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| lunes abril 29, 2024

Parasha Vaietze


parasha

Iaacov deja su lugar de nacimiento en Beer Sheva y viaja a Jaran. En el camino se acuesta a dormir soñando con una escalera que conecta el cielo con la tierra, y con ángeles subiendo y descendiendo por ella; Di-s se le aparece y promete que la tierra sobre la cual está acostado será dada a sus descendientes. Por la mañana, Iaacov eleva la piedra sobre la cual apoyó su cabeza como una altar y un monumento, prometiendo que será la casa de Di-s. Iaacov se queda en Jaran, donde trabaja para su tío Laban, cuidando sus ovejas. Laban concuerda en darle su hija menor, Rajel, a quien Iaacov ama, para casarse con ella, como paga por siete años de trabajo. Pero en la noche del casamiento, Laban le entrega a la hija mayor, Lea, un engaño que Iaacov sólo descubre a la mañana. Iaacov se casa con Rajel también, una semana más tarde, luego de aceptar trabajar siete años más para Laban. Lea tiene seis hijos, Ruvén, Shimón, Levi, Iehuda, Isajar y Zvulún, y una hija, Dina, mientras que Rajel es estéril. Rajel le da a Iaacov su sirvienta, Bilá, para tener hijos con ella para Rajel, y dos hijos más, Dan y Naftalí, nacen. Lea hace lo mismo con su sirvienta, Zilpá, de quien nacen Gad y Asher. Finalmente, las plegarias de Rajel son respondidas y nace Iosef. Iaacov ya estuvo en Jaran por catorce años y desea retornar a su casa, pero Laban lo convence de quedarse, ofreciéndole sus ovejas como paga por el trabajo. Iaacov prospera, a pesar de los repetidos intentos de Laban por arruinarlo. Luego de seis años, Iaacov deja Jaran a escondidas, temiendo que Laban no le permitiría irse con la familia y riquezas por las cuales había trabajado. Laban y Iaacov hacen un pacto en el Monte Gal-Ed, y Iaacov continúa viaje hacia la Tierra Santa, donde es encontrado por ángeles.

 

«Laván y Iaakov- Dos Visiones del Mundo»

«Trabajé para ti catorce años por tus dos hijas y seis años por tu ganado» (Bereshit 31:41)

 

El viaje de Iaakov a Jarán se hizo con un alto objetivo espiritual. En Jarán Iaakov allanó el camino para sus descendientes, para que pueda santificar la vida terrenal y revelar las chispas de santidad que están escondidas en lo material. Por ello debía estar alerta y en guardia constantemente, frente a Laván el Arameo, que representa todo lo opuesto a esto. Su visión del mundo y de la vida totalmente opuesta a la de Iaakov, expresó Laván con el argumento de: «las hijas son mis hijas, los hijos son mis hijos, y el ganado es mi ganado». Reclamaba la potestad sobre dos áreas: el educativo (las hijas son mis hijas) y el de la actividad comercial (el ganado es mi ganado). Escuchamos estos planteos también de boca de los «herederos» espirituales de Laván el Arameo. Acepto renunciar a los adultos, ustedes pertenecen a la vieja generación; pero los niños, ellos están creciendo en tiempos modernos y deben «avanzar» con la época. ¿Desean enseñarles judaísmo? ¡Con mucho gusto! Pero con un tinte de «modernismo», «adaptando» la Torá a los tiempos que vivimos. ¡Sólo de esta manera, crecerán como «personas» y podrán desenvolverse como corresponde en este mundo!

«El ganado es mi ganado»- exigía Laván. No me inmiscuyo en los temas de la oración y en vuestra vida religiosa, pero en lo que hace a los negocios -ahí soy yo la autoridad. Deben resignarse y renunciar a sus aspiraciones de conducirse en la vida comercial de acuerdo a los lineamientos de la Torá, siendo meticulosos en todos los detalles y prohibiciones de engaño, invasión del área de los negocios del semejante, etc. De esta manera no se puede llevar adelante un negocio exitoso. En lo que hace a temas comerciales, ¡háganme caso! Argumentaba Laván el Arameo . Por eso Iaakov no podía dormir durante su estadía en Jarán, como dijo: «y se removió mi sueño de mis ojos». Debía asegurarse el dominio total en estos dos temas: la educación de los niños y el desenvolverse en el mundo terrenal específicamente acorde a la Torá. Se requería de él estar atento y no permitir a Laván y su gente entrometerse y digitar su conducta en estos temas.

Y eso es lo que dijo Iaakov a Laván: He trabajado para ti (con una entrega total) catorce años por tus dos hijas (la educación de los niños) y seis años por tu ganado (la actividad comercial) -me esforcé con toda mi alma para que la educación y el sustento se desarrollen sólo de acuerdo a las normativas de la Torá. Esta fuerza heredó Iaakov a sus hijos hasta el final de las generaciones: la de cuidar con entrega y esfuerzo incondicional la educación de los niños, que sea con el estudio de santidad que marca la Torá, y el desenvolverse en todos los temas del hogar y del comercio con las premisas y principios del judaísmo y santidad. (Extraído de www.es.chabad.org)

 

La plegaria del pobre

Por Naftali Silberberg

 

La partida de Jacob de la casa de sus padres en Israel y su viaje a Jarán es una metáfora de la dolorosa excursión experimentada por toda alma judía. En Jarán Jacob trabajó para su tío Labán, quien lo maltrató terriblemente. Sin embargo, tuvo éxito en amasar una gran riqueza y, lo más importante, desposó a las hijas de Labán y crió y educó una familia judía justa en medio de un mar de corrupción. El alma también abandona el seno de su Padre y desciende a un mundo hostil. Ella también, tiene la habilidad de prosperar en su nuevo entorno —para amasar una gran riqueza espiritual y establecer un hogar judío ¡que enorgullece a su Padre!

Antes de que Jacob viaje a Jarán, hace una importante parada técnica en el Monte del Templo. En este lugar más santo, ofrece plegarias a Di-s, rogándole la fuerza y fortaleza para tener éxito en la difícil misión que tiene por delante. En efecto, de acuerdo a las palabras de nuestros sabios, la escalera que le fuera mostrada a Jacob esa noche en su sueño profético, la escalera que estaba «ubicada en la tierra y su extremo llegaba al cielo» es una alusión alegórica a la plegaria. La persona que ora apropiadamente asciende una escalera espiritual, peldaño tras peldaño, hasta que llega a la cima —»su extremo llegaba al cielo» —durante la plegaria de Amidá.

Tomando el ejemplo de Jacob, antes de confrontar el «hostil» entorno laboral, el alma se refugia en el santo ambiente de la sinagoga, cuando ora por el éxito en la misión del día.

El rey David escribió: «Una plegaria del pobre cuando se abre y vuelca sus palabras ante el Señor». El santo Baal Shem Tov interpreta este versículo al estilo jasídico, agregando una maravillosa nueva profundidad al ya profundo mundo de la plegaria

Las diferentes personas enfocan la plegaria con diferentes actitudes. Todos tenemos tantas necesidades y deseos que nos presionan que nos acercamos a Di-s con un largo listado de pedidos. Sin embargo, el pobre —la persona verdaderamente humilde que siente que no tiene nada —sólo tiene un pedido: Su plegaria es que tenga el honor y el placer de «volcar sus palabras ante su Hacedor». Se da cuenta que no hay privilegio más grande que la oportunidad de desahogarse tres veces al día ante el Rey de reyes. Di-s es nuestro padre y nosotros somos Sus hijos amados. ¡Cuan afortunados somos que nuestro Padre Celestial tiene una política de puertas abiertas para Sus hijos!

Muy a menudo nuestras plegarias son egoístas. Mientras que el enumerar nuestras necesidades es una parte vital y fundamental de la plegaria, nunca debemos perder de vista el aspecto más destacado de la plegaria —es un momento de trascendencia; un momento en el que tenemos toda la atención del Amo del Universo. ¡Qué privilegio!

(Extraído  de www.es.chabad.com)

 

 
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