Lina Zakaria (41), no se lo había imaginado. Cuando estallaron en marzo del 2011 los primeros incidentes violentos en la guerra en Siria –“perdón, la revolución”, dice corrigiéndose a sí misma- no pensaba que terminaría en lo que es hoy, un enfrentamiento que ya lleva dos años y medio y que tiene como saldo casi 110.000 muertos, la mitad civiles.
“Estábamos demasiado apagados, demasiado oprimidos como para pensar que se podría llegar a este punto. Pero ahora, la revolución es una realidad y Bashar el-Assad desaparecerá”, nos dice con firmeza, conversando ya más segura, en territorio de Turquía, donde vive desde noviembre del año pasado.
Nacida en Damasco y trasladada junto a su familia de pequeña a Homs, Lina trataba de abrirse camino en su país natal. Estudió Literatura Inglesa en la universidad Al Baath de la capital, trabajó en el sector privado en la industria textil con una empresa que exportaba a Europa y durante cierto tiempo se dedicó a enseñar inglés. Estableció su propia fábrica y aunque dos de sus hermanos vivían en el exterior, pensó que podría tener un futuro en Siria donde había nacido, aunque “es muy difícil vivir con normalidad en un país en el que no puedes tener confianza ni a tu sombra, ya que en cualquier lado pueden estar los ´muhabarat´, los servicios secretos del régimen que no te permiten decir ni una palabra de crítica contra Bashar, el Presidente, que está asesinando a su pueblo y nunca lo respetó”.
Tres meses antes de dejar Siria, hace ya algo más de un año, el fuego llegó a Aleppo, donde Lina estaba residiendo desde hacía ya un tiempo. Su vida corrió peligro en más de una oportunidad -.”En tres ocasiones sentí las balas silbar junto a mi cabeza…sé que los francotiradores me apuntaron y podría haber muerto”. Su casa se convirtió en un peligro. “Las balas habrían sido lo de menos…nos caían bombas y cohetes”.
Y lo peor…el horror. “Una vez pasé por la calle y vi el cuerpo de un hombre sin vida..No sé si era un civil o un rebelde, ya que en Aleppo había comenzado el levantamiento…pero sí sé que a ese hombre, luego de balearlo, lo ataron a un automóvil y lo arrastraron por todos lados, para que la gente lo vea y quede aterrorizada..Yo sé que era por eso..Era sólo carne viva, ya no tenía piel…”.
Lina suspira y la sonrisa que adorna su rostro cada tanto, desaparece cuando comparte sus recuerdos.
“Siria está terminada. El régimen ha logrado destruir cosas muy de fondo, convirtiendo la insurrección en una guerra civil….y ha logrado inclusive dividirnos a nosotros, llevando a hermanos a pelear entre ellos”.
Con esto de “nosotros”, Lina se refiere a su propia comunidad circasiana, una etnia originaria de Circasia en la ex Unión Soviética y dispersa por varios países del mundo, entre ellos su Siria natal y Turquía donde vive hoy. “Hay circasianos en el ejército de Bashar, a los que él ha logrado darles vuelta la cabeza…y estamos aparte los que luchamos contra él. Aquí, en Turquía, donde yo me salvé , hoy trato de ayudar a mis hermanos sirios circasianos, a menudo con el aporte de turcos circasianos… y para el régimen de Bashar, ayudar a los refugiados es ser subversivo..Así que a mí ya sé que me están buscando”.
Duda un momento cuando le pedimos tomarle una foto. Tampoco tiene seguridad si es recomendable publicar su nombre y considera pedirnos darle uno ficticio. Se detiene y piensa, mirando al vacío. “No…está bien..Mejor pon mi nombre verdadero y puedes sí tomarme una foto. No se puede vivir siempre con miedo. Nos bastó eso cuando estábamos allí”.
El miedo, quizás, ya no es su sentimiento diario. Pero el dolor no ha dejado de acompañarla ni un momento. Su personalidad sociable y su ayuda al prójimo, le han hecho acreedora en los meses desde que ha llegado de Siria, de la confianza de mucha gente local que ya la considera su amiga. Esto ha incluido invitaciones a numerosas bodas….a las que, sin embargo, ha decidido no asistir. “En un casamiento, el sentimiento más claro es la alegría…y yo siento que no puedo ir a disfrutar auténticamente de un evento cuando en Siria, todos los días, sigue muriendo tanta gente”.
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