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Jerusalén, Capital de Israel: Una Profecía Islámica


Ali Salim

29 de enero de 2013

http://www.gatestoneinstitute.org/3548/jerusalem-israel-capital-islamic-prophecy

jerusalem

Jerusalén es la capital de los Hijos de Israel, ahora llamados los judíos, y está prohibido que los musulmanes la demanden, al igual que una mujer casada sólo pertenece a su marido. ¿Es posible que Allah, en Su infinita misericordia, que los llama el Pueblo Elegido y les promete la Tierra Santa, planee también asesinarlos, utilizando a los musulmanes en Palestina como Sus intermediarios? Todo musulmán sabe que Allah no rompe Sus promesas.


Si se escuchan, en árabe, los discursos de odio pronunciados por el Presidente Egipcio, Mohamed Morsi; o al Presidente Turco, Erdogan; o las llamadas realizadas desde Qatar por el líder de la Hermandad Musulmana, Sheikh Yusuf al-Qaradawi y de la Franja de Gaza por el jefe de Hamas, Khaled Mashaal, para asesinar a los judíos, se entenderá por qué los árabes y los musulmanes creen que Allah los está castigando haciendo que se maten entre ellos: Es porque sus profecías no se cumplen.

Por ejemplo, es una herejía y una violación de la voluntad de Allah eludir los llamados para el reconocimiento de Jerusalén como capital oficial de los Hijos de Israel y no trasladar ahí la embajada estadounidense. Ignora la profecía del Noble Corán, que predice el regreso de los Hijos de Israel a su tierra desde los cuatro rincones de la tierra, como está escrito en Al-Isra, Versículo 104, «Y dijimos a los Hijos de Israel después de él «habita en la tierra, entonces, cuando la final y última promesa se acerque, os traeremos juntos como un grupo mezclado».

A pesar de la postura adoptada por los líderes del mundo occidental en general, y de la administración estadounidense en particular, que es la consecuencia de su deseo de fortalecer su imagen a los ojos de los países musulmanes, su imagen se verá sólo como un reflejo de su debilidad y sus intentos de congraciarse tanto con el Islam radical como con el antisemitismo cristiano.

No es mi intención afirmar que las otras religiones monoteístas no tienen también su lugar en la ciudad santa de Jerusalén. Pero las mentiras políticas provienen, mayormente, de fuentes islamistas radicales y entonces, de alguna manera, se convierten en hechos aceptados. Esto viola las profecías de los mensajeros de Allah y, especialmente, las del más grande de Sus profetas, Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él: Sallal laahu alaihi wasallam).

Las diversas distorsiones de la historia y la religión por sheikhs islámicos orientados políticamente y líderes en beneficio de lo falso, de lo infiel, de objetivos políticos, son legión. La forma en que los sheikhs salafistas islámicos y miembros de la Hermandad Musulmana tuercen el Noble Corán para adaptarlo a sus estrechos objetivos políticos me enoja, como también enoja a millones de musulmanes de todo el mundo que conocen la verdad eterna escrita en el Noble Corán del Islam.

El líder palestino Yasser Arafat, por ejemplo, inventó la mentira que los palestinos son los descendientes de los jebuseos y otras tribus cananeas del país en la época del Libro. Detrás de esta invención estaba el intento de Arafat de «probar» que los palestinos vivían en Tierra Santa antes que los Hijos de Israel y que, por ello, tienen un mayor derecho a esa tierra.

De acuerdo al Corán, sin embargo, «una raza de gigantes» vivió en la Tierra Santa pero fueron destruidos por los Hijos de Israel, liderados por Josué, con la ayuda de Allah el Todopoderoso. Nunca hubo «palestinos» en la Tierra Santa, tampoco hay una sola palabra acerca de ellos en el Noble Corán, ni ninguna profecía en cuanto a su existencia, ni derecho alguno a la Tierra Santa o a cualquier otro lugar en el futuro o en el Día del Juicio en el Noble Libro de Allah.

Los palestinos no están mencionados, ni siquiera insinuados, en el Noble Corán, pero los Hijos de Israel están mencionados en innumerables ocasiones y son mencionados como el Pueblo Elegido, como está escrito en Al-Baqarah, Versículo 47, «Oh, Hijos de Israel, recuerden Mi favor que os he concedido y que os he preferido sobre los mundos». Son mencionados como herederos de la Tierra Santa que, según todos los comentaristas islámicos, es Jerusalén y el país que lo rodea. La afirmación musulmana de que la promesa divina a los Hijos de Israel aparece en el Noble Corán en tiempo pasado y, por lo tanto, no es relevante hoy en día es una mentira maliciosa. Todo el mundo sabe que la mayor parte del Noble Corán fue escrita en tiempo pasado, pero que lo que fue escrito acerca de los Hijos de Israel era una promesa y una profecía, y Allah no cambia de parecer o romper Sus promesas.

