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| sábado diciembre 21, 2024

Netanyahu sobre Iran: las sonrisas como tácticas


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Puede decirse lo que se quiera de Biniamín Netanyahu, después del discurso de ayer en la ONU, donde intentó por todos los medios desenmascarar la hipocresía retórica del presidente iraní Hassan Rohaní. Por ejemplo, se puede decir que el líder israelí es un aguafiestas y un belicista. Cuando todo el mundo festeja el acercamiento entre Estados Unidos e Irán, que signa el fin de la amenaza de un ataque a Siria y también al país de los ayatolas, viene Netanyahu agitando el fantasma de la nuclearización iraní, de la que hace años advierte y nunca se cumple. O que es un paranoico, que ve amenazas de destrucción aun cuando todo indica que la diplomacia triunfa.

O que está preocupado por su interna. En efecto, su avance en las negociaciones con los palestinos y su reiterado compromiso a la fórmula “dos estados para dos pueblos” lo coloca en un aprieto frente a sus socios de la derecha en la coalición de gobierno. Algo les tenía que traer como ofrenda compensatoria. El discurso de ayer, sin demasiada pirotécnica (a diferencia de su discurso anterior, con el dibujito de la bomba y la línea roja) parece haber hecho bien el trabajo. Basta ver hoy la cobertura del diario Israel Hayom, portavoz de Netanyahu: el pasquín gratuito, que ya ha superado a Yediot Ajaronot en tirada, parece haber entrado en éxtasis, describiendo hasta el paroxismo las bonanzas de la pieza de oratoria de su líder.

Lo que no se puede decir del premier israelí es que no tenga cojones. Lo más fácil sería para él plegarse a la corriente, seguir utilizando hasta la sobreactuación sus habilidades retóricas para conquistar los corazones del público que lo mira por TV desde sus sofás en New Jersey, o incluso en la Casa Blanca. En cambio, prefirió casi abrazar la soledad: “Si Israel tiene que plantarse solo frente a Irán, se plantará solo”. Netanyahu fue a Nueva York a sabiendas de que sería atacado por toda la prensa norteamericana y del resto del mundo.

Sólo los republicanos estuvieron de su lado, atacando a Obama por “hacer tratos con tiranos” y no con ellos, lo que pudo haber evitado la huelga del sector público en la superpotencia. Un presentador cómico les respondió: “¿Ustedes atacan a Obama por lograr entenderse con los tiranos más terribles de la Tierra pero no con ustedes, los republicanos? ¿No será que el problema son ustedes?”

Con respecto a la paranoia, como dice el lugar común, que uno sea paranoico no significa que no lo persigan. E Irán es un peligro real, el único problema es cómo ponerlo en evidencia sin caer en el síndrome de “Pedro y el lobo”.

La virtud que tuvo fue la de utilizar la lógica simple, una lógica que en Estados Unidos comprenden muy bien. Rescato algún párrafo: “¿Por qué un país que sostiene que desea energía atómica para fines pacíficos solamente, construye instalaciones nucleares subterráneas y camufladas?” Y lo que marca mejor el absurdo: “¿Por qué un país con colosales recursos energéticos naturales querrá invertir miles de millones de dólares en desarrollar energía nuclear? ¿Por qué habría, un país que deseara desarrollar energía nuclear para fines civiles, de despreciar todas las resoluciones del Consejo de Seguridad y absorber todos los costos de sanciones económicas paralizantes?”

Y otro que nos toca como latinoamericanos, para desenmascarar la hipocresía del nuevo presidente iraní: “Rohaní desde este mismo podio, condenó hace una semana ‘el terrible mal del terrorismo’, sólo que Irán encargó, planificó, y ejecutó atentados terroristas en nada menos que 25 ciudades en cinco continentes, sólo en los últimos tres años”. En otro párrafo mencionó atentados anteriores, y no se olvidó del de la AMIA con sus 85 muertos.

No estaría mal poder creerle a Netanyahu cuando dice que va hacia la creación de un estado palestino. Lo va a hacer si se cumplen dos condiciones: si su coalición no se desmiembra en el intento, y si lo presionan lo suficiente. Como preparándose, ayer repitió sus términos: un estado palestino desmilitarizado que garantice la seguridad de los israelíes, y que los palestinos reconozcan el carácter judío del Estado de Israel. Pero Bibi ya ha probado que cuando lo tratan bien en casa, y lo presionan desde afuera, no tiene problema en flexibilizarse.

¿Y Rohaní? También estaría bueno poder creerle. Aunque con más lentitud y dificultad, el mundo ya puede apreciar que cuando se presiona a Irán, este país puede también pasar, del matonerismo a la Ahmedinejad, a la sonrisa tipo Rohaní. Pero la sonrisa es la táctica, no la estrategia. Una táctica más peligrosa porque es menos clara, y que consiste en negociar para ganar tiempo. Citando al propio Rohaní, al rememorar sus “hazañas” como ex director del equipo negociador por el tema nuclear: “Mientras negociábamos con los europeos en Teherán, instalábamos equipos en Ispahan”. Además, Netanyahu se preocupó muy bien por reiterar una vez más que el plan nuclear iraní no es de propiedad de Rohaní, sino del régimen de los ayatolas del que es fiel servidor, igual que su antecesor Ahmedinejad, del que lo separa apenas el estilo.

Es decir, el plan nuclear iraní sigue su curso, y lo seguirá haciendo a menos que se cumplan las dos condiciones que planteó ayer el premier israelí: continuación de las sanciones económicas, que son las que han traído a la larga a Irán a la mesa de negociaciones, y una amenaza concreta de acción militar que siga siendo creíble. El ambiente que se vive en Washington, sin embargo, es más propenso a aflojar las sanciones, más que a mantenerlas, y la amenaza militar perdió altura con el antecedente sirio. Esto es lo que quita el sueño, hoy por hoy, al gobierno israelí en Jerusalén.

 

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