Jonathan [Tobin] señaló acertadamente, hace unos días, que el hecho de que los palestinos honren a asesinos sanguinarios es una muestra de actitudes culturales que hacen imposible la paz. Pero hay otro indicador que considero aún más revelador: el ensordecedor silencio de la Autoridad Palestina respecto al desposeimiento y la masacre de sus compatriotas en Siria.
Como informó el periodista Jaled Abu Toameh a principios del mes pasado, de los aproximadamente 600.000 palestinos de Siria, la friolera de 250.000 han sido desplazados, según afirma ni más ni menos que el destacado miembro de la Autoridad Palestina Mohamed Shtayeh. Además, más de 1.600 han sido asesinados y miles más han resultado heridos. De los desplazados, la mayoría permanece en Siria, pero unos 93.000 han huido a países vecinos, donde son extraordinariamente mal recibidos: a los palestinos se les ha negado la entrada en Jordania y en el Líbano e, incluso cuando se les admite, sufren un trato discriminatorio. En Jordania, por ejemplo son confinados en campos de forma estricta, pese a que a otros refugiados sirios se les permite moverse libremente por el país; en el Líbano son sometidos a numerosas restricciones laborales, y a menudo viven en la clandestinidad por temor a ser deportados.
Aparentemente, éste es un argumento irrefutable de la urgencia de la creación de un Estado palestino: los palestinos necesitan un país en el que socorrer a sus refugiados procedentes de Siria. De hecho, los judíos emplearon un argumento similar, con gran éxito, para convencer al mundo de la necesidad de un Estado judío tras el Holocausto. Incluso hoy en día los israelíes siguen mencionando habitualmente el rechazo mundial a acoger a los refugiados judíos, abandonándolos a la maquinaria nazi de la muerte, como uno de los numerosos argumentos que justifican por qué un estado judío sigue siendo fundamental: tiene que haber un país cuyas puertas estén siempre abiertas a los judíos perseguidos.
Pero, en vez de emplear este argumento, la Autoridad Palestina se ha tomado muchas molestias por ignorar la crisis siria. Como señalaba Abu Toameh, el presidente de la AP, Mahmud Abás, dedicó apenas dos frases a la cuestión en su discurso del pasado septiembre ante Naciones Unidas, y ni siquiera mencionó a Siria por su nombre:
Durante este y los últimos años, los refugiados palestinos siguen pagando, pese a su neutralidad, el precio del conflicto y de la inestabilidad en nuestra región. Decenas de miles de ellos se ven obligados a abandonar sus campamentos y a huir en otro éxodo en busca de nuevos lugares donde exiliarse.
El resto del discurso estuvo dedicado a atacar a Israel. Así, Abás denunció las muertes de 27 palestinos, causadas “por las balas de la ocupación”, pero no mencionó en ningún momento a los cientos de ellos que han muerto en el conflicto sirio durante este tiempo; cargó contra la construcción de nuevas viviendas judías en Jerusalén, pero no hizo referencia alguna a la masiva destrucción de casas palestinas en Siria.
Esas omisiones no son algo accidental, porque, de hecho, los dirigentes de la Autoridad Palestina no quieren un Estado para socorrer a sus refugiados. Si fuera así, no seguirían exigiendo que todo tratado deberá permitir que los refugiados palestinos se reubiquen en Israel en vez de en Palestina, ni los altos cargos de la AP estarían declarando públicamente que a los refugiados se les negará la ciudadanía en el futuro Estado palestino. La AP tampoco insistiría en realizar intercambios de territorios no superiores a un 1,9%, en vez del 4-6% necesario para albergar a los principales asentamientos; consideraría que este compromiso menor, que ni siquiera reduciría el área total del Estado palestino, vale la pena para poder conseguir tener rápidamente un Estado y empezar a absorber a sus refugiados, del mismo modo que los judíos estuvieron dispuestos a hacer concesiones territoriales mucho mayores en los años 30 y 40 debido a la urgente necesidad de tener un Estado en el que ubicar a sus refugiados.
La crisis siria sigue estando ausente de los puntos de debate de los palestinos, porque éstos están mucho más interesados en destruir el Estado judío -entre otros medios, inundándolo con millones de refugiados palestinos- que en llegar a los acuerdos necesarios para conseguir un Estado propio y en absorber a esos refugiados por sí mismos. Y por eso, precisamente, la paz sigue siendo imposible.
http://elmed.io/el-revelador-silencio-de-la-autoridad-palestina-respecto-a-siria/
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