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| viernes noviembre 22, 2024

«Propongo un divorcio justo con los palestinos»

Yair Lapid, ministro de Finanzas de Israel, asegura que "los palestinos no se irán" y que él no acepta vivir en un "Estado binacional"


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La única alternativa al conflicto es crear un Estado  palestino. Si continuamos controlando a tres millones de palestinos y  estos se transformaran en cuatro, cinco o seis millones, llegará un día en el  que nos digan: Si no queréis darnos un Estado y sois una democracia, dejadnos  votar. Eso es el final del sionismo. Yo soy sionista, yo quiero que  Israel continúe siendo el Estado de los judíos. No tenemos otro  lugar en el mundo y no existe otra alternativa», declaró a La Vanguardia en una  de sus primeras entrevistas a un medio extranjero Yair Lapid, el flamante  ministro de Finanzas y líder del segundo partido israelí, el centrista Yesh Atid  (Hay futuro).

¿Por qué aceptó la cartera de Finanzas cuando el  mundo vive una de sus mayores crisis económicas e Israel tiene también algunos  problemas?

Por eso mismo. Entré en política para intentar  resolver los problemas. Los políticos que fracasan son aquellos a quienes les  molesta el viento en contra. Los buenos políticos saben pensar en términos de  largo plazo. Tony Blair me enseñó que si tienes cosas difíciles que realizar,  hazlas en el primer año, cuando estás lo más lejos posible de las elecciones.  Esta es mi segunda carrera y no habrá una tercera. Ha sido la decisión de mi  vida.

Es uno de los siete ministros del gabinete de Defensa y  Exteriores, en el que se debaten los temas más secretos. Muy poco se filtra de  allí. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido?

Mire, si se lo  cuento tendré que matarlo, y eso sería una pena, porque le aprecio (sonríe). Te  das cuenta de la fuerza y de la intensidad de las amenazas. Pero, por otra  parte, descubres el poderío israelí, que es muy alto, y eso te tranquiliza. Yo  creo que los ciudadanos de Israel pueden dormir en paz, pero opino que siempre  hay que ser muy cauto.

¿Existe una amenaza existencial contra el  Estado de Israel?

No. Es decir, si Irán logra una bomba atómica,  habrá una amenaza sobre el Estado de Israel. Aparte de eso, Israel está  menos amenazado que antes, ya que ahora no tiene grandes ejércitos, brigadas de  carros de combates egipcios, sirios o jordanos amenazando sus fronteras. Sí hay  un sinfín de amenazas terroristas, inestabilidad regional que nos influencia.  Como lo que ocurre en la guerra civil siria, en la que se han infiltrado grandes  fuerzas de Al Qaeda.

¿Apoya un ataque militar contra Irán para  impedir que logre una bomba nuclear, que en su opinión pone en peligro la  existencia del Estado de Israel?

Existe un punto de no retorno  que, si es cruzado por los iraníes, Israel no podrá permitir un Irán nuclear.  Esa es mi opinión. Todo lo que le diga aparte de eso no sería responsable por mi  parte.

Se ha reunido con Obama, con John Kerry, con el ministro  de Exteriores francés… y todos le han expresado su preocupación por el tema  palestino. ¿Qué les contestó?

Hemos conseguido reanudar el  proceso de paz en unas condiciones que nadie creía posibles y en una coalición  en la que no es nada simple. Y créame que aún nos espera una montaña rusa. Dije  antes de las elecciones que sólo participaría en una coalición que negociara la  paz basándose en la fórmula de dos Estados para dos pueblos. No dije nada vago,  sino muy claro, incluyendo la necesidad de evacuar asentamientos, aunque eso no  me alegre. Será un trauma nacional terrible, pero debemos hacerlo y lo  apoyaremos. El primer ministro ha logrado entrar en las negociaciones con  condiciones aceptables para la mayoría de la opinión pública israelí. No será  fácil. Cuando usted se vaya, recibiré a familiares de víctimas del terrorismo.  Me dirán: «¿Cómo se atreven a liberar a 104 presos que asesinaron a nuestros  niños para reanudar las negociaciones?». Yo les diré que entiendo su dolor, pero  que mi objetivo es que no haya más niños que mueran a causa del  terrorismo.

¿O sea que usted apoya la evacuación de los 70.000  colonos que viven en Cisjordania?

Estoy convencido y es  necesario. Me opongo a evacuar poblaciones de Jerusalén o de los bloques de  asentamientos, tal como acordamos con los palestinos. Sé que la evacuación de  70.000 u 80.000 personas de los asentamientos aislados (más allá de los bloques)  será quizás el mayor trauma nacional desde la guerra del Yom Kipur. Y debemos  prepararnos. Si no estuviese convencido de que es algo existencial, renunciaría  a esa evacuación.

¿Espera una violencia  real?

Puede ser que haya episodios violentos concretos. Pero  creo que nuestro suicidio colectivo como nación fue en el año 70, cuando los  judíos se mataron mutuamente en lugar de luchar contra el enemigo romano común y  el segundo templo fue destruido. No creo que eso vuelva a  ocurrir.

Apoya la creación de un Estado palestino. Pero ¿cómo se  puede hacer, cuando en realidad existen dos Palestinas y una de ellas, la  islamista de Gaza, ni siquiera está dispuesta a reconocer Israel como  Estado?

Los palestinos tienen un representante, un presidente  con el que hablamos y que preside un estado observador de la ONU. Hamas es una  organización terrorista antisemita que no está en el poder. Y con movimientos de  ese tipo no hablamos. Si logramos un acuerdo con la Autoridad Nacional Palestina  sobre Cisjordania, a Hamas le ocurrirá lo peor que le puede pasar a una  organización terrorista: pasarán a ser muy aburridos ante los ojos del  mundo.