Cualquiera que afirme que lo que está escrito acerca de los judíos sólo es relevante para el pasado y que los Hijos de Israel desaparecieron, convierte a nuestro amado Profeta en un mero historiador que no sabía lo que el futuro traería. Cualquiera que diga que los «verdaderos» Hijos de Israel desaparecieron y que los judíos de hoy no son los genuinos Hijos de Israel del Noble Corán, es un mentiroso y un impostor, porque si no hay Hijos de Israel, entonces la profecía de Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él) (Sallal laahu alaihi wasallam), es irrelevante y no previó el regreso de los Hijos de Israel a su tierra por tercera vez y les dio instrucciones para que se asienten, y prometió que si hacían lo correcto ante los ojos de Allah y actuaban bien tendrían éxito, como está escrito en Al-Isra, Versículos 6 y 7, «Os devolvimos el poder en contra de ellos, y os ayudamos con riqueza e hijos, y os hemos hecho grandes en cantidad. Ahora bien, si lo hacéis bien, lo haréis bien para vuestras propias almas; y si lo hacéis mal, sólo irá en contra de ellos…» Y si una profecía es falsa entonces todas son falsas, y el Noble Corán no tiene valor. Así pues, tenemos que admitir que, a pesar de los errores que los judíos cometen con respecto a nuestros hermanos palestinos, aunque de hecho actúan bien, incluso con los árabes en Israel, y son caritativos de acuerdo con la tradición del Islam, y son claramente más honestos que los líderes árabes y musulmanes de hoy en día, que oprimen a sus propio pueblos y los masacran todos los días y derraman su sangre.

Para el crédito eterno del Islam, hay que decir que en el siglo VII los ejércitos del Islam invadieron Palestina y la arrebataron de los bizantinos, y que Jerusalén fue entregada sin lucha a los musulmanes por el obispo cristiano Sofronio. Este fue el comienzo de la presencia árabe en la Tierra Santa, que terminó y se renovó durante años bajo diversas conquistas, incluyendo las Cruzadas, pero terminó para siempre hace casi un siglo, cuando los turcos volvieron a casa. Entones la Tierra Santa fue devuelta a las manos de los Hijos de Israel, de acuerdo con el decreto del Noble Corán y la profecía de Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él: Sallal laahu alaihi wasallam). Los Hijos de Israel vinieron de todos los rincones de la tierra, como está escrito en Al-A’raf, Versículo 137: «Y nosotros hicimos que los pueblos que habían sido oprimidos heredaran las regiones orientales del país y las occidentales, que Hemos bendecido. Y la buena palabra de tu Señor se cumplió para los Hijos de Israel a causa de que lo habían esperado pacientemente».

La afirmación palestina de que el Profeta Jesús fue un árabe palestino es también una invención, desgraciadamente característica de los líderes palestinos que las inventan e invierten enormes sumas de dinero para comprar armas, matar a los Hijos de Israel, llevar a cabo ataques terroristas y lanzar cohetes Qassam contra civiles, en lugar de rehabilitar a los refugiados palestinos, sus hermanos,que, como resultado de la creación de Israel, en realidad volvieron al seno de la nación islámica.

Cuanto más los palestinos repitan la infamia de que Jesús fue un árabe palestino, más probable es que los propios cristianos lo crean, especialmente aquellos que, al ignorar y negar los derechos de los Hijos de Israel a Jerusalén, revelan su propia bajeza y falta de respeto por su propia religión, basada en el judaísmo e iniciada en la capital judía de Jerusalén. De acuerdo a esa absurdidad, el profeta judío Jesús, hijo de María, que se opuso a los sacerdotes judíos corruptos en el templo judío de Jerusalén, era un «árabe palestino»; pero es sólo otra manera de negarles a los judíos el derecho a su tierra. Los cristianos que ignoran el derecho de los judíos a Jerusalén están negando también su propia religión.

Desde un punto de vista religioso, la conexión entre los musulmanes y Jerusalén comenzó con el «Viaje Nocturno», un sueño que aparece en el Noble Corán y qué fue también referido por la amada hija mujer del Profeta, Aisha. De acuerdo con el sueño, Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él: Sallal laahu alaihi wasallam), en un viaje nocturno fue desde La Meca a Jerusalén montado en un animal maravilloso llamado al-Buraq, y desde Jerusalén al cielo, donde recibió los principios del Islam. Jerusalén fue entonces temporalmente designada como el «Kibla», la primera dirección hacia la que se enfrenten los musulmanes durante la oración; pero Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él: Sallal laahu alaihi wasallam) cambió la dirección hacia La Meca. Desde entonces, Jerusalén ha sido considerada sólo como el tercer lugar más sagrado para el Islam.

