«Sientes que estás traicionando a todo el mundo. Porque nadie abandona el Islam«.
Así le describió Sarah a la BBC el proceso por el que pasó cuando decidió «salir del armario» y decirle a sus padres, hace dos años, que ya no quería ser musulmana.
Tenía entonces 17 años. Dice que sus padres la echaron de casa y no ha vuelto a vivir con ellos.
Soheil, un joven nacido en Reino Unido pero criado en «un ambiente islamista radical«, pasó por una experiencia similar.
«Estaba en una espiral de desesperación, en una espiral de auto odio, de asco y de total depresión«.
Soheil creció en el seno de una familia salafista, la rama sunita más extremista del Islam.
En su infancia era muy religioso, pero a medida que fue creciendo su racionalidad científica y su homosexualidad tuvieron un papel clave en su camino hacia laapostasía.
«Es como si estuvieras en prisión y tuvieras la llave para ser libre pero no te dejaras salir a ti mismo. Tú eres tu propio guardián«, describe en un video publicado en You Tube.
Además, tienes que enfrentar «el miedo paralizante de pensar que te vas a quemar eternamente en el infierno«, dijo Soheil.
El día en que Soheil le dijo a sus padres que ya no sabía si Dios existía, su madre lo echó de casa.
Pensamientos suicidas
En la mayoría de las sociedades musulmanas tanto el ateísmo como abandonar el Islam no son una opción tolerada por la comunidad.
Según la ley islámica o ley Sharia, los hijos nacen con la misma religión que sus padres y la interpretación dominante que se hace de la apostasía es que abandonar el Islam es cometer un crimen contra Dios.
Por eso es castigada con la pena de muerte en 13 países del mundo, todos con mayoría de población musulmana, según datos de 2014 de Libertad de Pensamiento.
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Aunque vivían en Reino Unido, donde sí existe la libertad religiosa, cuando reconocieron sus verdaderos sentimientos Sarah y Soheil tuvieron que enfrentarse a sus propias convicciones, a su cultura y a sus familias.
En ese duro proceso, ambos jóvenes tuvieron pensamientos suicidas.
«No pensé que lograría superarlo, por eso consideré muy seriamente suicidarme», le dijo Sarah a la BBC.
A medida que esta joven fue creciendo se fue dando cuenta de que el Islam «no encajaba bien» con su manera de pensar pero mantuvo sus pensamientos en secreto, mintiéndole a su familia, por ejemplo, sobre si rezaba o no.
Pero con el tiempo fue más difícil ocultarlo. Cuando finalmente se lo dijo a sus padres se echaron a llorar.
«Pensaron que el motivo por el que quería dejarla era por beber alcohol o comer cerdo y cosas así, pero obviamente eso ni siquiera era un factor en mi decisión», dijo.
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Descubrir que «no estás solo»
Durante algún tiempo Soheil se sintió relativamente cómodo dentro de los límites del Islam más progresista, pero seguía teniendo preguntas para las que no encontraba respuestas satisfactorias.
Después de mucho leer, investigar y consultar con otros musulmanes, cuenta Soheil que cuando finalmente se decidió a dejar el Islam la experiencia fue «liberadora«.
«Por fin podía ser intelectualmente honesto conmigo mismo».
Y dice que cuando «salió del armario», en términos religiosos, supo que había muchos otros ex musulmanes como él de los que hasta entonces no había oído hablar.
Soheil cree que hay mucha gente con sus mismas inquietudes pero que no se atreve a «salir públicamente del armario«.
Durante mucho tiempo Sarah sintió también que debía ser la única en el mundo que estaba abandonando el Islam, pero poco después de empezar a estudiar en la universidad se unió a un grupo de ayuda a ex musulmanes.
«Sólo saber que no estás sólo ya es suficiente para ayudar a algunos», dijo.
Como Sarah, Soheil también encontró ayuda en la organización Faith to Faithless(Fe para no creyentes) que actualmente conoce a unos 200 exmusulmanes en Londres y otro centenar en el resto de Reino unido.
Su líder, Imtiaz Shams, dice que su grupo también ha sido contactado por una veintena de personas de otras religiones, incluidos excristianos, exmormones y exhindús.
Romper con el entorno
Para Mohammed Shafiq, de la Fundación Ramadhan, que representa a musulmanes en Reino Unido, «si al final tomas la decisión de dejar el Islam estás haciendo una elección consciente de separarte de tu familia y de tu comunidad«.
«Esto se aplica de la misma manera a todas las otras religiones».
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Tanto para Sarah como para Soheil tener que separse de sus hermanos fue una de las partes más duras de todo el proceso.
Con el tiempo y poco a poco ambos jóvenes volvieron a establecer el contacto con sus familias.
Después de cuatro meses Soheil habló por teléfono con sus padres y planeaba visitarlos un fin de semana.
Sarah también volvió a hablar con su madre y con su hermana, pero cree que nunca podrá restaurar la relación con su padre.
Siempre es duro salir de todas las ortodoxias, y cuanto más radicales son, más difícil. También en Israel hay grupos de ayuda para los y las jóvenes que deciden salir de la ultraortodoxia judía, de la que una vez que sales, no ves más a tu familia porque eres repudiada.