Los que creemos que la coexistencia entre israelíes y palestinos es posible estamos siempre buscando, con el esmero de un coleccionista, líderes en el lado palestino capaces y comprometidos con una solución duradera y justa. Desgraciadamente, el mainstream político palestino -léase: la aristocracia burocrática de la OLP por un lado, y Hamás por otro- está empeñada en extirparlos del poder y de la toma de decisiones como si de un tumor se tratara. Salam Fayad fue, en este sentido, una gran pérdida para la consecución de un Estado palestino democrático, serio y viable puerta a puerta con Israel. El pasado mes de marzo, Abás ha vuelto a atizar a otro líder que, históricamente, ha querido hacer la paz con Israel, el ya defenestrado desde 2011 Mohamed Dahlán, uno de los impulsores de los Acuerdos de Oslo, enfrentado desde 2000 con Arafat por las fallidas negociaciones en Camp David II y el gran enemigo de Hamás entre los palestinos. Abás, como ya ha hecho repetidamente en el pasado, acusó a Dahlán de estar detrás del asesinato de Yaser Arafat.
Dahlán comenzó su andadura política a principios de los ochenta, cuando lideró el movimiento juvenil de Al Fatah en Gaza, y durante esos años pasó por prisión once veces, y aprendió hebreo en las celdas. Después de la Primera Intifada fue deportado a Jordania y luego emigró a Túnez, donde se ganó la confianza de Arafat. Dahlán, es cierto, no tiene una hoja de servicios pulcra. Su fortuna se ha estimado en 120 millones de dólares. En 1997 se descubrió que desvió a su cuenta bancaria casi un millón de shekels mensuales procedentes de los impuestos que generaba el paso de Karni. De hecho, en 2011 se le expulsó de Fatah por presuntos cargos de corrupción, entre otras acusaciones.
Sin embargo, siendo la constelación de políticos de la OLP una suerte de corruptos profesionales, no ha sido el desvío de fondos a sus cuentas la principal razón de la purga; de lo contrario se habría quedado solamente el personal de mantenimiento gobernando la ANP. A Dahlán se le ha acusado de ser un agente de Israel y de la CIA, y por tanto, ha resultado indeseable para las esferas de poder palestino. Pero Dahlán es de los dirigentes palestinos que más ha trabajado por una solución de dos Estados, y de esta manera ha sido el hombre de la OLP en quien más han confiado tanto israelíes como estadounidenses. Mucho antes de que Salam Fayad fuera nuestro hombre en Ramala, Mohamed Dahlán ya era el enemigo número uno de Hamás.
A este respecto, Mohamed Dahlán ha sido la principal piedra que Hamás ha tenido en el zapato para hacerse con el poder absoluto en los territorios palestinos. Ya en 1994 se reunió en Roma con oficiales del Ejército israelí y del Shin Bet, ofreciendo su colaboración para contener al Movimiento de Resistencia Islámico. Después de los Acuerdos de Oslo, Dahlán se puso al frente de una fuerza palestina en Gaza de 20.000 hombres, que colaboraba con la inteligencia israelí y estadounidense para mantener a raya a Hamás.
En septiembre de 2000, su amistad y confianza con Arafat empezaron a deteriorarse. Dahlán se echó las manos a la cabeza cuando el rais rechazó la propuesta de Ehud Barak y Bill Clinton. Como hombre pragmático, sabía que una oferta tan generosa difícilmente volvería a ponerse sobre la mesa; ciertamente, en 2008 Olmert ofreció aún más en Ginebra, y obtuvo de Abás un no por respuesta. Durante la Segunda Intifada, Dahlán fue quien intentaba negociar un alto el fuego con Israel. En 2001 se enfrentó directamente a Arafat, expresando públicamente que el Gobierno palestino adolecía de falta de coherencia.
Posteriormente, en 2007 Hamás le ganó la batalla y se hizo con el control de Gaza. Antes de que los miembros de Al Fatah fueran expulsados a sangre y fuego, más de doscientos muertos mediante, Dahlán gritó en las calles de Gaza junto a miles de seguidores:
¡Hamás son asesinos!
Vanity Fair publicó en 2008 que Dahlán estuvo detrás de un golpe para derrocar al Gobierno de Hamás en Gaza en 2006, bajo un plan estadounidense. Ya sea por ansias de poder o dinero, o por amor a su causa, Dahlán siempre ha entendido que para que Al Fatah lidere una transición hacia la paz con los israelíes, Hamás debe estar fuera de juego.
La acusación de Abás, que además dice carecer de pruebas sustentatorias, unida a la de Nabil Saath, en la que éste sostiene que Dahlán ha formado alianza con Hamás, responde a su temor de que Dahlán se haga con las riendas de Al Fatah y se instale en la mukata. Como informa el periodista israelí Shlomi Eldar, dentro de Al Fatah se está librando una guerra entre los seguidores de Abás y de Dahlán. Éste está inmerso en una campaña de recaudación de fondos en todo el Golfo Pérsico -donde está exiliado- que emplea para ayudar las poblaciones que viven en los campos de refugiados de Cisjordania, y planea, junto a sus seguidores, tomar el relevo cuando el Gobierno de Mahmud Abás caiga a consecuencia de unas fallidas negociaciones con Israel.
Por ello, el rais palestino, que lanza verde para recoger maduro, está intentando así deslegitimar de cualquier manera a su más firme contrincante. Abás, que, en un movimiento político inteligente, podría plantearse hacer piña con Dahlán, no se plantea dicha posibilidad debido a Hamás. El presidente palestino, que dice que no se volverá a presentar a las elecciones presidenciales de la ANP, además de miedo, tiene en demasiada alta estima la unión con Hamás para el futuro de Palestina, una idea que se ha cobrado ya la cabeza de Fayad.
Por su parte, el pasado mes de febrero, ante la expectación que está levantando su regreso, Dahlán declaró a Associated Press:
En lo que estoy interesado es en una salida para nuestra situación política, no en ningún cargo.
Y en referencia a los 8 millones de dólares que ha recaudado para una planta desalinizadora en Gaza:
Hamás y Abás no están haciendo nada para solucionar los problemas de los gazatíes.
A todo esto, los israelíes, siempre previsores, ya han movido ficha: Isaac Moljo, el negociador estrella de Bibi, según cuenta Maariv, ya se habría reunido con Dahlán.
Pese a que creamos que puede darle un impulso a las relaciones con Israel, la jugada de Dahlán puede salir cara. Como advierte Jaled Abu Toameh, un Al Fatah debilitado y con disensiones internas puede potenciar la popularidad de Hamás entre los palestinos.
Sea como sea, Dahlán no se va a quedar de brazos cruzados, y todo apunta a que, si Abás no consigue un acuerdo de paz con Israel, él se hará con el liderazgo de Al Fatah y de la ANP.
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