Gracias. ¡Guau!, 16.000 personas. ¿Hay alguien aquí de California? ¿Florida? ¿Nueva York? Bueno, éstos son los más fáciles.
¿Qué hay de Colorado? ¿Indiana? Creo que lo tengo. ¿Montana? ¿Texas? Están ustedes aquí en números récord.
Están ustedes aquí, de costa a costa, desde todas partes de esta gran tierra. Y están ustedes aquí en un momento crítico. Están ustedes aquí para decirle al mundo que los informes del deceso de las relaciones entre Israel y EE.UU. no sólo son prematuras, simplemente son falsas. Están ustedes aquí para decirle al mundo que nuestra alianza es más fuerte que nunca. Y gracias a ustedes, y millones como ustedes a través de este gran país, serán aún más fuertes en los próximos años.
Gracias Bob Cohen, Michael Kassen, Howard Kohr y todo el liderazgo del AIPAC. Gracias por vuestro incansable trabajo dedicado a fortalecer la alianza entre Israel y Estados Unidos. Quiero agradecer, muy especialmente, a los miembros del Congreso, Demócratas y Republicanos. Aprecio profundamente vuestro firme apoyo a Israel, año tras año. Ustedes tienen nuestra ilimitada gratitud.
Quiero dar la bienvenida al Presidente Zeman de la República Checa. Sr. Presidente, Israel nunca olvida a sus amigos. Y el pueblo checo siempre ha sido un firme amigo de Israel y del pueblo judío, desde los días de Thomas Masaryk, al comienzo del sionismo.
Usted sabe, señor Presidente, cuando entré en el ejército israelí en 1967, recibí un rifle checo. Ese fue uno de los rifles que nos fue dado por su pueblo cuando los necesitamos en 1948. Así que gracias por estar aquí hoy.
También están aquí dos grandes amigos de Israel, el ex Primer Ministro de España José María Aznar y, hasta el mes pasado, el ex Ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, John Baird. Gracias a ambos por su inquebrantable apoyo. Son ustedes verdaderos defensores de Israel, y son, también, defensores de la verdad.
También quiero reconocer al Embajador de EE.UU. en Israel, Dan Shapiro, por su genuina amistad, Dan, y por el gran trabajo que está haciendo representando a Estados Unidos y al Estado de Israel.
Y quiero reconocer a los dos Rons. Quiero agradecer al Embajador Ron Prosor por el ejemplar trabajo que está haciendo en la ONU, en un foro muy difícil.
Y quiero reconocer al otro Ron, un hombre que sabe cómo aguantar el chaparrón, el embajador de Israel en Estados Unidos, Ron Dermer. Ron, no podría estar más orgulloso de tenerlo representando a Israel en Washington.
Y por último, quiero reconocer a mi esposa, Sara, cuyo coraje frente a la adversidad es una inspiración para mí. Sara divide su tiempo como psicóloga infantil, como una amorosa madre y sus deberes públicos como esposa del primer ministro. Sara, estoy tan orgulloso de tenerte aquí conmigo hoy, de tenerte conmigo a mi lado siempre.
Mis amigos, les traigo saludos de Jerusalén, nuestra capital eterna e indivisible. Y también les traigo la noticia de la que es posible que no hayan oído hablar. Ya ven, mañana estaré hablando en el Congreso.
Ya saben, nunca se ha escrito tanto acerca de un discurso que no ha sido pronunciado. Y no voy a hablar hoy sobre el contenido de ese discurso, pero sí quiero decir unas palabras sobre el propósito de ese discurso.
En primer lugar, permítanme aclarar cuál no es el propósito de ese discurso. Mi discurso no pretende mostrar ninguna falta de respeto hacia el Presidente Obama o hacia el estimado cargo que ocupa. Tengo un gran respeto por ambos.
Agradezco profundamente todo lo que el Presidente Obama ha hecho por Israel, cooperación de seguridad, intercambio de inteligencia, apoyo en la ONU, y mucho más, algunas cosas que yo, como primer ministro de Israel, ni siquiera puedo divulgar ante ustedes porque quedan en el ámbito de la las confidencias que se mantienen entre un presidente estadounidense y un primer ministro israelí. Estoy profundamente agradecido por este apoyo, y también deberían estarlo ustedes.
