Los turcos tienen conceptos distintos de lo que constituye una ocupación y lo que es la conquista de una ciudad. Su regla es muy sencilla: tomar una ciudad extranjera por la fuerza es ocupación si dicha ciudad es turca (o musulmana), y la toma de una ciudad por la fuerza es conquista si la ciudad pertenece a una nación extranjera (o no musulmana).
Por ejemplo, los turcos siguen creyendo que la toma de Estambul en 1453 no fue ocupación, sino conquista.
En un discurso de 2012, el presidente Recep Tayyip Erdogan (por entonces primer ministro) dijo: “Al igual que La Meca, El Cairo y Estambul son ciudades del Corán”. En realidad, en el Corán no se menciona el nombre de ninguna ciudad. No importa.
El clérigo musulmán más destacado de Turquía, el profesor Mehmet Gormez, afirmó en 2012: “Conquistar no es ocupar tierras o destruir ciudades y castillos; conquistar es la conquista de los corazones”. Por eso, afirma el clérigo turco, “en nuestra historia nunca ha habido ocupación”. En su historia, en cambio, “siempre ha habido conquista”, según Gormez. Añadió que uno de los pilares de la conquista es “abrir las mentes al islam y los corazones al Corán”.
La mayoría de los islamistas turcos cree que esa justificación religiosa le otorga un derecho conferido por Alá para tomar tierras de infieles por la fuerza de la espada. Eso, irónicamente, no resulta muy diferente de lo que han estado haciendo los islamistas más radicales en amplias zonas de Siria e Irak. Pregúntenle a cualquier comandante del Estado Islámico y les dirá que lo que hacen los yihadistas es “abrir las mentes al islam y los corazones al Corán”.
Tanto el presidente Erdogan como el primer ministro Ahmet Davutoglu han declarado innumerables veces que Gaza y Jerusalén (además de Siria, Irak, Egipto, Somalia y el Magreb) son“asuntos domésticos” turcos.
El 30 de octubre, quien firma estas líneas escribió lo siguiente para el Gatestone Institute:
En realidad, con o sin normalización de las relaciones diplomáticas entre Ankara y Jerusalén, los turcos jamás han ocultado sus intereses últimos en la disputa árabe-israelí: que Jerusalén sea la capital de un Estado palestino, y que Israel retroceda a sus fronteras anteriores a 1967. Hasta entonces, para Erdogan será halal (“permitido”, en el islam) culpar a Israel del calentamiento global, del virus del ébola, del hambre en África y de cualquier otra calamidad que asuele al mundo.
Como queriendo confirmar esta caprichosa visión de las cosas, el viceprimer ministro Yalcin Akdogan ha culpado a Israel de los fracasos democráticos en el mundo árabe: “Israel colabora con regímenes [antidemocráticos] y mantiene su barco a flote”. Así pues, Israel tiene la culpa de que las naciones árabes jamás hayan logrado establecer una cultura democrática… antes o después de 1948, ni antes o después de las revueltas de la Primavera Árabe. Pero, por suerte, los palestinos tienen un nuevo protector.
El primer ministro Davotoglu dijo el pasado 7 de noviembre en un discurso público:
[La mezquita de] Al Aqsa [en Jerusalén] será liberada un día. Los israelíes deben saber que los oprimidos sirios cuentan con un protector. Los oprimidos palestinos también lo tienen. Ese protector es Turquía. Igual que Bursa [la ciudad turca en la que pronunció el discurso] acabó con su ocupación, también los honorables palestinos, honorables musulmanes, acabarán con la ocupación [israelí]. Igual que Osman Gazi [un sepulcro de Bursa] fue liberado, también Al Aqsa será liberada. Al Quds [Jerusalén] es nuestra primera dirección para orar y nos ha sido confiada por la historia. Nos fue confiada por Hazrat Omar. La última vez que hubo libertad en Jerusalén fue bajo nuestro mandato [otomano]. Al Quds es nuestra causa. Es el Gobierno israelí, ocupante y opresor, el que ha convertido Oriente Medio en un atolladero.
Haciéndose eco de ese punto de vista, el presidente Erdogan afirmó que proteger los lugares santos del islam en Tierra Santa es una misión sagrada (para su Gobierno), y advirtió, rotundamente, de que cualquier ataque contra la mezquita de Al Aqsa no se diferenciaba de uno contra la Kaaba en la ciudad santa de La Meca.
Sin duda, Al Aqsa (y Jerusalén) se han convertido, después de Gaza, en una fuerte obsesión para los turcos, y en una mina de votos, sobre todo ante las elecciones legislativas del próximo junio. Y no esperemos que los dirigentes turcos se limiten a tergiversar los hechos; prefieren, con diferencia, la invención pura y dura. Alguien, en algún momento, podría desvelar involuntariamente la verdad mientras intentara manipular los hechos.
Ya que Davotoglu afirmó que “Jerusalén fue confiada a los turcos por Hazrat Omar”, puede que resulte útil refrescar la memoria. Hazrat Omar es Omar ben al Jatab, uno de los califas más poderosos e influyentes de la historia. El profesor Gormez se refirió a él en el contexto de “conquista frente a ocupación” en un discurso de 2012:
Después de que Hazrat Omar conquistara Al Quds [Jerusalén], lo invitaron a rezar en una iglesia [porque aún no había mezquitas en Jerusalén]. Pero rehusó educadamente porque temía que los [conquistadores] musulmanes pudieran convertir la iglesia en mezquita después de que él rezara en ella.
Como los hechos históricos medievales no pueden haber cambiado en los últimos dos años, el principal ulema [erudito religioso], al referirse al califa más poderoso, nos brinda un testimonio inmejorable de que la primera vez que los musulmanes llegaron a Jerusalén no había ni una sola mezquita en la ciudad. ¿por qué? Porque Jerusalén no era una ciudad musulmana. Entonces, ¿por qué los islamistas turcos afirman que sí lo es? Porque antaño fue “conquistada”. Esos mismos turcos, ¿entregarían Estambul a las fuerzas ocupantes que tomaron la ciudad tras la Primera Guerra Mundial, porque su toma en 1920 la convirtió en una ciudad no turca? ¡No, eso no fue conquista, sino ocupación!
Si Erdogan y Davutoglu fueran niños en edad escolar podría decirse que su comportamiento es el de unos matones y unos tramposos.
El míto de la Turquia «laica» pertenece definitivamente al pasado, desde el instante en que un islamista como Erdogan, tomó las riendas de ese pais, y se propuso proceder desde entonces, a su paulatina islamizacion, con las consecuencias politicas y sociales que venimos observando …
Las ínfulas expansionistas de este personaje, no parecen detenerse ante nada, y su apenas velado apoyo al sangriento avance de EI, le retrata cabalmente, evidenciando ante el mundo, su marcada linea «ideológica»…
El recorte de libertades llevado a cabo en aquel pais, desde su llegada a al poder unido a sus tendencias autoritárias y su manifiesto antisemitismo, le retrata como un ser despiadado, sin escrupulos, colérico y engreido, de cuya influencia bien harian en librarse las naciones occidentales, tomando de ello buena nota a la hora de establecer alianzas, militares, económicas, politicas u otras …