riesgo?

 

Por Yossy Goldman

Hay mucho drama en la Biblia esta semana, cuando leemos la historia de José y sus hermanos. Sueños en technicolor, rivalidad entre hermanos, pozos infestados de serpientes y un intento de fratricidio dominan el curso de la Parashá.

Cuando los hermanos planearon matar a José, Rubén, el mayor, hizo un valiente esfuerzo para salvar la vida de José y sugirió que en cambio lo arrojaran a un pozo. Eso sería suficiente para enseñarles la lección de que no se necesitaba derramar sangre. En realidad, de acuerdo con Rashi, la Torá misma atestigua que la intención de Rubén era salvar a José de sus hermanos y traerlo de regreso a su padre.

Pero el destino tenía un plan diferente.

Mientras Rubén estaba ausente, los hermanos vendieron como esclavo a José. Cuando retornó para rescatarlo, el niño ya no estaba y él rasgo sus vestiduras, apenado.

¿Pero dónde estaba Rubén cuando tuvo lugar la venta? ¿Por qué no estaba ahí con sus hermanos en ese momento? ¿Por qué desapareció repentinamente?

Rashi da dos posibles explicaciones: 1) Era su turno para servir a su anciano padre. Los hermanos tenían una lista y había llegado el turno de Rubén, por lo que volvió a la hacienda. 2) Rubén estaba ocupado haciendo teshuvá (arrepentimiento) vestido con saco y ayunando a causa del pecado de interferir en la vida marital de su padre (Génesis 35:22).

Recuerdo haber oído al Lubavitcher Rebe preguntar: De acuerdo a la segunda opinión, Rubén abandonó a José en el pozo para ir y ocuparse con «saco y ayuno», es decir, su propio arrepentimiento por sus pecados. Veamos qué ocurrió como resultado. Rubén está ausente, por lo que José es vendido como esclavo y llevado a Egipto. Ahí es encarcelado por falsos cargos y, un día, se eleva a la preeminencia al interpretar exitosamente los sueños del Faraón. Se convierte en Virrey de Egipto, entonces encuentra a sus hacía tiempo perdidos hermanos cuando ellos vienen a buscar comida durante la hambruna. Tras revelar su verdadera identidad, trae a su padre Jacob y a toda la familia a Egipto, donde los apoya y mantiene.

Y es precisamente así como los judíos se convirtieron en esclavos en Egipto. Todo comenzó cuando José es extraído del pozo y vendido a los egipcios. ¿Por qué? ¡Porque Rubén decidió ocuparse en hacer teshuvá! Recuerdo al Rebe tronando «¡Todo el exilio egipcio puede remontarse al momento equivocado de teshuvá de Rubén! Cuando un joven judío está languideciendo en el pozo, no es el momento de preocuparse acerca de su propio estado espiritual. ¡Es el momento de salvar a un niño judío!»·

Por supuesto teshuvá es una maravillosa mitzvá. De alguna manera, es la mitzvá más grande de todas porque puede reparar el daño hecho al fracasar en la observancia de todas las otras mitzvot. Y sin embargo, hay un momento para hacer teshuvá y un momento para salvar vidas. Y cuando una vida está en peligro, aun la teshuvá debe esperar.

La analogía del niño judío en el pozo resuena poderosamente hoy. No sólo se trata de salvar vidas físicamente, sino también espiritualmente. ¿Cuántos millones de niños judíos están espiritualmente en riesgo? ¿Y cuántos judíos, en realidad, cuántos rabinos, están preocupados con su propia elevación espiritual personal e ignoran el predicamento de los jóvenes «en los pozos»?

Es un pensamiento entristecedor y que exige una respuesta.

(Extraído de www.es.chabad.org)

 
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