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| martes marzo 19, 2024

Conclusión a priori; omisiones forzosas


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No parece adecuado elaborar una opinión, un argumento sobre un tema dado, omitiendo hechos y datos fundamentales. Así, la impresión que surge es la de que se busca confirmar una conclusión preconcebida.

Pretender explicar la realidad de Gaza, y la de Hamas, y, en 1036 palabras no mencionar ni una sola vez la palabra “terrorismo”, es, cuanto menos, significativo, cuando Estados Unidos y la Unión Europea (entre otros), consideran a este grupo una organización terrorista.

Pero esto es lo que parecía pretender el artículo de opinión publicado por el diario argentino Clarín el 2 de agosto de 2014.

El texto arrancaba afirmando que:
“Hace rato que el grupo Hamas es una patrulla perdida. Esa organización que nació como una entidad de asistencia social, que es eso lo que significan las siglas de su nombre, ha crecido en Gaza enfrentándose a dos muros. Por un lado, al inevitable de Israel y, por el otro, a la Autoridad Palestina, moderada y pro-occidental que gobierna el espacio más extendido de los territorios palestinos en Cisjordania. Hay otro elemento que “vitaminizó” a esta organización: la propia mano israelí, por la conveniencia de mantener activo a ese aparato inclemente para garantizar la división de la dirección palestina.”

¿Qué fuente y que datos sostendrán esta última aseveración?

En tanto, el Council on Foreign Relations explica que Hamas es el acrónimo de Harakat al-Muqawama al-Islamiya («Movimiento de Resistencia Islámica”). Y apuntaba que el grupo fue fundado por el jeque Ahmed Yassin como “un brazo político local de la Hermandad Musulmana en 1987, tras el estallido de la primera intifada”. Al año siguiente, Hamas publicó su Carta Fundacional.

Por su parte, Matthias Küntzel – politólogo alemán e investigador asociado en el Centro Vidal Sassoon para el Estudio del Antisemitismo (Universidad Hebrea de Jerusalén) – reproducía, en su libro Jihad and Jew Hatred, una declaración significativa de Yassin:
“Debemos ser pacientes… porque el islam se propagará tarde o temprano y tendrá el control sobre todo el mundo”.

El jeque Ahmed Yassin había fundado, en primera instancia, el Mujama al-Islami (Congreso Islámico), que en sus primeros años de existencia – según detalla Küntzel – construyó una sólida base de apoyo a través de trabajo social y educacional, financiado por Arabia Saudita, Kuwait y Jordania. Pero eso sólo era un paso previo, o necesario. Aunque la Zakat (caridad o asistencia) sigue siendo una herramienta fundamental para sus propósitos (y no un fin en sí misma, como se desprendería del artículo de Clarín).

En este sentido, Matthiew Levitt, Senior Fellow y director del Programa Stein en Contraterrorismo e Inteligencia en el Washington Institute, aseguraba en su libro Hamas: Politics, Charity, and Terrorism in the Service of Jihad que:
Hamas depende de sus activistas y organizaciones políticas y sociales para construir la base de apoyo para el movimiento, para detectar y reclutar a futuros operativos, para proporcionar trabajos diarios y para darle cobertura a los operativos y servir como red de apoyo logístico y financiero de las células terroristas del grupo. Muchas veces los operativos de Hamas que dirigen las oficinas políticas y de beneficencia… son, ellos mismos, miembros o ex miembros de células terroristas”.

Prosiguiendo con el texto de Clarín, es llamativo que de las 1036 palabras que lo constituyen, ninguna combinación de cómo resultado la frase “carta fundacional”, ni frase alguna que explique el ideario y los objetivos (declarados) de la “entidad asistencial”.

Dicha carta fundacional establece, en su introducción: “Nuestra lucha contra los judíos es muy grande y muy seria”. Sin mencionar siquiera a Israel que, se supone, y se argumenta, es la “causa” del terrorismo de Hamas.

En el preámbulo de dicha carta se anuncia que “Israel existirá y seguirá existiendo hasta que el islam lo aniquile, como antes aniquiló a otros.”

