Días antes del nombramiento de Karnit Flug (58) como gobernadora del Banco de Israel, Lilach Asher-Topilsky (43) era designada directora general del Bank Discount, el tercer banco más grande de Israel. Se convertía así en la tercera mujer que dirige en estos momentos una importante entidad financiera israelí.
Una semana antes, la prensa local destacaba que un tercio de los ministerios en Israel está dirigido por mujeres. Entre ellas, Yael Andorn, la directora general del influyente ministerio de Finanzas.
El nombramiento de Flug fue ampliamente recogido en los telediarios-estrella de las tres grandes cadenas de televisión que presentan tres mujeres: Yonit Levy (Canal 2), Tamar Ish Shalom (Canal 10) y Geula Even (canal público).
Las dos presentadoras estrella de la televisión israelí.
Flug fue felicitada por las cuatro ministras del Gobierno (Tzipi Livni, Limor Livnat, Sofa Landver y Yael German), la jefa de la oposición, la laborista Shelly Yachimovich y la líder del partido de izquierdas Meretz, Zahava Gal-On. En los recientes actos del 40 aniversario de la Guerra de Yom Kipur, el nombre más citado ha sido el de Golda Meir que gobernaba Israel en los años 70.
Cuando recientemente falleció el líder del movimiento ultraortodoxo Shas, el Rabino Ovadia Yosef, muchos ensalzaron a su hija Adina Bar Shalom recordando su labor educativa fuera de las sinagogas y la posibilidad que entre en la política con una posición aperturista.
En los últimos años, hay un aumento de rabinas. Como también de mujeres en puestos importantes de sectores como el empresarial, inmobiliario, publicidad o el cine. Las deportistas suelen ser la gran esperanza en los Juegos Olímpicos desde que la judoka Yael Arad ganará en Barcelona 92 la primera medalla olímpica en la historia de Israel.
Dos carismáticas chicas lideraron en las calles las históricas protestas de los «indignados» en el 2011. Una de ellas es hoy la diputada más joven del Parlamento. Las mujeres siguen siendo la cara, la voz y el motor de los movimientos que luchan contra la ocupación en Cisjordania, supervisan en los chekpoints militares, denuncian cada casa que se construye en los asentamientos o defienden los derechos de los inmigrantes ilegales en Israel.
Karnit Flug, la nueva presidenta del Banco de Israel (Reuters)
Esta lista de algunos datos recientes relacionados con las mujeres en Israel no viene a desmentir la desigualdad. Como en muchos países (demasiados) en todo el mundo, aún hay discriminación no escrita. En general, los hombres aún tienen mejores sueldos y ocupan mejores cargos en el sector público o privado.
El porcentaje de mujeres en todos los Gobiernos desde la creación de Israel en el 48 es muy reducido. Actualmente hay 27 diputadas en la Knesset de Jerusalén formada por 120 miembros.
La cúpula militar sigue siendo una región básicamente masculina pese al nombramiento de Orna Barbivay como primera general en la historia del país. «No me nombraron jefa de Recursos Humanos por ser una mujer. No fue una decisión política o mediática sino la culminación de una carrera encaminada específicamente a este cargo», nos dice la general israelí en su despacho de la sede militar en Tel Aviv. Según sus datos, el 48% de los oficiales son mujeres. «Cuando se creó Israel, no faltaron mujeres en el frente. Hemos abierto las posibilidades y los cargos militares a las mujeres», añade Barbivay que lidera una lucha contra el acoso sexual en el Ejército.
Pero estos datos sí que contradicen estereotipos basados en una agenda más política que de género. Responde, por ejemplo, a una frase escrita en un blog dedicado a las Mujeres en la página electrónica de un diario muy importante de nuestro país. «Ser mujer en Israel es difícil, incluso asfixiante», escribió la autora que quizá no haya paseado mucho por las calles de Israel. Y no me refiero a las discotecas y pubs de Tel Aviv donde el temor a asfixia se debe solo a la cantidad de gente reunida en torno a música, sexo y alcohol.
Ciertamente, el nombramiento de Flug no influye en la situación de la mujer en la comunidad ultraortodoxa. En muchos casos, es la única que trabaja y sustenta la familia donde el marido se dedica al estudio de la Torá. Y tampoco cambia la mentalidad de algunos energúmenos jaredim que piden a las mujeres sentarse en la parte trasera del autobús para «evitar malos pensamientos o rozamientos». Una denigrante exigencia contraría al sentido común y a la Ley que, por cierto, defendía hasta el 2012 una mujer: la presidenta del Tribunal Supremo, Dorit Beinisch.
La ex presidenta del Tribunal Supremo israelí.
Los lamentables incidentes en este sentido-denunciados por valientes religiosas y laicas- reflejan la radicalización de algunos sectores determinados en la amplia y no tan homogénea (como se piensa) comunidad ultraortodoxa. Pero en ningún caso justifican la sentencia «ser mujer en Israel es difícil, incluso asfixiante» ni la comparación de la situación de la mujer israelí con la del resto de países en Oriente Próximo. Pero a veces la agenda hace perder el contacto con la realidad.
Inexplicable como lo que una escritora escribió en esta web al sentenciar que los ultraortodoxos «controlan el kibutz» («…donde ellas tengan que caminar por una acera y los hombres por la otra»). ¿El kibutz? ¿La institución históricamente considerada más laica de Israel y más lejana al barrio ultraortodoxo de Mea Shearim?
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/blogoterraqueo/2013/10/29/las-mujeres-de-israel.html
Dos carismáticas chicas lideraron en las calles las históricas protestas de los “indignados” en el 2011. Una de ellas es hoy la diputada más joven del Parlamento. Las mujeres siguen siendo la cara, la voz y el motor de los movimientos que luchan contra la ocupación en Cisjordania, supervisan en los chekpoints militares, denuncian cada casa que se construye en los asentamientos o defienden los derechos de los inmigrantes ilegales en Israel.
Oh, oh…, de verdad creeis que esa lavor de estas mujeres es digna de admirar, estais seguros?