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| domingo abril 28, 2024

Parasha Metzora


parasha

Al comienzo de la Parashá son descriptas las ceremonias de purificación de aquel que había estado impurificado a causa de tzaarat (lepra).

Tras haberse confirmado su curación ofrecía dos aves. Una de ellas era sacrificada y su sangre era recogida en un recipiente en el que había agua tomada de una fuente, un ramo de hisopo, una cinta carmesí y un trozo de cedro. El ave viva era sumergida junto con la cinta, el hisopo y el cedro en las aguas del recipiente y, luego de haber salpicado al que se purificaba, el ave era liberada. Luego rasuraba todos sus cabellos y tras sumergirse en una mikvé quedaba purificado.

Luego la Parashá continúa describiendo la lepra que atacaba a las paredes de una casa y como debía ser purificada.

Por último describe todos los tipos de impureza provocada por flujos corporales o, en el caso de una mujer, por la presencia de sangre y como debían purificarse por inmersión en la mikvé.

 

CASTIGO GRADUAL

 

Como fuera dicho la semana pasada, el castigo de tzaarat sobrevenía a causa de la maledicencia. Pero no era algo repentino.

Primero aparecía el mal en las paredes de la casa del culpable. Si se arrepentía, sólo debía quitar algunas piedras. Si no lo hacía, la casa era demolida.

Luego sus ropas. Si se arrepentía, bastaba con lavarlas. Si no se arrepentía, las ropas eran quemadas.

Por último era el cuerpo. Si se arrepentía, se purificaba. Si no lo hacía, debía “morar solo”.

Siempre Di-s da la posibilidad de arrepentirse y evitar el castigo (siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero).

También nosotros debemos dar otra oportunidad a aquel que actuó mal contra nosotros. Debemos aprender que, así como el Creador da esa posibilidad a todos,

 

Detrás de cada nubarrón hay una bendición

Por Yossy Goldman

 

¿Tiene cada nube una cubierta de plata? ¿Hay una bendición disfrazada dentro de cada maldición? Debemos admitir, no siempre es fácil discernir, pero la mayoría de las veces creemos en este concepto.

La lectura de la Torá de esta semana trata de la purificación de aquellos afectados por un extraño mal similar a la lepra conocido como tzaarat (¡Una palabra inexplicablemente similar a tzores!) La Parashá enumera diferentes tipos de manifestación de tzaarat —en el cuerpo de la persona, en sus ropas o, aun en las paredes de su hogar. En el último caso, si tras el necesario período de cuarentena la mancha no retrocedía, las piedras de la pared afectada tenían que ser quitadas y reemplazadas por piedras nuevas.

Imagine que las paredes de su casa son demolidas. ¿Es una bendición o una maldición? No hay duda que el propietario de la casa en cuestión no se sentirá particularmente bendecido. Pero de acuerdo con nuestros sabios, el caso era a menudo diferente para los israelitas que vivían en Tierra Santa. Los anteriores habitantes cananeos de la tierra habían ocultado sus tesoros en las paredes mismas de sus casas. La única manera en que un israelita podía descubrir esos valores ocultos era si las piedras de la casa debían ser quitadas. Cuando esto ocurría, no llevaba mucho tiempo para que el pobre desdichado dueño de casa afectado por tzaarat se transformara en el rico heredero de una recientemente hallada fortuna. Repentinamente su oscura nube se llenaba de una cobertura de plata, oro y toda clase de objetos preciosos. Para él, en un momento, la maldición se convertía en bendición.

Hace un tiempo el negocio de un amigo fue liquidado. Naturalmente él estaba absolutamente desolado. Tras un tiempo abrió un nuevo negocio, el cual, gracias a Di-s, prosperó. Posteriormente me confesó que, viéndolo en retrospectiva, pudo ver cómo la anterior bancarrota fue verdaderamente una bendición. Aun recuerdo sus palabras: «Antes trabajábamos para los bancos, ahora trabajamos para nuestras familias».

Una mujer de mi congregación sufría una enfermedad cardiaca y los médicos dijeron que necesitaba una operación de bypass. Pero también tenía otras complicaciones médicas que hacían muy peligrosa la operación de corazón. Su calidad de vida era muy pobre. Si salía a caminar, debía detenerse a descansar cada pocos minutos. Entonces, un día, ella sufrió un ataque al corazón. Fue llevada de urgencia al hospital y los médicos dijeron que su única posibilidad de supervivencia era un bypass de urgencia. Había un 50/50 de oportunidad de éxito, pero si no lo hacían no habría ninguna oportunidad. Llevaron a cabo la operación y, gracias a Di-s, se recuperó completamente, disfrutando de muchos años de una calidad de vida grandemente mejorada, con najat de los hijos y los nietos. Por años ella bromeaba «Gracias a Di-s tuve un ataque al corazón. ¡Tuve mi bypass!» No era una broma.

Sería ingenuo sugerir que todo funciona siempre así. La vida no es tan simple, y a veces toma mucho tiempo el ver el bien oculto en los traumas y dificultades de la vida. Pero continuamos creyendo que Di-s es bueno, que lo que El hace realmente es buscar lo mejor para nosotros y que un día, en retrospectiva, veremos cómo cada una de nuestras frustraciones de alguna manera sirvieron para nuestro bien a un largo plazo.

(Extraído de www.es.chabad.org)

 

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