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| martes abril 30, 2024

Escritor de los emiratos: En lugar de creer en teorías de conspiración los árabes deben hallar un común denominador con sus enemigos, tales como Israel y Estados Unidos, a fin de asegurar sus intereses


Dr. Khalifa Al-Rashid Sha’ali (imagen: Gulfnews.com)

En un artículo del 6 de junio, 2015 para el diario de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) Gulf News (Noticias del Golfo), el escritor Dr. Khalifa Al-Rashid Sha’ali denunció la afición de los árabes a las teorías de conspiración, que según dijo es compartida por las élites, las masas y los medios de comunicación. Por ejemplo, este escribió, los árabes una vez pensaron que la «entidad sionista» y los Estados Unidos eran sus enemigos supremos, sólo para descubrir un día que es realmente posible cooperar con ellos. Tal pensamiento conspirativo dijo, fue responsable de muchas de las derrotas y problemas de los árabes – incluyendo la pérdida de Palestina en 1948 – debido a que las teorías de conspiración proporcionan una excusa conveniente para los gobiernos árabes a fin de explicar sus fracasos. Además, el pensamiento conspirativo también hace que los árabes no puedan transigir con sus enemigos a fin de asegurar sus intereses supremos, tal como son capaces de hacer otras naciones – como Estados Unidos e Irán, por ejemplo, en sus relaciones actuales. Al-Sha’ali concluyó que los árabes deben encontrar un común denominador con los que ellos creen son sus enemigos, a fin de «poner a salvo [sus] sociedades del flagelo de la guerra, la destrucción y las invasiones».

Lo siguiente son extractos de su artículo: [1]

«Yo me pregunto si nosotros los árabes nos libraremos de nuestro ‘complejo conspirativo»! Desde la Primera Guerra Mundial, hemos creído que tanto Oriente y Occidente están conspirando contra nosotros. El período posterior a la Segunda Guerra Mundial fue establecido en nuestros cerebros en donde todo lo malvado que nos aconteció fue el resultado de las conspiraciones tramadas por los demás. Como resultado, Palestina se perdió y su pueblo fue dispersado. Algunos emigraron y otros permanecieron en la Palestina ocupada; algunos fueron obligados a convertirse en ciudadanos de la entidad sionista. Muchas guerras y batallas siguieron a fin de perseguir a los palestinos en los países vecinos o en cualquier otro lugar donde puedan obtener respiro político.

«Estábamos convencidos de que la razón de todo esto era una conspiración en nuestra contra y que nuestros gobiernos eran totalmente inocentes de todos los males que asolaron a las comunidades árabes. Nosotros también estábamos seguros de que nuestros gobiernos eran indefensos – al igual que nosotros – e incapaces de contrarrestar esta conspiración. Después de Palestina, otros países se perdieron; los árabes fueron objeto de desplazamientos, expulsión, asesinatos, saqueos, pérdida de identidad nacional y de pasaportes y violaciones de los derechos a los demás.

«Sabíamos quién era nuestro enemigo en un punto de la historia. Estábamos seguros, que la punta de lanza era la entidad sionista y todos los que la apoyaron. Recientemente, descubrimos que los que habíamos considerado el enemigo y su punta de lanza no eran nuestros enemigos. Se nos demostró que debemos estar soñando y que el presunto enemigo es en realidad amigo con los que muchos países árabes cooperan! De hecho, la realidad y la cooperación existente en todos los niveles y en todos los campos entre los sistemas de gobierno árabes y los Estados Unidos – por ejemplo – refuerzan el hecho de que los Estados Unidos no es un enemigo de los árabes y musulmanes [tampoco].

«Si, teóricamente, aceptamos que existen conspiraciones contra nosotros, la pregunta que surge es: ¿Qué han hecho nuestros líderes y las élites políticas para librar a nuestros países y sociedades de los problemas causados por estas conspiraciones? O simplemente se han rendido? Asumiendo que esto es cierto, los palestinos sufren junto con los somalíes, iraquíes, sirios, yemeníes y otros.

«La hipótesis alternativa es que la conspiración es producto de nuestra imaginación, un perchero en el que los árabes cuelgan todos sus fracasos. Muchos de nuestros intelectuales y élites políticas creían en la farsa y lo mismo hicieron nuestros medios oficiales y privados porque las ‘masas’ lo exigían. Desafortunadamente, nuestros medios de comunicación son utilizados sólo para darle a las masas lo que demanden, nunca han sido un líder de las masas y nunca han guiado el discurso político.

«La verdad es que a nivel individual, político, socioeconómico y cultural, estamos en conflicto con nosotros mismos y los demás. Creamos demonios a fin de combatirlos y maldecirlos. No sabemos cómo resolver las diferencias a través del diálogo a fin de alcanzar un común denominador con los que creemos son nuestros enemigos, con el fin de poner a salvo a nuestras sociedades del flagelo de la guerra, la destrucción y las invasiones. Nuestro mayor error es que no diferenciamos entre los conflictos existenciales y conflictos sobre intereses. No sabemos lo que queremos del otro y lo que el otro desea de nosotros. Estamos ciegos al hecho de que estamos viviendo en un mundo cambiante, donde los intereses cambian a cada segundo. No nos damos cuenta que como resultado de esta ignorancia no podremos tomar las decisiones correctas. Las políticas de los países no son impulsadas por las emociones sino por los intereses de su pueblo. Si es necesario, sacrificaran al otro si es del interés de su seguridad nacional.

«Si aplicamos este conocimiento a nuestra relación con Estados Unidos e Irán, podemos renunciar a algunos intereses en las discusiones con estos dos países que están en contra nuestra, ya que ambos países amenazan nuestra existencia como árabes. Si este entendimiento es aplicado a la relación entre Estados Unidos e Irán, entonces entenderemos que los problemas entre estos dos países tienen un interés común y que ambas partes entienden exactamente lo que quieren del otro. Sus compromisos van de acuerdo a sus intereses y por el bien de sus intereses estos están totalmente dispuestos a sacrificarnos porque simplemente no sabemos en qué comprometernos; hemos jugado todas nuestras cartas y ya no tenemos nada más que ofrecer como compromiso. Por lo tanto, la reunión en Camp David el pasado mes fue una conclusión dolorosa de nuestra relación con una potencia cuya amistad sospechamos pero no podemos garantizar nuestra existencia sin ella».


[1] Gulfnews.com 6 de junio, 2015.

 
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