Es triste pensar que rechazamos a los judíos, los modernos Hijos de Israel, su identidad, a pesar del hecho que sabemos que conservaron su fe durante miles de años enfrentando la tortura, la violación, la persecución, la quema y el genocidio, todos crímenes cometidos contra ellos porque eran judíos y estaban decididos a permanecer judíos. Nosotros los fieles del Islam, sin embargo, aceptamos en nuestras filas a todo criminal y asesino que se convierta, dentro o fuera de la cárcel, que sólo tiene que decir: «No hay más Dios que Allah y Mahoma es su profeta»; todo lo que se necesita son cinco minutos. Este nuevo musulmán es considerado un buen musulmán, pero un judío que se apega a la historia y a la fe de sus antepasados judíos, fe mantenida durante miles de años, a nuestros ojos no es un judío genuino, un Hijo de Israel. ¿Cuánto tiempo negaremos la fe islámica y las profecías de nuestro Profeta Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él) (Sallal laahu alaihi wasallam)?

Por desgracia, incluso aquellos entre nosotros que sí creen que los judíos en Israel son genuinos Hijos de Israel, a los que Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él: Sallal laahu alaihi wasallam) se refirió en sus nobles Surahs, aquellos que han heredado la Tierra Santa prometida por el Sagrado Corán, se conducen de modo despreciable. Adoptan las falsificadas, apocalípticas y falsas expresiones que no aparecen en el Noble Corán y son falsamente atribuidas al Profeta de Allah. Adoptan como tradiciones genuinas las que son mentiras y, cosa que contradice las promesas hechas por Allah en el Sagrado Corán, falsamente profetizan la destrucción de los judíos por parte de los musulmanes en Palestina.

Estos comentaristas, inspirado por Satanás, se refieren a los judíos como «sionistas», como si cambiar su nombre hace que sea permisible matar a la gente del Libro y violar las palabras de Allah y Sus profetas. ¿Es posible que Allah, que en Su infinita misericordia los llama al Pueblo Elegido, y les prometió la Tierra Santa, también planee asesinarlos usando a los musulmanes en Palestina como su intermediario? Todo musulmán sabe que Allah no rompe Sus promesas. Por lo tanto, su promesa a los Hijos de Israel es relevante y eterna. Los judíos, débiles y miserables, que vinieron de todas partes del mundo, víctimas del odio y el asesinato no habrían fundado su estado en Palestina a menos que fuera la voluntad de Allah, que los apoya.

Jerusalén es la capital de los Hijos de Israel y está prohibido para los musulmanes demandarla, al igual que una mujer casada sólo pertenece a su marido. Jerusalén nunca es mencionada por su nombre en el Noble Corán, pero es mencionada allí como el corazón de la Tierra Santa, dada a los judíos a perpetuidad. Por lo tanto, debe ser la capital de los Hijos de Israel en la Tierra de Israel, y no la del previsto estado de «Palestina». Si, como musulmanes, nos fijamos en nuestros corazones, tenemos que admitir que nunca existió un así llamado estado de Palestina, pero tenemos que ayudarla a que llegue a serlo, con la ayuda de Allah, al lado de Israel. Ya que nunca hubo un estado llamado «Palestina» o un pueblo palestino, Jerusalén nunca fue su capital o la capital de ningún pueblo o país, excepto del actual Estado de Israel. Por lo tanto, los palestinos no pueden reclamar Jerusalén como su capital, pero pueden exigir el derecho de todos los musulmanes a rezar en la mezquita de Al-Aqsa. En realidad, los judíos permiten la libertad de culto para todas las religiones en Jerusalén, y la mezquita de Al-Aqsa está bajo la dirección del rey de Jordania, un descendiente del Profeta Mahoma (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él: Sallal laahu alaihi wasallam).

Además, en ninguna parte del mundo los musulmanes han convertido una ciudad santa para el Islam en una capital. Ni La Meca ni Medina son la capital de Arabia Saudita, y Kerbala y Qom no son las capitales de Irak e Irán. Incluso Jordania, cuya capital es Amman, no convirtió a Jerusalén en su capital cuando controlaba la ciudad entre 1948 y 1967.

En lugar de que las religiones monoteístas «ayuden a los judíos a construir Jerusalén en preparación para el Día del Juicio y como prueba de la verdad de las profecías del Noble Corán, los infieles protestan por la construcción de nuevas viviendas. Si los musulmanes utilizaran el regreso de los Hijos del Libro a Israel como prueba de la verdad de la profecía del Noble Corán, tendrían éxito en el cumplimiento de la misión de Mahoma, el profeta del mundo entero (Que la paz y las bendiciones de Allah estén con él: Sallal laahu alaihi wasallam), para islamizar el mundo. El que vaya en contra de la voluntad de Allah fallará. También los cristianos sufren por la mentira histórica y la negación de los derechos de los judíos a Jerusalén. Lo que está ocurriendo en Medio Oriente y el mutuo derramamiento de sangre de los musulmanes no es una consecuencia del «problema de Palestina». Es una manifestación de la ira de Allah hacia los infieles del mundo que no aceptan Su profecía sobre el retorno de los judíos a su tierra y el establecimiento de su capital en la ciudad santa de Jerusalén unida.

Traducido para porisrael.orgpor José Blumenfeld

Difusión: www.porisrael.org

 
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