Así, en el artículo 7, se aclara que “el Profeta… ha dicho: ‘El Día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes combatan contra los judíos (matando a los judíos), cuando el judío se esconderá detrás de piedras y árboles. Las piedras y los árboles dirán: Oh musulmanes, oh Abdulla, hay un judío detrás de mí, ven a matarlo. Sólo el árbol gharkad no lo hará, porque es uno de los árboles de los judíos’”.

Una amenaza o promesa de genocidio de judíos muy evidente.

Y en su artículo 8 se anuncia que:
“La Yihad es su senda, y la muerte por Alá es su más alto anhelo”. Y en el 13 se postula que “no hay solución para la cuestión palestina si no es a través de la Yihad”, porque “las iniciativas, y las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales, están en contradicción con los principios del Movimiento de Resistencia Islámica”.
Mientas que el artículo 34 afirma que:
“Nada sino el hierro puede vencer al hierro. Su [el de los judíos] credo falso y vano sólo puede ser derrotado por el recto credo islámico. A un credo sólo se le combate con un credo, y al final la victoria es para los justos, porque la justicia es ciertamente victoriosa”.

Para Hamas no parece tratarse de un conflicto territorial.

Ninguna ordenación de las 1036 palabras (en un artículo titulado ni más ni menos que “Gaza: el sueño del Estado palestino, arrojado al abismo”) explica la desconexión total y unilateral de Israel de dicha Franja, ni da cuenta de los más de 11.000 cohetes lanzados por el grupo terrorista desde 2005 (desde antes del bloqueo impuesto por Israel justamente debido a dichas agresiones, y con el fin de evitar la entrada de armamento) ni lo túneles construidos por Hamas que se adentran en territorio israelí. Así, soslayadas las agresiones de Hamas, se cancela el derecho de Israel a la auto-defensa (en las tres semanas previas a la operación Margen Protector, según informó el Ejército israelí, 250 cohetes fueron lanzados contra Israel – 450 desde principios de año -; hecho que condujo a dicha operación).

Por el contrario, en 1036 palabras el texto sugiere que el motivo de la creación de Hamas (la “asistencia”) fue pervertido por las políticas israelíes, y que subsiguientemente fue explotado como excusa para imposibilitar la creación de un estado a los palestinos (un estado que los líderes palestinos rechazaron en varias oportunidades; algo que el texto también omite mencionar).

Hamas resulta ser, así, una víctima de las circunstancias (impuestas por Israel), y queda eximido de toda responsabilidad (al igual que la Autoridad Palestina).

Pero el artículo 11 de la carta del grupo terrorista deja bien en claro por qué, para Hamas, es inviable la solución de dos estados:
“… la tierra de Palestina es un Waqf islámico consagrado a las futuras generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio… Esta es la ley que rige para la tierra de Palestina en la sharía (ley) islámica, e igualmente para todo territorio que los musulmanes hayan conquistado por la fuerza, porque en los tiempos de las conquistas (islámicas) los musulmanes consagraron aquellos territorios a las generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio”.

El soslayo de hechos esenciales de la realidad no cancela ni mucho menos a esa misma realidad (a lo sumo la oculta, la posterga).

Omitir es, en definitiva, alterar aquello sobre lo que uno trabaja, escribe o habla; aquello a lo que uno se refiere. Lo que existe y no se incluye, altera el resultado del análisis. Y, cuando lo que no se indica es relevante, el error de la conclusión a la que se arriba es grande. Un Israel con todo el peso de la culpa (retratado como un país en manos de dirigentes “ultra religiosos y ultra nacionalistas”), y un lado palestino que ha sido (y es) un mero actor pasivo (y, aparentemente, “moderado”) que está librado a los caprichos israelíes (lo que resulta en una suerte de “infantilización” de los palestinos: ergo, no son responsables de sus actos), es un error de apreciación relevante.

Porque, ¿podría explicarse de manera correcta lo que es Al-Qaeda sin mencionar sus ataques terroristas?

¿Y podría explicarse la deuda externa argentina obviando la estatización de deuda privada?

 
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