Un argentino-israelí innovó en el método de producción para hortalizas de hojas finas en invernadero, y por eso acaba de ser premiado en México.
Cuando hace siete años comenzaron con el desarrollo de un nuevo método pensado para producir hortalizas de hojas para el mundo kosher, no se imaginaron que esa innovación iba a trascender las fronteras y ser relevante para la agricultura latinoamericana.
Esta denominación quiere decir que una comida es apta para el judaísmo, requisito fundamental para comercializar alimentos en el mercado israelí. Una hortaliza apta (kosher) se diferencia de una que no lo es, por estar libre de insectos.
Para lograr verduras con esta característica en toda la cosecha, se logró –mediante una tecnología de punta – utilizar exitosamente solo el 25% del agua aprobada para este proyecto, se desarrolló un sistema hidropónico en un principio con lana de roca (permite controlar el crecimiento de las plantas sin contacto con la tierra, ahora fue sustituida por coco) dentro de un invernadero completamente hermético, construido de manera que no puedan entrar insectos, doble entrada en la que se abre una puerta solo cuando la otra está cerrada, contando a su vez con grandes ventiladores que se accionan en el momento de la apertura para que no se filtre ningún agente indeseable.
Al tratarse de un invernadero de clima controlado, se manejan las tonalidades de luz, la lluvia, las condiciones climáticas. Es convertir la agricultura e industria, porque uno se asegura la producción con previsibilidad de calidad, cantidad y plazos.
Las verduras en cuestión son las hierbas aromáticas, tomillo, romero, albahaca, ciboulette, también la lechuga y espinaca. Hacer una fruta kosher no tiene ningún secreto, ya que una manzana normal y una manzana apta tienen el mismo tratamiento, pero las hortalizas de hojas tiene que pasar un control estricto para que no tenga ningún insecto o agente externo.
El proyecto no se limita a la tecnología desarrollada, sino que un ingeniero agrónomo acompaña el proceso desde el lugar y transmite el conocimiento a la población que lo pondrá en práctica para que la autonomía sea real. En el caso mexicano fue en los campos que se encuentran entre Toluca y México DF.
Se favoreció la organización en la localidad, la mayoría de empleos es a las mujeres de la región que no tienen ninguna otra oportunidad de trabajo y manutención de sus familias.
El líder de este proyecto es Marcelo Schottlender, un porteño que emigro a Israel en 1973 luego de haberse graduado en la carrera de derecho de la Universidad de Buenos Aires. “Estudié abogacía en Argentina, pero cuando descubrí que un abogado es una persona que busca problemas donde hay soluciones, me fui a dedicarme a la agricultura”.
Él preside la empresa “Iozmah”, basada en Israel y México, especializada en gestión tecnológica e implementación de innovaciones y gracias a su contribución, el sistema de subsidios rurales mexicano cuenta con objetivos medibles, porque los recursos tecnológicos solo van de la mano con acompañados de recursos humanos calificados que aseguran la producción.
“Se llegó a independizar a grupos sociales dependientes de subsidios públicos, es decir a gente que el gobierno quiere ayudar, como las personas de muy alta marginación en México”, así, en diálogo con EL OTRO MATE detalla Schottlender cómo, si bien con impulso oficial en un principio, estos sectores adquirieron autonomía laboral para no necesitar alimentarse de la teta del Estado.
Al no pasar inadvertido tanto en la población como en la economía local, acaba de recibir en México el Prestigioso Premio Miguel Alemán Valdés a la Innovación para la Productividad Agroalimentaria.
El mercado
Cuando se pensó en productos kosher, en un principio fue porque se vio a México como alternativa a la producción de Israel, que volaba hacia Nueva York para el mercado norteamericano. Como el precio soporta transporte aéreo, hacerlo desde el país azteca representaba tierra más barata, agua más barata, impuestos más baratos, mano de obra y costos de producción más baratos para aun público ya existente.
Para cosechar hierbas finas solo hacen falta unos metros cubiertos, en este caso fue media hectárea. Con una plantación de tomate en esa superficie no se puede vivir, en cambio, sí es rentable para este tipo de cultivo. Otra ventaja de las hierbas finas, es que a los 30 días ya hay producción.
Para sorpresa, no hubo tanta necesidad de exportar la producción hacia los vecinos del norte, ya que el precio que obtenían de los supermercados de México DF y las ciudades aledañas por proveer calidad -y vender la verdura bajo esa condición y no a través de la denominación religiosa- era conveniente por el ofrecido en Estados Unidos, generando un ahorro de aproximadamente un 40% en costos de exportación.
Representa una buena alternativa de inversión con una tasa Interna de retorno del 24.61%, valor que es superior a la tasa de rentabilidad mínima aceptable valorada en un 12% y un valor actual neto de $10.526.931.
El envasado donde se venden las verduras dice “acelga sin contacto con la tierra, libre de insectos, libre de fumigaciones y químicos, regada con aguas profundas (no provenientes de los desechos urbanos) y amigable con el medio ambiente”.
“Empezamos a producir acá (en México), y hace cuatro años atrás hubo una oportunidad impensada que la supimos aprovechar; cerraron la frontera entre México y Estados Unidos porque encontraron salmonella en acelgas y supermercados locales compraron toda la producción”, apunta Schottlender.
El abastecimiento es un punto crítico del supermercadismo, ya que la costumbre del cliente a encontrar el producto que busca se renueva cada vez que está frente a la góndola.
Quizás, asegurando la producción quede en el tiempo un fenómeno que Julio Mafud supo plasmarlo en su libro Psicología de la Viveza Criolla. “No es por azar que el tiempo tiene tanta importancia en la vida y en la conversación argentina. Hay tres causas fundamentales que o determinan. Primera causa, el clima permanentemente variable. Segunda, somos o seguimos siendo un país agrícola y ganadero. Tercera, las frases temporales permiten fugarse de los temas íntimos o personales… Una de las cualidades de la mentalidad argentina es palpitar y no racionalizar.”
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