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| lunes diciembre 23, 2024

Un tesoro robado a los judíos


Se reparten el botín I

Pocos días después de haber sido designado, personalmente, por el psicopático dictador Adolf Hitler, el comandante en jefe del ejército del aire nazi (Luftwaffe) Mariscal de Campo Hermann Goering (Der Dicke), ocupó su «imperial» despacho y se dio a poner en práctica los descabellados planes que su mente desequilibrada por las drogas y el alcohol elucubró con antelación, cuando apenas solo soñaba con dominar Europa. Su estado de excitación permanentemente exacerbado, lo arrastraba a una furibunda pasión ególatra que le impulsaba a estar autoconvencido de ser un gran amante y conocedor de todas las manifestaciones del arte y la belleza. Hermann Goering ocultaba entre sus costillas la pantagruélica ilusión de poseerlas todas.

Tal así, que una de las primeras órdenes que impartió a sus subordinados inmediatos, fue la de reclutar la mayor cantidad posible de expertos, críticos de arte y maestros en la materia que estuviesen en territorio nazi y con ellos organizar una unidad paramilitar de formación especial, unidad compuesta íntegramente por los más famosos expertos artísticos de Alemania, con la condición de una total fidelidad al régimen nazi.

Goering reunió a los más importantes críticos, maestros, restauradores, escritores y conservadores de arte que en ese momento tuvo al alcance de su poderosa e implacable mano y transformó este grupo de hombres, máximos diletantes de la belleza artística, en una jauría de rapaces de aspecto militar, unidad que fue conocida bajo el apelativo «die kuntsfarshtendeguer», y la destinó a ocupar puestos de acción en todas las ciudades importantes de los países de la Europa sometida, con la expresa misión de detectar y apoderarse como botín de guerra a toda obra de arte que hallasen a su paso. El botín acumulado a fines de la guerra, podría contabilizar millones de piezas artísticas que incluyeron pinturas y estatuas, amén de joyas y otras piezas de gran valor que en muchos de los casos pertenecieron a mansiones y palacios de antiguas realezas, o iglesias y catedrales con especial dedicación a sinagogas y hogares en los que moraban judíos.. Las principales víctimas de estos atracos desalmados, fueron evidentemente los judíos, aunque en muchas iglesias, notaron la desaparición de «alguna que otra» virgencita de oro.

A raíz de una sospechosa oferta de venta de un importante lote de obras pictóricas en Múnich que por su calidad, cantidad y valor monetario solicitado (varios cientos de millones de Euros), los propietarios de las galerías de arte informaron tal novedad a las autoridades impositivas y a la policía de Baviera, quienes ordenaron una investigación minuciosa acerca el origen de aquel misterioso tesoro.

El operativo policial , apoyado por elementos de la autoridad impositiva y personal judicial que venía investigando el tema desde mucho tiempo atrás, condujo a las fuerzas del orden hasta las puertas del domicilio de Herr Cornelius Gurlitt, arquitecto alemán nacido en la ciudad de Dresde, gran diletante y enamorado de las obras pictóricas.

En los salones de su casa, fueron halladas 1.800 piezas artísticas de gran valor.

El Reparto ahora es legal. II

Cornelius poseía en su domicilio,encerrado a «cal y canto» un verdadero tesoro del arte compuesto por 1.800 obras maestras que comprendían trabajos de Picasso, Matisse, Chagall, Van Dick y muchos otros; un elevadísimo porcentaje de ellos, habían sido arrebatados a judíos de toda Europa, quienes terminaron sus vidas en los crematorios.
Cornelius Gurlitt fallece a la edad de 81 años y curiosamente, su testamento especifica que su último deseo es donar las obras al Museo de Bellas Artes de Berna, Suiza, a efectos que en él se depositen todos «sus» cuadros y alli sean cuidados.
Cabe señalar como otra curiosidad informativa, que el progenitor de Cornelius fue uno de los componentes de unidad de «recolectores de piezas artísticas» creada por Goering .

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Imagen del Tratado en Berna

Repentinamente, aparece una ciudadana alemana de nombre Uta Werner, de 86 años de edad, que dice ser prima carnal de Cornelius y que reclama ser heredera legítima e imputa la autenticidad del testamento ante la Suprema Corte Germana.

Mientras tanto, el día 22 de noviembre de 2014, la comisión directiva del Museo de Berna se reune con las autoridades alemanas y decide recibir «en cuidado» la colección bajo el compromiso con los germanos- que pretenden mejorar su imagen de nazis asesinos y que fueron quienes provocaron la mas grande tragedia de la historia – de establecer una «comisión de expertos de arte y letrados judiciales», a efectos de buscar herederos de aquellos que fueron los propietarios desfalcados y restituirles sus propiedades.

Y esta es la solución para este canallesco desfalco : UNA NUEVA COMISION DE EXPERTOS…!

Pasaron 70 años desde que los funcionarios se repartieran el botín…,
Poniendo en práctica un «blanqueo» con aspecto oficial y legal y hasta humanista, aunque es Vox-Populi que en casi la totalidad de museos de Europa se exhiben con todo desparpajo obras que fueron arrebatadas a judíos antes de ser conducidos a su criminal exterminio.

Esa nueva comisión de expertos. ¿Demorará otros 70 años en encontrar algun verdadero propietario…?

 
Comentarios
Sara Magda Perez

Es absoluamente injusto que no busquen herederos Judios para repartirles lo que les pertenece, eso han debido resolverlo hace tiempo. Deberian nombra una comisio’n de experertos Judios paraque hagan un rreclamo en forma.

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