Muchos se apresuraron a calificar a la conferencia de las Naciones Unidas sobre el antisemitismo como un paso esperanzador. El hecho de que solo 37 de los 193 Estados miembros de la ONU se molestaran en enviar delegados debería ser suficiente demostración de lo poco que muchos países se preocupan por el actual renacimiento del odio mundial antijudío.
Hubo, sin embargo, un momento del evento que destacó. Durante su discurso ante la conferencia, el filósofo francés Bernard Henri-Lévy identificó la demonización de Israel como el componente clave del antisemitismo contemporáneo, en referencia a lo que él llamó “el delirio de antisionismo”. Fue una ironía especialmente satisfactoria escuchar estas palabras en una institución que tan a menudo ha sido anfitriona de los peores llamados a destruir el Estado judío. Y sin embargo, el consenso internacional, así como el consenso en Occidente, es en gran parte sordo a esa ironía. La mayoría todavía no ve el grado en que el antisionismo es la expresión primaria de hostilidad contra los judíos hoy.
Que las Naciones Unidas hayan proporcionado durante mucho tiempo uno de los principales foros para castigar a Israel difícilmente puede ponerse en duda. La sesión de la Asamblea General actual (2014-2015) ha pasado hasta el momento 20 resoluciones contra Israel, y solo tres en contra de acontecimientos ocurridos en otras partes del mundo. La obsesión desquiciada por condenar al Estado judío es lo suficientemente clara para que todos la vean. Y sin embargo, incluso los líderes mundiales que se manifiestan contra el antisemitismo, a menudo se niegan a ver que esas 20 resoluciones de la ONU contra Israel representan la expresión moderna del antiguo odio antijudío.
Poco después de los atentados de París, Natan Sharansky fue entrevistado por la BBC en su calidad de jefe de la Agencia Judía. Cuando se le preguntó sobre el aumento del antisemitismo, Sharansky intentó hacer referencia a los círculos liberales de Europa en los que Israel recibe una hostilidad casi uniforme. En ese momento el presentador de la BBC intervino, y le dijo que equiparar a los críticos de Israel con los antisemitas sería “peligroso”. Cuando Sharansky intentó distinguir entre la crítica razonable y la tendencia a tratar injustamente a Israel, el presentador respondió que “no quería entrar en una discusión acerca de Israel”.
Otro evento que tuvo lugar en Nueva York hace algunos días ilustra esa misma animosidad anti-Israel. Durante una conmemoración de la liberación de Auschwitz, en una sesión del Concejo Municipal de la ciudad de Nueva York, 40 manifestantes irrumpieron a gritos. Mientras las autoridades los hacían salir de la galería del público, una mujer gritó llena de odio hacia la cámara: “¡Las vidas palestinas importan!”. Bueno, ciertamente. Pero traten de decirle eso a Hamás. Y por otra parte, si las vidas palestinas tanto importan, ¿qué demonios tiene eso que ver con la conmemoración del Holocausto? Este fue, de hecho, otro de los temas recogidos por Henri-Lévy durante su discurso: el fenómeno cada vez más combinado de la negación del Holocausto con la resistencia a la conmemoración del Holocausto.
Este esfuerzo de los activistas anti-Israel de secuestrar conmemoraciones del Holocausto con un mensaje antisionista es, por supuesto, un vicioso —aunque torpe— intento de invalidar el derecho de Israel a existir. Estas personas viven en una narrativa históricamente analfabeta en la que erróneamente creen que las potencias mundiales simplemente le entregaron a los judíos un país perteneciente a otros tras el Holocausto. Al acusar a los judíos de crímenes contra los palestinos comparables a los del nazismo, intentan anular el derecho de los judíos a un Estado.
Constituye una ignorancia similar sobre la historia del antisemitismo no ver cómo esta es nada menos que la última manifestación de un odio antijudío en constante mutación. Esta enfermedad tiene un atractivo sin fin, debido a la forma en que siempre promete liberar a la humanidad, de una manera u otra, “resolviendo” el problema judío. Con gran optimismo, un ex ministro del gobierno holandés expresó recientemente la opinión de que la trasferencia de todos los judíos de Israel a Estados Unidos anunciaría una nueva era de paz mundial. Por supuesto, esta idea se basa en el supuesto de que los judíos egoístas que se aferran a su Estado, cargan con la responsabilidad final de haber metido a la humanidad en los horrores de los conflictos actuales.
El antisemitismo siempre se expresa a través del sistema de valores de cada época. En la Alemania nazi era una seudociencia racial, y en la Unión Soviética las doctrinas marxistas. Durante la Edad Media las enseñanzas de la Iglesia cumplían ese rol. Actualmente, cuando los derechos humanos y la ley internacional están siendo secuestrados para demonizar al Estado judío, la ONU asume un papel similar al que tuvo el papado medieval. Fue alentador, por tanto, escuchar a Bernard Henri-Lévy denunciar el delirio del antisionismo en la cámara de la Asamblea General, exponiendo una verdad que es muy raramente expresada.
Fuente: Revista Commentary. Reproducido por la web del Comité Central Israelita del Uruguay
Un articulo impecable, tanto por la denuncia del antisemitismo que tras el antisionismo se esconde , llevada a cabo , por médio de la linea argumentativa utilizada para sostenerla …
declararse antisemita no es «politicamente correcto» por mas que implicitamente sea permitido, atendiendo a la hipocresia que tristemente impera… hacerlo en cambio empleando la expresion «antisionismo» no solo es admitido, sino incluso valorado positivamente por parte de médios y Estamentos politicos y públicos, los cuales asocian el término «sionista» a conceptos tan disociados a él como pueden serlo «apartheid» o «segregacion» en un ejercicio de ignorancia y cinismo, tan injusto como difamante … Israel no tiene quien le defienda en fóros internacionales, y la impunidad parece campar a sus anchas …