El Presidente electo de Israel, Reuven Rivlin (74), abogado de profesión y legislador desde 1988, será seguramente muy distinto del “ciudadano número uno” al que sucederá a fin de julio, Shimon Peres. Y no sólo porque no tiene un Premio Nobel de la Paz que ya es una gran carta de presentación.
Rivlin, nacido en Jerusalem, que suele destacar orgulloso que es hijo de ya siete generaciones en la ciudad, cabe suponer pondrá énfasis en el ámbito interno, aunque inevitablemente tendrá también que atender las relaciones y la imagen del país en el exterior. Probablemente, al menos al principio, hasta que se le conozca afuera tanto como se le conoce -y se le quiere- en Israel, “Beit HaNasí” (la residencia presidencial oficial en Jerusalem), no será necesariamente foco de peregrinaje para casi toda figura política, cultural o del deporte, que pise la ciudad y que hasta ahora, no se perdía por nada una foto con el israelí más famoso en el mundo, Peres.
El décimo Presidente de Israel, no servirá de alternativa-ni siquiera inventada- para lidiar con problemas de imagen de Israel cuando se compliquen las relaciones internacionales por políticas del gobierno conservador de Benjamín Netanyahu. El no podrá combinar con mucha facilidad los llamados a negociar con los palestinos pase lo que pase, con las críticas a Hamas, ya que sus propias posturas políticas son más de derecha que las del Primer Ministro. Cuando era Ariel Sharon el que encabezaba el Ejecutivo, Rivlin, como Presidente del Parlamento (Knesset), lo criticó abiertamente por su salida de Gush Katif en la Franja de Gaza y el desmantelamiento allí de todos los asentamientos.
En una entrevista que nos concediera hace unos años, Rivlin dejó en claro que a su modo de ver, retiradas y concesiones, no ayudarán a traer la paz sino que debilitarán a Israel y con ello, invitarán a nuevos ataques. Y nada más lejos de lo que él, este conservador de derecha, desea.
Es que puede parecer contradictorio, al menos para quien resume la situación en esta región, en términos simplistas, colocando a la izquierda como quien desea la paz y a la derecha, como el bando que prefiere la guerra. La ecuación es más compleja que ello. Y Rivlin es un prototipo de la misma: es nacionalista, con posiciones que no tienden a transar fácilmente (lo cual, de todos modos, como Presidente no es muy relevante ya que no es quien ejerce la acción de gobierno), pero defiende con firmeza la necesidad de convivir en paz y en mutuo respeto, todos, judíos y árabes por igual.
Tiempo antes de aquella entrevista mencionada, dado que un grupo de extremistas de derecha había ido a hacer provocaciones en la ciudad árabe norteña de Umm el Fahem, Rivlin, como Presidente del Parlamento, se apersonó en el lugar, a aclarar que la Knesset los representa a todos los ciudadanos por igual. “Ellos habían ido a encender la chispa de la provocación, y yo no lo podía permitir. Me es tan importante defender el derecho judío a nuestra tierra, como defender que esto siga siendo una democracia”, recalcó.
“Rubi”, como se lo conoce ampliamente en Israel, tiene no sólo adversarios políticos sino, seguramente, también enemigos o duros críticos. Pero se ha granjeado el respeto y aprecio de muchos parlamentarios que están en sus antípodas políticas, no sólo por lo cálido de su personalidad y por su don de gente. Se lo ha ganado por su férrea defensa de la democracia, su pluralismo y su decidida lucha, cuando era Presidente del Parlamento, para preservar la independencia del Poder Legislativo, frenar lo que consideraba arrebatos del gobierno contra la Knesset y más que nada, para neutralizar proyectos de ley presentados inclusive por sus propios copartidarios, cuando los consideraba peligrosos para los derechos de la oposición y del régimen democrático israelí.
“Rivlin será un Presidente que una, abrace, un Presidente cálido”, escribió Najum Barnea, respetado editorialista del rotativo “Yediot Ahronot”. “Pero no solamente porque debe serlo, sino porque así es él”.
Su imagen de persona emocional, sencilla, del pueblo, va bien con el rol que por ley, debe tener el Presidente de Israel. Y ello quedó nuevamente en claro cuando el martes, tras la elección, la esposa de Rivlin dijo que seguirán viviendo en su departamento en Jerusalem, el mismo en el que residen hace 40 años, sin que falte nada, pero tampoco con lujos y nada que llame la atención.
Reuven Rivlin es conocido como una persona que tiende a emocionarse con facilidad, a quien se le quiebra la voz cuando toca un tema nacional o humano que le llega de cerca a su corazón. El discurso luego de la votación, no fue una excepción.
Y a ello se agrega un desarrollado sentido del humor.
El martes, al resultar electo, combinó ambas cosas, el humor y la emotividad, al recordar que su padre, el Profesor Yosef Rivlin, quería en 1957 ser el tercer Presidente de Israel, pero ante la popularidad del Presidente en ejercicio Itzjak Ben Zvi, comprendió que no tendría éxito y desistió aún antes de la votación. “Pero mi padre no perdió el tiempo. Tradujo el Corán al hebreo, tradujo las Mil y Una Noches y nunca dejó de estudiar”. Y agregó: “Pero yo no soy tan capaz como él, así que yo solamente será Presidente de Israel”.
Espero que Ruby ayude a eliminar a los enemigos de Israel que viven dentro de sus fronteras.