En 2011, el libro “Start-up Nation” escrito por Dan Senor y Saul Singer fue uno de los grandes best-sellers. El tema era simple y poco atractivo: la historia del milagro económico de Israel.
Motivos de orgullo no faltan:
– Israel creo, en 2013, 1.000 nuevas startups, la mayoría dedicadas a la industria de alta tecnología.
– El país que supera por poco los 8 millones de habitantes, destina el 2,5% de su PIB a I+D.
– La inversión de capital riesgo en nuevas empresas, tiene un componente público. Las empresas que así lo desean pueden acceder a una inversión gubernamental que se complementa con fondos privados. Son los fondos Yozma (“Iniciativa” en hebreo), que se estructuran como uno de los elementos clave responsables del panorama emprendedor del país que nacieron en 1995 para crear un mercado real de venture capital en el país, con unos fondos de 210 millones de euros.
– El esfuerzo de la administración israelí a favor de sus startups llevó a que la IMD Business School sitúe a Israel en lo más alto del “ranking” en emprendimiento, de ciberseguridad, capacidad innovadora, inversión en I+D por empresas y cultura de negocios.
En Israel el principal foco de innovación de encuentra en Silicon Wadi, una zona que se encuadra en lo que se conoce como el gran Tel Aviv y que se extiende a ciudades cercanas como Cesarea o Haifa. Ahí se asientan los principales centros de innovación de las grandes empresas tecnológicas del mundo como, por ejemplo, centros de I+D de Intel, IBM, Cisco Systems, SAP, Philips, Hewlett-Packard, Microsoft, Motorola o CA y son muy pocas las grandes empresas tecnológicas que renuncien a apostar por nuevas tecnologías que se están desarrollando en Israel.
Silicon Wadi es el lugar de nacimiento de muchas innovaciones como, por ejemplo, algunas de las startups más interesantes como la app de información sobre transporte público Moovit, el conocido launcher para Android Everything.me , el recomendador de enlaces y noticias Outbrain, la desarrolladora de semiconductores Altair o la plataforma para desarrollar apps Conduit.
La sociedad israelí proporciona 140 científicos, técnicos e ingenieros por cada 10.000 empleados (en Estados Unidos la tasa se situa en 85).
Hace poco el portal especializado Tech Cocktail, publicaba cinco motivos por los que consideraba que las startups israelíes tenían algunos ingredientes más para triunfar, a saber:
“Mentalidad me niego a morir” en la que engloban la forma de pensar de unos ciudadanos que nacieron y vivieron en conflicto permanente.
Llamar la atención sobre la formación militar que, con carácter obligatorio, tienen que seguir todos los habitantes del Estado y que si bien por un lado les impone una suerte de disciplina que conecta con esa mentalidad, también les permite entrar en contacto con todo tipo de tecnologías avanzadas, que luego encuentran una aplicación práctica en el mundo civil cuando se trasladan al mundo startup.
En la cultura israelí no es tan importante ganar dinero, sino estar haciendo algo que marque la diferencia o que en el viejo cliché, “pueda cambiar el mundo”. No es que el dinero no importe, pero no tiene esa importancia capital que vemos en Silicon Valley.
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