En la sección Bejukotái Di-s promete que si los Hijos de Israel observan Sus mandatos, disfrutarán de prosperidad material y vivirán seguros en su tierra. Pero también da una dura “reprimenda” advirtiendo sobre el exilio, la persecución y otros sufrimientos que les ocurrirán si abandonan su pacto con Di-s.
Sin embargo, “Aun entonces, cuando están en la tierra de sus enemigos, no los aborreceré ni los despreciaré como para destruirlos y anular Mi pacto con ellos; pues Yo soy el Señor, su Di-s”.
La parashá concluye con las reglas de cómo se calculan los valores de los diferentes tipos de promesas económicas hechas a Di-s.
Aceptar Yugo con Placer
«Si en Mis Estatutos habéis de caminar» (Vaikrá 26,3)
El párrafo bíblico de Bejukotai se abre con el versículo «Si en Mis Estatutos habéis de caminar», y a continuación se promete la recompensa por ello. Parecería como que con esto el Altísimo condiciona la recepción de Sus bendiciones. Sin embargo, el Talmud, explica, que el término hebreo «im» traducido generalmente como «si…» debe ser interpretado aquí como un lenguaje de súplica. Es decir Di-s, no nos está poniendo una condición sino que nos hace un pedido del alma, el Altísimo nos ruega, por así decirlo, `por favor transiten por Mis decretos`.
Se sobreentiende, que un pedido como este por parte de Hashem, no es sólo un pedido, sino también una motivación y una transmisión de fuerza. D-s da las fuerzas y asegura a cada judío que logrará cumplir con él «en Mis Estatutos habéis de caminar». Esto está dirigido también a las personas más alejadas, como está escrito «para que no sea rechazado de El ningún rechazado»
(Likutei Sijot tomo 1, Pág. 281) (www.es.chabad.org)
La Tierra Desolada
La temática de la parashá Bejukotai es “Tojajá” – una serie de predicciones devastadoras de lo que le ocurriría al pueblo judío a lo largo de su historia: exilio, antisemitismo, persecuciones y demás.
Sin embargo sabemos que Dios nos ama y que nunca nos castiga sin dejar de añadir una pizca de amor. No nos sorprende, entonces, que estas “predicciones fatales” contengan también bendiciones ocultas.
Por ejemplo en Levítico 26:33, Dios declara que “los dispersaré entre las naciones”. Esto contiene una bendición oculta ya que, si el pueblo judío se encuentra dividido geográficamente, cuando una parte sufre una persecución, la otra puede continuar.
Además, Levítico 26:22, dice que cuando los judíos estén exiliados “la Tierra (de Israel) estará desolada”. Esto es una bendición también ya que a lo largo de los milenios, diferentes imperios ocuparon la Tierra, e incontables guerras se desataron por su posesión, y sorprendentemente ningún conquistador logró asentarse en Israel de forma permanente o logró hacer que el desierto floreciera. Esto, por supuesto, facilitó el retorno del pueblo judío en el siglo 20, y el consecuente asentamiento en su patria: una bendición oculta.
Dios nos ama muy profundamente, y nos da la seguridad de que a lo largo de la vida, cada nube tendrá un rayo de luz. (www.aishlatino.com)
¿Cómo funciona eso de la “fe”?
Por Eliezer Shemtov
Uno de los desafíos muy grandes para el judío de hoy es el tema de la fe. Con decir “No soy creyente,” ya se considera fuera de combate en cuanto a lo religioso se refiere.
¿Es tan así? ¿Es tan binario, si no estás 100% “adentro” quiere decir que estás 100% “afuera”?
Veamos. La palabra hebrea por “fe”, Emuná, está relacionada etimológicamente con la palabra Imun, o sea adiestramiento o ejercicio. En otras palabras la fe no es algo estático; es algo que se cultiva, crece y da sus frutos.
Todos tenemos fe en algo. Algunos tenemos fe en que el Uruguay haga otro Maracanazo en el próximo Mundial. Algunos no la tenemos. Algunos tenemos fe en que nos entiendan cuando hablamos. Otros no la tenemos. Algunos tenemos fe en la bondad de la gente. Algunos no la tenemos. Algunos tenemos fe en que la Torá es la palabra de D-os; otros no la tenemos. ¿A qué se debe la diferencia entre la gente? ¿Por qué es que algunos creen en determinadas cosas y otros, no?
