Todos somos parientes de Nisman…

Ayer, 29 de enero del 2015, fue un día de Duelo Nacional no decretado por el Estado si no por el Pueblo Argentino..

Estuve en el Cementerio Israelita de La Tablada por razones personales y no pude dejar de acercarme a la tumba fresca del Fiscal Alberto Nisman de tierra removida desde las profundidades y sembrada de piedras que significan en la religión judía que alguien pasó y dejó su rezo silencioso, y pedí al igual que todos: Justicia. Yo también coloqué una mientras un silencio poblado de almas rondaban sumando otro atentado a la Libertad, a la Pertenencia…una forma más literaria y elegante de decir por Ser Judíos.

Para los que frecuentamos ese lugar para rendir culto de amor y memoria a nuestros muertos pasamos por los lugares que recuerdan a los que fueron asesinados por el antisemitismo siempre vigente y fogoneado según las circunstancias. Pasar por el monumento en memoria del Holocausto, al predio donde están las víctimas de la AMIA y ahora por Nisman suman muchas vidas truncadas por el veneno del odio.

En mi caso personal al lado de mi familiar hay una tumba de una joven que murió en el atentado de la AMIA. Siempre saco de mis ramos de flores algunas y las colocó sobre la grita de mármol repitiendo: “Que algún día se sepa la Verdad”. Es decir que la realidad está al alcance de los ojos, llega al alma y estremece. Todo esto está disperso pero está unido en un camposanto judío con su gran significado viejo como el tiempo. Más allá o más acá están sepultados los sobrevivientes de la Shoá, los activistas, escritores, ciudadanos comunes e idealistas que dieron su tiempo y su vida por el judaísmo. Están las tumbas de los argentinos que lucharon en las guerras de Israel y están los restos de los que se pudieron recuperar de los torturados y matados por el proceso militar. Están todos allí, y sus voces acalladas claman ser escuchadas por los que no los dejarán nuevamente morir.

Como periodista fui invitada a hablar en la Plaza Lavalle, cuando se hacía la convocatorio todos los lunes frente a Tribunales en Memoria Activa, y cuando me tocó dirigir la palabra conté que el florista al que le compraba las flores. un día. le dije que me diera aparte otro ramo para una chica que había muerto en el atentado de AMIA y me respondió que ese ramo me lo iba a regalar siempre él. Al relatar esto destaqué que así es la sociedad entre los amigos y los enemigos con los que convivimos. Y así lo sentí ayer frente a las manifestaciones de la gente que adhirió su pena iluminando la oscuridad del caso Nisman que la ciudadanía vivió como un crimen impune más.

Cuando estaba frente a la tumba del fiscal Alberto Nisman Z´L´ varias mujeres se acercaron y me preguntaron si era familiar. Sí claro, les respondí, a partir de lo que pasó todos somos familiares de Nisman…Las presentes se hicieron presentes porque tenían la necesidad de estar allí, de rezar, de envolverse en banderas argentinas, algunas con un rosario en la mano y otra con una virgen en su remera, otra que había sido enfermera y atendió los heridos de los dos atentados fue a decirle a Nisman que en 20 años nada había cambiado. Una de ellas me pidió que la abrazara porque necesitaba calor humano ante tanta inhumanidad.

En las calles cruces, cartones, velas, flores, banderas de luto, ricos, pobres, inválidos, jóvenes, niños con sus padres, ancianos…sintieron lo mismo…y frente a la solidaridad popular con sus saludos cuando pasaba la caravana funeraria con el ataúd lanzando flores, besos y gritos pensé qué lástima que iba custodiado por tanta policía cuando que ya no lo necesitaba.