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| domingo diciembre 22, 2024

Cuando la jihad se convierte en genocidio

Columna de opinión: Un ataque terrorista en un café de Sydney, que dejó tres muertos, provocó una conmoción mundial; pero el habitual asesinato en masa de musulmanes por parte de los islamistas deja indiferente al mundo.


No es sólo una jihad de los islamistas contra musulmanes. Es una jihad contra niños.

El martes, más de 130 estudiantes fueron asesinados en Pakistán. Otras 15 niñas fueron asesinadas en la ciudad de Bayda en Yemen. Fueron destrozadas por dos coches bomba junto con 10 adultos.

Es seguro asumir que dentro de un día o dos nos enteraremos acerca de varias otras decenas de niños asesinados en el norte de Nigeria, porque prácticamente es un hecho cotidiano. Y las víctimas no son simplemente niños; son principalmente niños.

En la mayoría de los casos están involucrados atacantes suicidas. En Pakistán hubo, probablemente, nueve hombres talibanes. En Yemen hubo dos.

Las cantidades están aumentando. No hay cifras exactas de las víctimas. El mes pasado, más de 2.500 personas fueron asesinadas, según una fuente y, según un instituto de investigación diferente, más de 5.000 fueron asesinados.

A efectos de comparación, 18.000 fueron asesinados en 2013, según una fuente de investigación que tiende a estimar por debajo. Este año el número total será de casi el doble. Y a este ritmo, el próximo año podría llegar a 50.000.

Un ataque terrorista en un café de Sydney, que dejó tres muertos, provocó una conmoción mundial; pero el ataque de Sydney, así como también la decapitación de personas estadounidenses o británicas por parte del Estado islámico, son la excepción.

Las acciones habituales de la jihad son el asesinato en masa de otros musulmanes. No sólo chiítas. Asesinan a cualquier persona en su entorno inmediato. No discriminan.

Siempre hay explicaciones. Una vez es porque las víctimas rezaban en la mezquita de un imán que se opuso al terrorismo. La próxima vez es porque estudian en una escuela que ofrece educación occidental. Otra vez es porque es una institución educativa gubernamental. Siempre hay razones.

Y al mundo no le importa, siempre y cuando sea auto-genocidio. En el índice de cobertura de los medios de comunicación, un estadounidense vale alrededor de 1.000 africanos. La jihad puede hablar acerca de Jerusalén y Roma, pero la mayoría absoluta de las masacres son llevadas a cabo contra musulmanes.

Por extraño que parezca, algunas de las explicaciones, especialmente las académicas, provienen de la escuela post-colonialista, que apunta un dedo acusador hacia Occidente e Israel. Esta explicación no tiene nada que ver con la realidad, por supuesto, porque la jihad no está luchando contra Occidente o Israel. Está llevando a cabo una masacre en masa, que está empezando a asumir las dimensiones de genocidio, contra hombres y mujeres musulmanes.

La jihad no está luchando por la liberación de la ocupación o la opresión. Muy por el contrario. Está luchando para imponer un régimen de horror. Pero las teorías académicas no siempre necesitan hechos.

Todas las organizaciones jihad comparten un denominador común: Los ejércitos que los enfrentan no logran derrotarlos. El enorme ejército nigeriano no logra derrotar a Boko Haram, el ejército paquistaní no logra derrotar a los talibanes, el ejército iraquí no logra derrotar a ISIS, y hay que admitir que Israel no ha logrado derrotar a Hamas.

En el caso de Pakistán se está volviendo cada vez más peligroso, porque estamos hablando de un país con un arma nuclear. No hay temor inmediato de que esta arma caiga en manos de los talibanes. Pero está claro que el poder que incluye un arma nuclear no tiene sentido en la batalla contra la jihad.

Mientras miles de jóvenes musulmanes de Occidente, y de los estados árabes, se están uniendo a las filas de los que asesinan a sus hermanos musulmanes, y mientras no haya jóvenes que se incorporen a la lucha contra la jihad, el festival de asesinatos en masa continuará. Y no parece haber un cambio real en el horizonte.

http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4604601,00.html

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld