Yo acuso

Yo acuso a las repúblicas y republiquetas sudamericanas-excepto Paraguay-, a sus mediocres líderes y pretensiosos ideólogos de complicidad con Hamás y el terrorismo islámico. Acuso a sus intelectuales, periodistas e ignorantes profesores de estar a favor de la muerte y los usurpadores, de admirar a los asesinos de su propio pueblo y de situarse en el lugar equivocado de la contienda deshonrando así a la democracia y a la libertad. Acuso a Maduro, Galeano, Morales, C. Kirshner y Dilma Rousseff de incrementar el odio y la guerra en lugar de hacerle ver a sus admirados resistentes lo equivocados que están. Yo acuso a Mugica y a Correa, caterva de antimericanos y antisionistas, de despertar al monstruo del antisemitismo creyendo que así podrán meter en cintura al pueblo judío, auténtico mártir en otra guerra estúpida provocada-¡y ahora continuada!-por Hamás con la vana esperanza de que otras naciones árabes vengan en su ayuda. Israel es el verdadero mártir de la contención, el caballero andante, el buen corazón que lamenta las víctimas inocentes que causa mucho más de lo que lo hacen los miles de palestinos que vuelven a desfilar con armas reales y falsas como si nada hubiese pasado. Yo acuso a la Unión Europea de cobarde y de advenediza, pusilánime y estéril, la acuso de alimentar monstruos en su seno y fuera de él con sus donaciones a manos llenas para la construcción de los túneles de la muerte y los misiles que apuntan a Israel.

Yo acuso a los judíos tibios, a los judíos ignorantes de su propia historia y a los rabinos ortodoxos antisionistas de ignorar lo que está en juego-en ese pandemónium que es Gaza- hoy, ahora mismo y para el mundo libre. Yo acuso a los cómodos, a los falsamente conciliadores, a los artistas de medio pelo, a los que se ganan la vida insultando al pueblo hebreo, a los torpes políticos que aceptan que sus ejércitos y gobiernos luchen contra la Yihad global pero se sienten molestos cuando es Israel quien lo hace. Y acuso a los cristianos de Occidente de no acudir en ayuda de sus hermanos de fe en Irak, porque todo éxito de los asesinos islamistas allí es el preámbulo de lo que sucederá aquí. Nunca han engañado tanto las apariencias como en este momento; nunca ha sido tan serviles la prensa, los medios audiovisuales, los corresponsales de guerra como ante el actual y sangriento round que enfrenta a palestinos e israelíes.

Y yo acuso, por fin, a los gazatíes de ser unos suicidas que alimentan a los perros de la guerra mientras éstos los privan de alimentos; les acuso de ignorantes y ocultadores de la verdad, de soñar con destruir a quien más de una vez les ha tendido la mano y cura a sus hijos en sus hospitales y a sus enfermos graves en los centros médicos de las ciudades que Hamás se empeña en bombardear. Yo acuso a los palestinos de buscar una y otra vez su propia ruina a la par que buscar la de Israel. Las cosas no irán a mejor mientras persista esa actitud maximalista, ese viejo deseo de aniquilar a los judíos, estén o no detrás de las piedras como dice Hamás que asevera la tradición islámica. Hemos venido al mundo para servir al mundo, tal y como hace el moderno y renacido estado hebreo, no para esclavizarlo a una fe que desprecia a sus mujeres y a los que no son musulmanes. Los judíos hemos venido al mundo para celebrar la vida, la nuestra y la de los demás, no para adorar la muerte, la de los demás y la nuestra.

Yo acuso, en fin, a todos aquellos que vuelven a lavarse las manos como Pilatos, como si los enemigos islámicos fueran algo lejano y remoto y nada tuvieran que ver con ellos, sus familias, sus países y sus propias casas. Están aquí desde hace años esperando que madure el fruto de su rapiña.