Creo que depende en gran parte de la educación y de la experiencia personal. Un indio que vive en las Amazonas no te dará nada a cambio de un billete de $2.000; un comerciante en Montevideo, sí (no mucho, por cierto, pero algo es más que nada…) ¿A qué se debe? Es muy sencillo. El indio que nunca vio un billete ve nada más que un pedacito de papel que no le sirve de nada. El comerciante en Montevideo, ha visto cómo este tipo de “papel” representa un valor más allá del de un pedacito de papel y sirve para adquirir cosas concretas. Le conviene recibir ese papelito a cambio de unos kilos de tomates…
En realidad, la gran mayoría de la gente no entiende cómo funciona el sistema monetario y por qué un billete vale tanto más que un pedacito de papel. Simplemente confían. ¿Por qué confían? Basan su fe en la experiencia. Lo ven funcionar todos los días. Si presentas un billete de dos mil pesos uruguayos a un comerciante en un país donde no conocen al peso uruguayo, difícil que te dé algo a cambio. No cree en su valor, porque no tiene la experiencia personal. Claro está que tanto al indio como al comerciante del otro país se le puede explicar que las cosas funcionan distinto a su experiencia personal, pero será difícil que lo crean. Es recién al ver cómo funciona, que adquirirán la experiencia necesaria como para poder creer en el valor del billete la próxima vez que se le presente.
¿Ver es creer? Hay quienes dicen que ver es creer. ¿Es realmente así? Si veo que está lloviendo, ¿por qué tengo que creer que está lloviendo? ¡Sé que está lloviendo!
Parecería que ver y creer no van de la mano, ya que si veo algo no necesito creerlo; a la fe debo recurrir únicamente hasta el momento que tenga la certeza que me da la vista…
Quizás podemos decir que este dicho sí tiene sentido. Al ver algo, nos lleva a creer en otra cosa. Por ejemplo: si de repente empieza a llover, creemos que hay nubes, aunque no las veamos. O sea, al ver una consecuencia creemos en la existencia de su causa y sus características. Claro, es posible que alguien esté creando la lluvia con una manguera, pero aun así tendemos a creer que viene de las nubes, aunque no lo hayamos comprobado. Quizás alguien que trabaja en Hollywood, basado en su experiencia, dudaría de que la lluvia en pleno día soleado esté llegando de las nubes. (Y quizás tenga razón…)
En cuanto al judaísmo se refiere, ocurre algo parecido. Nuestra fe milenaria depende en gran parte de nuestra exposición a su funcionamiento. Es cultivable. Para uno que fue educado en un ambiente en el cual se respeta el Shabat, Shabat será un día sagrado para él. Para el que fue educado en un ambiente en el cual el Shabat no tenía nada especial, Shabat será un día común y corriente, careciente de santidad. Lo mismo es aplicable a todas las facetas del judaísmo.
¿Entonces qué? Hay dos opciones: 1) Si no lo creo, entonces no tiene nada que ver conmigo; 2) Si no lo creo, quizás es debido a mi educación y formación.
El próximo paso está en tus manos. (www.es.chabad.org)
La Fé (Emunáh) es un Don del Cielo, y no la consecuencia de un planteamiento personal, interesado o no, o la resulta de una educacion religiosa orientada a tal fin …
Cabe pues solicitarsela a Di-s, con insistencia en el ruego, y santidad en la conducta, con el fin de ser atendido en nuestra demanda …
Las Bendiciones (Berajot) de las que el pueblo de Israel es hecho receptor, en virtud de la Alianza con él establecida por Di-s, estan supeditadas al compromiso de obediencia y fidelidad contraido por dicho pueblo, en los términos recogidos en la citada Alianza … conviene pues tener meridianamente claro este aspecto, a la hora de entender el designio unico del que es participe el pueblo de Israel, y no buscar en causas ajenas a lo señalados la razon o motivos del mismo …
La exigencia pues es máxima, y discurre en paralelo con el nivel de concienciacion y compromiso que de ella tengamos, de los cuales se deriva posteriormente, una consecuente puesta en práctica …
Quede claro que hablo en terminos estrictamente espirituales, y no ritualistas, los cuales es preciso disociar del sentido que pretendo darle a mi comentario …