El anuncio reciente relativo a una posible tarifación de servicios online en los Estados Unidos ha ocasionado algo de atención. Pero la verdadera noticia acerca de la Internet -y la que más seriamente nos concierne- es la que ha pasado por demás inadvertida.
El gobierno de Barack Obama anunció el último marzo que su país cedería el control de la Internet el año entrante. En 2015 vence el contrato de supervisión de la Corporación de Internet para Nombres y Números Asignados, conocida por sus siglas en inglés Icann, que otorga y mantiene los nombres de dominio y direcciones de Internet. Obama no quiere seguir siendo el responsable de la misma, de modo que algún otro país o entidad debería ocuparse de ello. China y Rusia han estado presionando por varios años ya para que la función quede en manos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la cual es una agencia de las Naciones Unidas. En una pasada votación de 89 contra 55, los países de la UIT aprobaron un tratado que entra en vigor el próximo año que potencialmente legitima la censura de la Web y el bloqueo de las redes sociales en algunas zonas. Entre otras metas, Moscú y Pekín anhelan que la UIT prohíba el anonimato en la Web, lo que facilitaría la identificación de opositores y rebeldes. Hoy sólo pueden bloquear legalmente los sitios disidentes en sus propias naciones pero no más allá de sus fronteras. Si Estados Unidos abandonase Icann y ellos lograsen imponer su voluntad, la censura online tendrá el potencial de globalizarse.
Vladimir Putin, por ejemplo, ya ha dado algunas señales de qué tipo de Internet desea, como Gordon Crovitz ha mostrado en The Wall Street Journal. En febrero, cerró los portales de los opositores Garry Kasparov y Alexei Navalny. En abril, Pavel Durov, fundador de VKontakte (el Facebook ruso) se vio forzado a vender su empresa a oligarcas allegados a Putin y dejar su país por las presiones a las que fue sometido tras negarse a dar datos a Moscú de varias agrupaciones ucranianas críticas de la anexión rusa de Crimea. Este mes, Rusia adoptó una ley que exige registración ante el estado a los usuarios de redes sociales y blogeros que reciben más de tres mil visitas al día en sus portales. La prensa ha informado que un comité del Kremlin planea exigir a los proveedores de servicios de Internet que otorguen sólo dominios nacionales bajo control oficial. Asimismo, el Parlamento propuso crear una Web nacional desvinculada de la global; la que llevaría el nombre de un popular dibujo animado, Cheburashka.
Google avizoró el peligro y montó una campaña de alerta, consiguiendo que tres millones de personas firmasen una petición online por la libertad en Internet. Enterados del repliegue cibernético de Obama, los Republicanos estallaron en cólera. El Congreso norteamericano se opuso -por unanimidad- a cualquier control de la ONU sobre la Web. Sólo cuando varios congresistas del Partido Demócrata y el propio Bill Clinton hicieron llegar sus reparos a la Casa Blanca, la Administración Obama dio marcha atrás. Sus funcionarios ahora dicen que el contrato podrá ser renovado hasta el 2019, de modo que un nuevo presidente tome la decisión final. Pero la UIT y otros ya han tomado nota de que Icann quedará expuesta en un futuro próximo.
Por supuesto, cierta culpa progresista ha animado toda esta movida irresponsable. Luego de que Edward Snowden filtrara documentos que mostraron que -¡sorpresa!- la Agencia de Seguridad Nacional y la CIA espían, Obama entró en modo apologista y su disposición a desligar su presidencia de los cargos de mala praxis ética ha llegado al extremo de exponer a los internautas del mundo entero a la misericordia civil de China, Rusia, Corea del Norte, Cuba, Irán, Siria o cualquier otro estado-miembro de la ONU que pueda influir sobre la UIT.
En la actualidad muchos gozamos de los beneficios de la Internet. Pero recordemos: fueron los estadounidense sus creadores y fueron ellos quienes, desde su nacimiento y hasta hoy día, garantizaron el libre flujo de información en la misma. Al minuto siguiente de que Washington abandone el control de la Web, si es que finalmente lo hace, ésta correrá el riesgo de dejar de ser abierta o eficiente, o ambas. Si Cherubashka o Explorer fuese la opción, mi decisión está tomada.
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