Jana Tesler (88), que se halla en Israel desde 1946, antes de la creación del Estado, tiene muchos resúmenes para hacer. Recuerda las penurias de la Shoá y afirma que “la herida nunca sana” pero al mismo tiempo tiene muy presente lo que ha logrado hacer como persona libre y eso la llena de satisfacción, sabiendo que tiene 6 hijos (uno de ellos adoptado, lo cual también dice mucho sobre sus fuerzas en la vida), más de 20 nietos y 10 bisnietos.
Hace unos años viajó a Auschwitz junto a uno de sus hijos, Arie, que llegó al rango de Brigadier General en las Fuerzas de Defensa de Israel, a un sobrino (hijo de su hermana que también sobrevivió) que también ostenta el mismo rango militar y a otros 180 oficiales de Tzahal. “Siento que cerré un círculo. No sé si puedo hablar de venganza, no creo que exista venganza por lo que nos hicieron, pero sí sé del gran orgullo que sentí”, nos explica. “De niña, allí, en la Shoa…pasé hambre y me sentí humillada…y ahora volví con mi hijo y mi sobrino, dos oficiales hermosos en cuerpo y alma, junto a otros 180 oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel. La sensación es tan diferente, diametralmente opuesta..No puedo ni describirla”.
Arie, su hijo, recuerda aquel viaje con mucha fuerza.
“Cuando fui a Auschwitz con mi madre, mi tía y mi primo sentí que tanto para ellas como para nosotros la experiencia fue sumamente potente. Comprendimos la impotencia con la que ellas tuvieron que lidiar, su imposibilidad de defenderse y de hacer casi nada por la situación en la que se hallaban, y lo pude comparar con la situación en la que yo crecí, no sólo por haber nacido en el Estado de Israel sino por el hecho que podía reaccionar, podía actuar para defenderme”, explica. “Fue algo muy profundo y recién cuando estuve allí pude comprender cabalmente la diferencia entre las dos situaciones, entre la impotencia y la capacidad de ser responsable por el destino de uno mismo”.
Ahora siente que capta lo que años atrás no todos comprendían. “En los últimos años hay mucha más apertura que antes para hablar sobre lo sucedido en el Holocausto, pero cuando yo era más joven, es indudable que era mucho más difícil tratar el tema, tanto por lo duro que fue todo lo que mi madre pasó, como por el deseo de mis padres de convertirse en parte integral de la sociedad, sin estereotipos de sobrevivientes”.
“Parte de las historias las conocemos de sus relatos”-agrega Arie. “Sabemos que cuando llegaron al país, los israelíes aquí nacidos, en los años 50 miraban a los sobrevivientes como quienes no lograron hacer nada para defenderse, se decía que habían ido como rebaños al cadalso. Se veía a los sobrevivientes como gente débil que no conseguía reaccionar. No se comprendía aún cómo es que eso pudo pasar, cómo tanta gente fue llevada a la muerte sin poder hacer nada. Sabemos hoy que mucha gente sí trató de reaccionar, que gente huyó a los bosques y quienes trataron de luchar”. Hoy, el enfoque es distinto.
Jana prefiere no dar muchos detalles sobre lo que ella pasó en la Shoá. Al preguntársele al respecto opta por responder “lo que pasamos todos..Un gran sufrimiento”, y luego especifica que toda su familia, salvo su hermana, murió en Auschwitz. Su padre y los seis hermanos que tenía, su madre y sus varios hermanos..Sus abuelos…todos asesinados.
Y luego, llegó la dificultad de lidiar con la nueva situación en Israel.
“Cuando llegamos, al principio, nos daba vergüenza lo que nos había pasado. Durante mucho tiempo no contamos nada. Los padres de los amigos de nuestros hijos eran oficiales en el ejército…y ¿Qué es lo que yo podía contar? ¿Que había pasado hambre?”, comenta retóricamente. “Pero en determinado momento la situación empezó a cambiar, ante todo, porque mi segundo hijo se casó con una chica que también era hija de sobrevivientes de la Shoá, de los dos lados. Además, en las escuelas se empezó a hablar del tema, se interesaron y pidieron que vayamos a contar”.
Pero Jana misma siente hasta hoy que le cuesta contar. “Mi hermana especialmente fue muy activa en eso, brindando conferencias sobre lo sucedido. Es muy personal. Mi hermana puede lidiar con eso. Yo no, no logro hacerlo, siento que la herida nunca sana. Cuando más se la toca, más duele”.
Vemos a Jana junto a uno de sus hijos y a dos de sus nietos, uno de los cuales acaba de terminar curso de oficiales de paracaidistas en las Fuerzas de Defensa de Israel. Le preguntamos si en aquellos años oscuros pensó alguna vez que llegaría a la edad que tiene hoy, al frente de una familia tan grande..Su respuesta es tajante. “Nunca lo pensé. No pensé que llegaría a esta edad y que tendría mi familia. Pensábamos que de allí no se sale, sabíamos que no se sale con vida, que morir era sólo cuestión de tiempo. Claro que luego lidiamos con otro tipo de dificultad…estar solas, sin saber adónde ir, qué hacer…Y eso siguió hasta que llegamos a Israel..”. Mira a sus dos nietos y dice: “Ahora ya me acostumbré, pero a veces me parece mentira que son míos”.
Shira, de 13 años, una de las nietas, nos cuenta que es la primera vez que acompaña a su abuela a Yad Vashem y que le resultaba importante hacerlo. “Estoy orgullosa de que haya logrado sobrevivir. Es indescriptible lo que ella pasó. Sé que no todos los sobrevivientes consiguieron formar familias..A nosotros nos da mucho orgullo que ella y su hermana lo hayan logrado”.
Arie confirma que ese sentimiento no es exclusivo de la nieta. “Hoy veo en mi madre y mi tía a dos personas que lograron salir adelante y pasar esa época a pesar de todo por su deseo de vivir, por su astucia para conseguir comida, por su capacidad de escabullirse de todo tipo de peligros –y eran muchos. Creo que actuaron con mucho heroísmo al lograr mantenerse con vida”.
Nuestras fuerzas armadas son solamente la expresion visual para nuestros sentidos,pero detras de toda nuestra defenza esta El Santo Bendito Sea,Creador del Universo.Nunca mas el judio sera arrojado de esta bendita tierra de Israel,nunca mas iremos a la galut,eso ya se acabo.Nunca mas seremos humillados y asesinados como corderos llevados al matadero.Que D-os bendiga a Jana Tesler y a toda su familia.