- Tras la victoria del Likud, el presidente, Reuven Rivlin, que recibe a los partidos para escuchar a quien recomiendan como primer ministro, pide la unión de la sociedad israeli
Bajo la alargada sombra del enfrentamiento sin precedentes entre el liderazgo de Estados Unidos e Israel y tras una tensa campaña electoral, el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu ha iniciado hoy oficialmente el proceso de su formación.
Como marca la ley, el presidente Reuven Rivlin recibe a todas las formaciones elegidas en los comicios del pasado martes para conocer el candidato que desean como jefe de Gobierno. El primero en llegar esta mañana a la sede presidencial en Jerusalén ha sido elpartido conservador Likud. Liderado por Netanyahu, logró una indiscutible victoria con 30 de los 120 escaños de la Knesset(Parlamento israelí).
Conocido por sus llamamientos a favor de la convivencia entre judíos y árabes en Israel, Rivlin está centrado estos días en intentar apagar los incendios de la campaña electoral ya sea por las duras acusaciones entre los partidos de derecha e izquierda como sobre todo por las polémicas palabras de Netanyahu en la jornada de la votación. Ante la posibilidad de una derrota y tras recibir informes en el terreno, el líder del Likud intentó movilizar a la desesperada a los suyos afirmando que «los votantes árabes están acudiendo en masa a las urnas. Organizaciones de izquierdas los están transportando en autobuses».
En sus contactos con las diversas facciones políticas, especialmente la Lista Conjunta Árabe (tercer partido más importante de Israel) Rivlin ha condenado estas palabras.
«La campaña electoral ha sido tormentosa y muy emocional. Es el momento de iniciar el proceso de curación y unión de la sociedad israelí. El Gobierno que se forme está apoyado por la mayoría pero debe dar respuesta a todos los ciudadanos, judíos o árabes, derecha o izquierda, norte, sur, centro o periferia», ha señalado Rivlin al recibir a la delegación del Likud.
Los portavoces de Netanyahu rechazan las acusaciones y criticas por sus palabras sobre el voto árabe. «Se refería a los votantes de la Lista Conjunta que está financiada en el extranjero y muchos de sus integrantes se oponen contundentemente a Israel. El Gobierno ha demostrado con hechos como por ejemplo un enorme aumento de las inversiones en el sector árabe, que apoya la convivencia e integración de todos los ciudadanos. Netanyahu no puso en duda el derecho básico de los árabes israelíes», afirma a ELMUNDO.ES un portavoz del Likud.
Asimismo niegan las informaciones sobre una posible negociación para formar un Gobierno de unidad con el llamado Campo Sionista, liderado por el laborista Isaac Herzog.
Si no hay sorpresas de última hora, el cuarto gobierno de Netanyahu -tercero consecutivo- tendrá un color homogéneo y derechista. Aunque teóricamente no debe tener dificultades para formar su coalición apoyada por 67 diputados (tres partidos derechistas, dos formaciones ultraortodoxas y un nuevo partido centrista de carácter social), en la práctica le esperan muchos obstáculos. Avigdor Lieberman (Israel Beitenu) y Naftali Benettt (Bayit Yehudi) le exigen la cartera de Defensa mientras Netanyahu prefiere que Moshe Yaalon (Likud) siga en el cargo.
Pacto nuclear
Ante el gran éxito del pasado martes, en el Likud afirman que las principales carteras deben quedar en su poder. Dado que Netanyahu prometió el ministerio de Finanzas a Moshe Kahlon (Kulanu), los dirigentes del Likud exigen Defensa y Exteriores.
Pero el gran problema de Netanyahu hoy es el presidente norteamericano, Barack Obama. Tras seis años de enfrentamientos e intentos de reconciliación, la hostilidad llegó a su punto álgido debido al discurso del dirigente israelí en el Congreso en Washington contra el plan nuclear iraní y contra el acuerdo al respecto que Obama intenta cerrar desde hace meses.
En público y en privado, Obama critica ahora duramente a Netanyahu por el uso que hizo del voto árabe como elemento de motivación a los electores del Likud y contra la creación de un Estado palestino. La rectificación de Netanyahu tras los comicios no ha calmado en absoluto a la Administración Obama.
«La primera misión del nuevo Gobierno debe ser reconducir las malas relaciones con el presidente Obama. EE.UU es vital para Israel. Hay que reducir la tensión. A veces hay que bajar la cabeza para proteger esta alianza estratégica», afirma Moshé Gafni, dirigente del partido ultraortodoxo Judaísmo de la Torá.
http://www.elmundo.es/internacional/2015/03/22/550eba44268e3e61168b4570.html
En realidad, personalmente por el bien de Israel, prefiero un gobierno en que no haya NINGUN partido ultrareligioso, pues ya sabemos a donde van, primero de todo al dinero del Tesoro publico y sergundo a anular las leyes que tanto espero el Pais para que todos por igual sirvan en las fuerzas de defensa de Israel, dejen de parasitar y entren en la fuerza laboral del Pais. Si un ultrareligioso por ejemplo en USA,en Inglaterra, en Holanda o donde sea puede cumplir con la religion y trabajar para mantener a su familia no veo razon para que esos mismos ultrareligiosos en Israel vivan parasitariamente.