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| viernes noviembre 22, 2024

Parasha Ekev


religion,Valores cristianos de Aplicaciones Didácticas

Moshé continúa su discurso final a los Hijos de Israel, prometiéndoles que si cumplen los preceptos de la Torá, van a ser prósperos en la tierra que están a punto de conquistar y de establecerse, cumpliendo así la promesa de Di-s a sus patriarcas.

Moshé también los reprende por los fallos en su primera generación como pueblo, recordando la idolatría del Becerro de Oro, la rebelión de Koraj, el pecado de los espías, su incitación de Di-s en Taveeirá, Masá y Kivrot Hataavá; «Tú has sido rebelde contra Di-s,» les dice, «desde el día en que te conocí».

Sin embargo, también habla del perdón Divino y de las Segundas Tablas de la ley que Di-s escribió y les dio luego de haberse arrepentido.

Los 40 años en el desierto, les dice Moshé, durante los cuales Di-s los alimentó con el diario Man del cielo, fueron para enseñarles que «el hombre no vive solo de pan, sino de la palabra de Di-s vive el hombre».

Moshé describe la tierra a la que van a ingresar como una tierra que «fluye leche y miel», una tierra bendecida por las siete especies (trigo, cebada, uva, higo, granada, aceite de oliva y dátiles), como el lugar que es el foco de la Providencia Divina en el universo. Los manda a destruir los ídolos de los habitantes anteriores de la tierra, y a ser cuidadosos de no volverse soberbios y pensar que «mi poder y la fuerza de mi mano me dieron esta riqueza».

Un pasaje clave de esta sección es el segundo capítulo del Shemá, que repite los preceptos fundamentales enumerados en el primer capitulo del Shemá y describe la recompensa por observar los preceptos de Di-s y el resultado adverso (hambruna y exilio) por no cumplirlos. También es la fuente del precepto de rezar e incluye una referencia a la resurrección de los muertos en la Era Mesiánica.

 

DESPERTAR DE ARRIBA, DESPERTAR DE ABAJO

 

“Pues esta tierra no es como la tierra de Egipto donde arrojaban la semilla y sacaban agua con el pie, como un jardín… sino que bebe agua de la lluvia del cielo” (11:10-11)

 

La lluvia representa la relación recíproca entre la tierra y el cielo “Un vapor se elevaba de la tierra” y el cielo lo devuelve como lluvia “que empapaba la tierra” (Génesis 2:6). Esto representa la verdad espiritual de que “un despertar desde abajo provoca un despertar desde arriba” —o sea que Di-s responde los hechos, plegarias y anhelos con nutrición de lo Alto.

Esta es la doctrina del riego por la lluvia. La tierra de Egipto no se nutría de las lluvias que caían, sino por las inundaciones periódicas del Nilo. El “Egipcio” espiritual no reconoce la fuente Celestial de las bendiciones de la vida. Cree que todo es generado desde abajo —todo lo que tiene y ha logrado es por su propio trabajo.

El pueblo de Israel estuvo sujeto a la mentalidad egipcia durante cuatro generaciones. Por lo tanto tuvieron que pasar 40 años en el desierto, durante los cuales estuvieron sujetos a circunstancias diametralmente opuestas, en las que el pan diario descendía del cielo y los esfuerzos que uno realizara no tenían efecto en el resultado. Luego que aprendieran esta lección acerca de la verdad de la vida, ellos pudieron entrar a la Tierra de Israel, que “bebe agua de la lluvia de los cielos” —donde los esfuerzos del hombre son cruciales y significativos, aunque están permeados con el reconocimiento y la dependencia de la verdadera Fuente de Todo.

(De los Maestros Jasídicos)

 

 

Viendo la realidad

 

En esta parashá, Moshé hace una asombrosa declaración: “Y ahora, Israel, qué pide Dios de ti fuera de que Le temas…” (Deuteronomio 10:12).

Moshé nos acaba de entregar mandamiento, tras mandamiento, tras mandamiento en nombre de Dios. Y cerca del final de todo, ¿qué nos dice? “Bueno, todo lo que realmente quiere Dios, ¡es que Le temas!”. ¿Que pasó con todas las otras 612 mitzvot que Dios dijo que quería?

¿Por qué quiere Dios que Le temamos? ¿Es una búsqueda de poder? ¿Dios se siente mejor si Le tememos?

La respuesta a todo esto yace en la etimología misma de la palabra “temor”, la cual tiene en hebreo exactamente la misma raíz que la palabra “ver”. “Temer” y “ver” están sumamente conectadas. Como dicen: “La ignorancia es felicidad”. No temes aquello que no ves.

La palabra “temor” se traduciría más correctamente como “consciencia de las consecuencias” o “reconocer la realidad de una situación”. ¿Qué quiere Dios? Él quiere que nos enfrentemos a la realidad y que no nos escondamos de aquello que sabemos que es verdad. Una y otra vez en nuestras vidas, sabemos qué tenemos que hacer, sabemos qué hace sentido – pero no queremos enfrentar la realidad porque es demasiado dolorosa. Elegimos la comodidad de mentirnos a nosotros mismos por sobre la lucha que implica la realidad. Generalmente, la realidad es más difícil. La ilusión siempre es sumamente atractiva.

No quieres enfrentar el hecho de que una relación llegó a su fin. Tú sabes que terminó. Pero no quieres aceptarlo. Entonces te convences de que no ha terminado aún. O no quieres enfrentar el hecho de que has cometido un error y que necesitas cambiar. Es doloroso y humillante pensar que no somos perfectos. Preferimos crear una ilusión de perfección. Por lo tanto, culpamos a otro: a nuestros padres, a nuestra pareja, al mundo, a Dios – ¡a cualquiera con tal de no tener que enfrentar la realidad de que nos equivocamos!

¿Qué pasa con alguien que no quiere enfrentar la realidad de su propia desdicha? Montará una actuación y pretenderá ser muy feliz. No para el mundo, sino para sí mismo. Nadie quiere admitir que está tan perdido que ni siquiera sabe cómo ser feliz.

Entonces, ¿qué quiere Dios de nosotros? Él sólo quiere que seamos honestos. Honestos con nosotros mismos. Siempre sabemos qué es lo correcto, pero rara vez estamos dispuestos a admitirlo (a nosotros mismos). Entonces, Moshé nos aconseja: Ve la realidad. Sé consciente. Todo lo demás vendrá solo. Escóndete de la realidad y perderás el barco. Puede que crees una hermosa ilusión… pero cuando las burbujas revienten, nada quedará. (www.aishlatino.com)

 
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