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| viernes abril 19, 2024

Negociando con Irán


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(Publicado en La Gaceta, 19 de octubre de 2013)

Tras décadas de ocultación, engaños y falsas promesas, los líderes iraníes dicen ahora que están dispuestos a negociar de buena fe el futuro de su programa nuclear. En la reunión de esta semana con los occidentales del P5+1 han puesto sobe la mesa una presentación de power point, de la que poco se sabe, pero que ha bastado para que responsables europeos y americanos proclamen sus esperanzas de poder progresar a partir de ahora. Es más, encandilados por la elección de Ruhani, un moderado en comparación con su apocalíptico antecesor, Mahamud Ahmadinejad, los responsables europeos y americanos dicen estar dispuestos a suavizar las sanciones para dejarle más espacio de maniobra a Ruhani. Craso error.

Una cosa debe estar clara: el actual presidente iraní es parte del régimen, a él se debe y lo que busca es garantizar su continuidad, no transformarlo, renovarlo o acabar con el mismo. Si Teherán se aviene hoy a poner sobre la mesa algo digno sobre lo que hablar (cosa que está aún por determinar) no se debe a que impere una nueva mentalidad entre sus dirigentes, sino a su necesidad de frenar el descontento social que puede llevar a un nuevo estallido y a desestabilizar su férreo control político. El periódico oficialista Keyhan lo decía claramente está misma semana: la economía iraní se habría contraído el año pasado cerca del 6%; el consumo interno habría caído un 2%; la construcción un 32% y la formación de capital un 22%. A lo que habría que sumar, aunque no lo dicen, la constante devaluación de la moneda y una inflación galopante.

Los dirigentes iraníes saben que no pueden agravar aún más las condiciones de vida de millones de personas sin pagar un alto precio político. Y de ahí que estén ahora dispuesto a prometer concesiones cuando ayer no lo estaban. No tiene que ver con un supuesto nuevo talante,mismo con el miedo a ser derrocados. No fue sino el miedo a una invasión americana en 2003 lo que llevó al mismísimo Ruhani a defender la congelación del programa nuclear. Una vez despejado ese temor, todo volvió a su cauce normal. Y por eso hoy Irán está más cerca que nunca de su bomba atómica.

Por eso aliviar ahora las sanciones solo lograría el efecto contrario al que se anuncia: se disiparía otra vez la presión interna sin haber tocado para nada la capacidad tecnológica de producir un ingenio nuclear. Y por eso es más necesario que nunca vincular el levantamiento de sanciones concretas a pasos irreversibles y verificables por los que Irán se incapacité para fabricar una bomba atómica. Quietas las sanciones sin contrapartidas reales sólo puede acabar con los ayatolas disfrutando de su bomba. Cuestión de tiempo.

http://gees.org/articulos/negociando_con_iran_9851

 
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