Mi discurso tampoco tiene la intención de introducir a Israel en el debate partidista estadounidense. Una razón importante por la que nuestra alianza se ha fortalecido década tras década, es que ha sido defendida por ambos partidos y así debe continuar.
Tanto presidentes Demócratas como Republicanos han trabajado juntos con amigos de ambos lados del pasillo en el Congreso para fortalecer a Israel y a la alianza entre nuestros dos países y, trabajando juntos, han proporcionado a Israel generosa ayuda militar y dinero para defensa misilística. El verano pasado hemos visto lo importante que es.
Trabajando juntos, han hecho de Israel el primer socio de libre comercio de Estados Unidos hace 30 años y su primer socio estratégico oficial el año pasado. Han respaldado a Israel para su propia defensa en la guerra y en nuestros esfuerzos por lograr una paz duradera con nuestros vecinos. Trabajar juntos ha hecho a Israel más fuerte; trabajar juntos ha hecho que nuestra alianza sea más fuerte. Y es por eso que la última cosa que alguien que se preocupa por Israel, la última cosa que querría es que Israel se convierta en un asunto partidista. Y lamento que algunas personas hayan malinterpretado mi visita aquí esta semana como haciendo eso. Israel siempre ha sido un asunto bipartidista.
Israel siempre debe seguir siendo un asunto bipartidista. Señoras y señores, el propósito de mi discurso ante el Congreso de mañana es hablar sobre un posible acuerdo con Irán que podría amenazar la supervivencia de Israel. Irán es el patrocinador más importante del terrorismo en el mundo. Miren ese gráfico. Miren ese mapa. Y lo ven en la pared, muestra a Irán entrenando, armando, enviando terroristas a los cinco continentes. Irán envuelve al mundo entero con sus tentáculos de terrorismo. Esto es lo que Irán está haciendo ahora sin armas nucleares. Imaginen lo que Irán haría con armas nucleares.
Y este mismo Irán promete aniquilar a Israel. Si desarrolla armas nucleares, tendría los medios para lograr ese objetivo. No debemos permitir que eso suceda.
Y como primer ministro de Israel, tengo la obligación moral de hablar alto frente a estos peligros, mientras todavía haya tiempo para evitarlos. Durante 2000 años, mi pueblo, el pueblo judío, fue apátrida, estaba indefenso, no tenía voz. Éramos totalmente impotentes contra nuestros enemigos que juraron destruirnos. Sufrimos implacable persecución y horribles ataques. Nunca pudimos hablar en nuestro propio nombre, y no podíamos defendernos.
Bueno, no más, no más.
Los días en que el pueblo judío estaba pasivo ante las amenazas de aniquilarnos, esos días han terminado. Hoy en nuestro estado soberano de Israel, nos defendemos. Y podemos defendernos, nos aliarnos con otros, muy importante, con Estados Unidos de América, para defender nuestra común civilización contra comunes amenazas.
En nuestra parte del mundo y, cada vez más, en todas partes del mundo, nadie hace alianzas con los débiles. Se busca a los que tienen fuerza, a aquellos que tienen voluntad, a aquellos que tienen la determinación de luchar por sí mismos. Así es como se forman alianzas.
Así que nos defendemos y, al hacerlo, creamos la base de una alianza más amplia.
Y hoy en día, ya no estamos en silencio; hoy en día, tenemos una voz. Y mañana, como primer ministro del único estado judío, tengo la intención de utilizar esa voz.
Tengo la intención de hablar de un régimen iraní que amenaza con destruir a Israel, que está devorando país tras país en Medio Oriente, que está exportando terrorismo a todo el mundo y que está desarrollando, mientras hablamos, la capacidad para fabricar armas nucleares, muchas.