Dice que si no se crea un estado palestino, el sionismo  estará en peligro. ¿Por qué?

Es una cuestión matemática. En  este momento, entre el Mediterráneo y la frontera con Jordania hay tres millones  de palestinos, sin tener en cuenta el millón y medio de ciudadanos árabes  israelíes, que son algo diferente. Y ese número crece continuamente, más rápido  que Israel, ya que la natalidad es superior. No logro aceptar a quienes dicen  que Dios lo arreglará todo y que no hay motivo de preocupación. Eso es legítimo  en la vida personal, pero no en la vida nacional. Tampoco acepto la tesis de que  los palestinos abandonarán sus casas y se irán. No pasará. Debemos actuar  sabiendo que hay tres millones de palestinos que tienen hijos, que se  convertirán en cuatro, cinco o seis millones, y yo no acepto vivir en un Estado  binacional.

O sea, propone un divorcio justo con los  palestinos.

No un matrimonio feliz, sino un divorcio justo. El  presidente Peres, mi padrino y gran amigo pese a la diferencia de edad, se  enfada un poco conmigo cuando lo digo. Él habla de un nuevo Oriente Medio, pero  nosotros conocemos esta región. En Canadá sería todo más tranquilo. Tenemos que  separarnos de los palestinos y hacer que esa separación sea justa. Todas las  grandes explosiones de violencia han ocurrido después del fracaso de las  negociaciones. Pero eso no le otorga a nadie el derecho a dejar de intentarlo.  No conozco otro camino que intentarlo una y otra vez hasta que tengamos éxito.  Podemos fracasar 80 veces, pero luego surgirán los obstinados -y yo seré uno de  ellos- que digan: «Seguiremos intentándolo». Es cierto que a nuestro alrededor  todo se tambalea, pero eso incrementa la necesidad de la paz. Vivimos en un  mundo de lucha cibernética, de aviones sin piloto, de satélites y armas  sofisticadas. La paz no reduce la estabilidad de tu seguridad, la mejora. Al  final habrá un referéndum.

La UE ha decidido boicotear los  asentamientos de Cisjordania y cortar todo programa de cooperación. Además,  quiere señalar los productos procedentes de los  asentamientos.

La decisión europea no es inteligente. No quiero  ocuparme de si es justo o injusto. Nuestro problema en todo el proceso de  paz es que en el lado palestino hay bastantes sectores radicales rondando. Al  Qaeda, Hamas, Hizbulah, la Yihad Islámica… y todos le dicen a Mahmud Abas lo  mismo: «Pare. En el mundo hay un proceso masivo de deslegitimación de Israel y  lo único que lo puede detener es que negocie con ellos». Y la UE, un minuto  antes de que reanudemos las negociaciones, anuncia el tema de los asentamientos.  Todos los radicales van a Abas y le dicen: «¿Lo ve? No hay que hablar con ellos  ya que, cuando no lo hacemos, la UE hace el trabajo por nosotros». Decisiones  como la de la UE sirven a los sectores radicales que se oponen al proceso de paz  y, por lo tanto, no son inteligentes, pues la intención europea no es  esa.

El Barça ha visitado Oriente Medio y se ha entrenado en  Cisjordania e Israel con niños israelíes y palestinos. ¿Cómo puede una marca  como el Barça contribuir al acercamiento?

En 1982, en la guerra  del Líbano, estuve destinado en la carretera Beirut-Damasco. Era el Mundial en  que el italiano Paolo Rossi le metió tres goles a Brasil. Y allá, en Líbano,  todos apoyaban a Brasil, judíos y árabes. Antes de empezar los partidos de  Brasil disparábamos, disparábamos y disparábamos, unos contra otros, hasta que  el árbitro silbaba. En ese momento, dejábamos el arma de lado y veíamos el  fútbol. Ellos gritaban a favor de Brasil y nosotros hacíamos lo mismo. Cuando  acababa el partido, volvíamos a disparar. El fútbol contiene un gran poder de  pacificación. Es un idioma que todo niño palestino, israelí o español entiende.  El conflicto israelí-palestino, contrariamente a lo que la gente cree, no es  sobre fronteras. No es sobre aspiraciones nacionales, ni por 1967. Es un  conflicto basado en el miedo, la ansiedad y el odio. Por eso, cuando un niño  palestino y uno israelí están lado a lado vestidos con las camisetas del Barça y  apoyando a Messi, les ocurre algo más fuerte que todo lo que sus líderes puedan  hacer. Por eso la visita del Barcelona fue tan  importante.

¿Cuáles serían sus primeras tres decisiones como  primer ministro?

Aprobar los matrimonios civiles, una serie de  decisiones en el campo económico, relacionadas con el bienestar de la  población… pero mi primera decisión sería empujar al máximo el proceso de paz.  Por ejemplo, yendo al Parlamento de Ramala y encontrando la forma de contarles  nuestra narrativa. Si es necesario que me ponga una camiseta y vaya andando a  Ramala, lo haré, porque es lo más importante para nosotros.

¿Cree  que en el futuro puede haber otro magnicidio como el de Yitzhak Rabin, que  quería alcanzar la paz? Usted incluso rechaza tener  guardaespaldas…

No lo sé, hay que tomar medidas para que no  ocurra, pero no podemos dirigir nuestras vidas en base a eso. Cuando mi  padre salió del gueto en la Segunda Guerra Mundial, la familia Lapid dejó de  tener miedo. De adolescente mi padre pasó dos años escondido en un altillo.  Desde la shoa, los Lapid ya no tienen miedo.

 
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