Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo. Uruguay
En un día como ayer, 24 de abril, hace 98 años, comenzó lo que luego, con razón, empezó a conocerse como el “genocidio armenio”. La detención de 235 líderes de la comunidad armenia en Estambul fue únicamente el primer paso que condujo luego hacia el horror: las posteriores deportaciones forzosas, las matanzas, la crueldad….el asesinato de entre un millón y medio y dos millones de armenios a manos de las autoridades de entonces en Turquía, mancharon la historia de la humanidad ya más de dos décadas antes del Holocausto que los nazis perpetraron contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Fue el primer paso hacia la eliminación organizada. Alegarán algunos que no había una intención premeditada de extinguir a los armenios. Pero claro está que el resultado habla por sí solo. Un millón y medio de muertos, no es una serie de incidentes que terminan mal por casualidad.
Pero lo que más presente debe estar, además de la memoria de las víctimas-que para los armenios son sus familiares, así como para los judíos lo son las víctimas de la Shoa- es que ese horror lo cometió el hombre. No fue obra de una catástrofe natural sino una tragedia que podría haber sido evitada, ya que fue producto de las acciones de seres pensantes, de individuos y colectivos que podrían haber actuado de otra forma.
Y recordar que lo único que se necesita para que los malos resulten victoriosos, es que los buenos no hagan nada, tal como afirma una conocida frase atribuida al filósofo irlandés Edmund Burke.
Y para impedir que algo así pueda volver a ocurrir, a cualquier pueblo o comunidad del mundo, hay que recordar..y enseñar. Hay que repetir el mensaje y transmitirlo. No cansarse de advertir cuando hay luces rojas encendidas. Y no se debe pensar , en ningún lado , que “aquí eso no puede pasar..”.Le puede pasar a cualquier comunidad. Nadie está a salvo de la discriminación.
Por eso, cuando hace unos años nos encontramos con un grupo de jóvenes compatriotas que habían venido juntos a participar en un seminario internacional de Yad Vashem, el Centro Recordatorio del Holocausto , nos resultó emotivo e importante ver al uruguayo judío Matías Dodel, al uruguayo armenio Andrés Vartabedian y a la uruguaya negra (afrodescendiente se dice hoy como si fuera más políticamente correcto) Leticia Rodríguez, estudiando juntos en Jerusalem sobre la Shoá.Y recibían allí juntos el mensaje que el Holocausto tuvo sus terribles singularidades, pero no fue el único genocidio en la humanidad…y que también hoy, decenas de años después, hay que estar alertas y tener presentes..y los ojos bien abiertos, para que nadie ose volver a cometer, contra nadie, esa barbaridad.
En ocasión de este triste aniversario, el Comité Central Israelita del Uruguay publicó un comunicado de solidaridad con la comunidad armenia uruguaya, exhortando además a participar a los actos recordatorios que se llevaban a cabo ayer de tarde en la Plaza Armenia y al anochecer, en la antesala del Senado en el Palacio Legislativo.
“La memoria de un millón y medio de armenios asesinados, nos convoca a reflexionar sobre el pasado como impulso para el accionar del presente, donde continúan sucediéndose genocidios como por ejemplo en África”, expresó el CCIU. “El recuerdo y estudio permanente de la Shoá y los genocidios que marcaron el siglo pasado, son herramientas que imposibilitarán la repetición de tales atrocidades”.
La Sociedad Israelita de Tucumán (Argrentina), al igual que sus pares uruguayos, difundió en medios locales un mensaje de adhesión y solidaridad con «sus hermanos en el dolor», el pueblo armenio.