Señoras y señores, Israel y Estados Unidos están de acuerdo en que Irán no debería tener armas nucleares, pero no estamos de acuerdo sobre la mejor manera de evitar que Irán desarrolle esas armas. Ahora, desacuerdos entre aliados son naturales de vez en cuando, incluso entre los aliados muy cercanos. Porque son diferencias importantes entre Estados Unidos e Israel. Estados Unidos de América es un país grande, uno de los más grandes. Israel es un país pequeño, uno de los más pequeños. Estados Unidos vive en uno de los barrios más seguros del mundo. Israel vive en el barrio más peligroso del mundo. Estados Unidos es la potencia más fuerte del mundo. Israel es fuerte, pero es mucho más vulnerable. Los líderes estadounidenses se preocupan por la seguridad de su país. Los líderes israelíes se preocupan por la supervivencia de su país.
Ustedes saben que yo creo que eso condensa la diferencia. He sido primer ministro de Israel durante nueve años. No hubo ni un solo día, ni un día en que no haya pensado en la supervivencia de mi país y en las acciones que tomo para asegurar la supervivencia, ni un día. Y debido a estas diferencias, Estados Unidos e Israel han tenido algunos desacuerdos graves en el transcurso de nuestros casi 70 años de amistad.
Ahora, esto comenzó con el inicio. En 1948, el Secretario de Estado Marshall se opuso a la intención de David Ben-Gurion de declarar la condición de estado. Eso es un eufemismo. Se opuso vehementemente. Pero Ben-Gurion, comprendiendo lo que estaba en juego, siguió adelante y declaró la independencia de Israel.
En 1967, mientras un nudo corredizo árabe estaba apretando el cuello de Israel, Estados Unidos advirtió al Primer Ministro Levi Eshkol que si Israel actuaba solo, estaría solo. Pero Israel actuó – actuó en soledad para defenderse.
En 1981, bajo el liderazgo del Primer Ministro Menachem Begin, Israel destruyó el reactor nuclear de Osirak.
Estados Unidos criticó a Israel y suspendió las transferencias de armas durante tres meses. Y en 2002, después de la peor ola de ataques terroristas palestinos en la historia de Israel, el primer ministro Sharon lanzó la Operación Escudo Defensivo. Estados Unidos exigió a Israel que retire sus tropas de inmediato, pero Sharon continuó hasta que se completó la operación. Hay una razón para que mencione todo esto. Lo menciono para resaltar algo. A pesar de los desacuerdos ocasionales, la amistad entre Estados Unidos e Israel se hizo cada vez más fuerte, década tras década.
Y nuestra amistad también capeará el actual desacuerdo, para crecer aún más fuerte en el futuro. Y les diré por qué; porque compartimos los mismos sueños. Porque rezamos, esperamos y aspiramos por ese mismo mundo mejor; porque los valores que nos unen son mucho más fuertes que las diferencias que nos dividen, valores como la libertad, la igualdad, la justicia, la tolerancia, la compasión.
Mientras nuestra región se hunde en la barbarie medieval, Israel es el que defiende estos valores comunes, para nosotros y para ustedes.
Mientras Assad lanza bombas contra su propio pueblo, médicos israelíes tratan a sus víctimas en nuestros hospitales en toda la valla en los Altos del Golán. Mientras cristianos en Medio Oriente son decapitados y sus antiguas comunidades son diezmadas, la comunidad cristiana de Israel está creciendo y prosperando, la única de estas comunidades en Medio Oriente.
Mientras las mujeres de la región son reprimidas, esclavizadas, y violadas, las mujeres de Israel sirven como jueces supremos, CEOs, pilotos de combate, dos mujeres en fila Presidentes del Tribunal Supremo. Bueno, no en fila, sino en sucesión. Eso es bastante bueno. En un Medio Oriente oscuro, salvaje y desesperado, Israel es un faro de humanidad, de luz y de esperanza.
Señoras y señores, Israel y Estados Unidos continuarán estando juntos porque Estados Unidos e Israel son más que amigos. Somos como una familia. Somos prácticamente mishpoje.
Ahora, los desacuerdos en la familia son siempre incómodos, pero siempre debemos recordar que somos una familia.
Arraigados en una herencia común, defendiendo valores comunes, compartiendo un destino común. Y ése es el mensaje que vine a decirles hoy. Nuestra alianza es sólida. Nuestra amistad es fuerte. Y con vuestros esfuerzos será aún más fuerte en los próximos años.
Gracias, AIPAC. Gracias, Estados Unidos. Dios los bendiga a todos.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Bravo. JEV