¡Sustituir el Proceso de Paz por el Proceso de la Verdad!

En este exclusivo para Unidos con Israel, Salomón Benzimra, co-presidente de Canadienses por los Derechos Legales de Israel (CILR), sugiere que con el fracasado proceso de paz palestino-israelí, ha llegado el momento para el lanzamiento de un «Proceso de la verdad» con el fin de comprender los hechos detrás del conflicto.

Ahora que el «proceso de paz» palestino-israelí ha quedado en suspenso, todas las partes interesadas en una paz duradera deberían usar esta bienvenida pausa en las negociaciones sin sentido para volver a examinar la verdadera naturaleza del «socio para la paz» de Israel.

Para entender el espíritu estadounidense, léase la Declaración de Independencia de Estados Unidos y la Constitución de EE.UU. Estos documentos cristalizan los ideales y aspiraciones de la nación estadounidense, centrada en «la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad», y definen los principios rectores de la nación, con base en el imperio de la ley.

Del mismo modo, para entender al actual Israel, leer la Declaración del 14 de mayo de 1948 no deja ninguna duda sobre el carácter judío del estado; su histórica conexión con su milenario pasado; sus ideales morales heredados de los Profetas de Israel; su reconstitución legal, reconocida en el derecho internacional moderno; y su anhelo de paz y cooperación con su población árabe, a la que se le reconocen plenos derechos civiles y religiosos.

Pero cuando se pregunta acerca de la naturaleza de la «nación palestina» en su aparente búsqueda de un «estado palestino», se descubre un panorama totalmente diferente que vale la pena explorar.

Los Verdaderos Objetivos Palestinos Demuestran las Razones para el Condenado Proceso de Paz

El representante oficialmente reconocido del «pueblo palestino» es la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Aquí, «liberación» es una etiqueta recomendada por los tutores de propaganda soviéticos y conscientemente adoptada por los árabes interesados ??en presentarse como víctimas eternas de un abuso u otro – en este caso, del «colonialismo».

De los 33 artículos de la Carta Nacional Palestina, 10 están dedicados a la denigración y final destrucción de Israel, al que considera ilegítimo. Contrariamente a la creencia pública, ninguno de estos artículos fue alguna vez modificado, y mucho menos eliminado. La anterior Constitución de Fatah (1964) trata con los mismos temas en un tercio de su sección «Principios, Objetivos y Métodos», y hace un llamamiento para el fin de la inmigración judía a Palestina. Y de nuevo, una tercera parte del Pacto de Hamas (1988) execra al sionismo, a Israel y a los judíos en general, en los términos más fanáticos.

El Jefe de la AP Mahmoud Abbas en una recepción de homenaje a los terroristas liberados de la cárcel israelí de acuerdo con el proceso de paz. (Foto: Hadas Parush/Flash90)

Los dos tercios restantes de estos documentos se centran en la organización interna, en la estrategia prescrita para llevar a cabo ataques contra Israel y, en el caso de Hamas, en los preceptos islámicos que los justifican. No hay nada en estos documentos fundacionales que celebre la tan cacareada «nación palestina»: ningún logro pasado; ninguna aspiración futura; ningún noble ideal. Hasta el día de hoy, los palestinos han cumplido fielmente sus cartas y las han puesto en práctica en contra de Israel. También han desviado sus carencias sociales y su abominable ideología proyectándolas sobre Israel.

La proyección psicológica (a menudo referida como proyección freudiana) no es nueva para los palestinos y sus partidarios. En 2006, el profesor Sari Makdisi de la UCLA intentó (torpemente) pintar al ministro israelí Avigdor Liberman como un racista y un partidario del apartheid. La absurda diatriba de Makdisi fue refutada con prontitud. Pero el liderazgo palestino recurre regularmente a los mismos mendaces medios y utiliza a Israel como chivo expiatorio, como un mecanismo de autodefensa para ocultar la anomia que siente la sociedad árabe palestina.

‘Las Grandes Mentiras’ Tienden a Pegarse

Familias de las víctimas manifiestan contra la liberación de terroristas durante el proceso de paz. (Foto: Yonatan Sindel/Flash 90)

Acusar a Israel de apartheid pretende ocultar el rechazo palestino a cualquier presencia judía en su medio. Echarle la culpa a Israel de limpieza étnica es un grosero sofisma para enmascarar la verdadera limpieza étnica del barrio judío de Jerusalén durante la ocupación jordana. Llamar a Israel un «estado terrorista» no es más que la paja en el ojo ajeno, cuando se recuerda el papel de vanguardia que los palestinos jugaron en el terrorismo moderno y su glorificación continua de los asesinos en masa. Y, sobre todo, el persistente mantra de que el estado judío está «ocupando» Judea es el más audaz intento de invertir la realidad.

Estas «Grandes Mentiras» tienen una habilidad especial para pegar. Son refritos y a menudo creídas por los medios de comunicación perezosos y crédulos; por profesores universitarios que se dejan llevar por la propaganda en detrimento de la educación; por escritores que están atrapados sin remedio en la defensa marxista de un perdedor pre-designado; por parte de algunos funcionarios europeos que tienen un odio visceral hacia el estado- nación de Israel, y, por desgracia, por los recientes comentarios insinuantes del Secretario John Kerry de EE.UU., principal mediador del fallido proceso de paz, que después se disculpó .

El Fallido Proceso de Paz Pide el Fin de las Ilusiones

Ahora que el «proceso de paz» ha quedado en suspenso, todas las partes interesadas en una paz duradera deberían usar esta bienvenida pausa en las rondas de negociaciones sin sentido para descubrir la verdadera naturaleza del «socio para la paz» de Israel. La verdad debe ser restaurada y ampliamente difundida para evitar las ilusiones que nos han estado persiguiendo durante los últimos 20 años. Y la mejor manera de desenmascarar a los árabes palestinos y para refutar su narrativa es citarlos.

http://unitedwithisrael.org/opinion-replace-peace-process-with-truth-process/

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld