¿El acuerdo propuesto con Irán evita realmente que los mulás lleguen a desarrollar en algún momento un arma nuclear? ¿O simplemente retrasa ese momento unos cuantos años? Es la cuestión clave que todavía no ha sido respondida con claridad.
En su declaración sobre el acuerdo, el presidente Obama pareció sugerir que a Irán nunca se le permitirá desarrollar un arma nuclear. Dijo que “este acuerdo a largo plazo con Irán (…) impedirá que consiga un arma nuclear”. Y reiteró esta afirmación: “Gracias a este acuerdo, la comunidad internacional podrá verificar que la República Islámica de Irán no podrá desarrollar un arma nuclear”. Estas afirmaciones, aparentemente categóricas, pretendían asegurar al mundo que el presidente Obama mantendría su anterior promesa de que nunca se permitiría que Irán desarrollara armas nucleares.
Pero ¿es eso lo que consigue el acuerdo? O, como dicen muchos críticos del mismo, ¿en realidad no asegura que a Irán se le permitirá desarrollar un arsenal nuclear tras un retraso de pocos años? Ésta es la cuestión clave que la Administración Obama se ha negado a responder directamente. Debe hacerlo antes de que al Congreso se le pida que compre a ciegas el acuerdo.
Hay una enorme diferencia entre un acuerdo que se limita a retrasar durante una serie de años el desarrollo por parte de Irán de un arsenal nuclear y otro que impida que jamás llegue a hacerlo. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y muchos otros críticos de este acuerdo lo describen como un mero retraso, mientras que la Administración Obama parece sugerir que el acuerdo evitará que Irán pueda jamás lograr armas nucleares.
El diablo no está tanto en los detalles como en las grandes líneas de este acuerdo y en su entendimiento por las partes. ¿Permite o no que Irán desarrolle armas nucleares tras una moratoria relativamente breve? Teherán, ciertamente, parece creerlo, lo mismo que Israel y que muchos miembros (demócratas y republicanos) del Congreso. Pero el presidente parece estar diciendo al pueblo estadounidense y al mundo que esos críticos se equivocan: nunca se permitirá que Irán desarrolle armas nucleares bajo el presente acuerdo. Hace sólo unos meses parecía más cauto y sincero al comentar su “temor” de que “en los años 13, 14 o 15 tengan centrifugadoras avanzadas que enriquezcan uranio relativamente deprisa, y en ese momento los plazos para alcanzar capacidad crítica se habrán reducido prácticamente a cero”. También dijo que tenemos garantizado un plazo para alcanzar capacidad crítica de al menos un año “durante más de una década, por lo menos”, con lo que dejaba implícito que, tras ese periodo indeterminado de tiempo, esas garantías ya no serían de aplicación.
La declaración de Obama, pese a su confuso y ambiguo contexto, ha suscitado honda preocupación entre los críticos del acuerdo. Además, el texto del mismo menciona periodos de 8, 10 y 15 años, lo que también genera confusión en un momento en el que la claridad es esencial.
Así pues, ¿qué es? El Congreso tiene derecho a saberlo, lo mismo que el pueblo estadounidense. ¿Es un aplazamiento por una serie (indeterminada) de años –8, 10, 13, 14, 15– de la capacidad iraní para desarrollar un arma nuclear? ¿O es una garantía de que “Irán no podrá desarrollar un arma nuclear”?
La Administración Obama insiste en que esto no es un tratado, sino un acuerdo. Un acuerdo es un contrato, y para que éste sea válido deben coincidir los pareceres. ¿Ha sucedido así en este caso respecto a la cuestión central de si el acuerdo permite que Irán desarrolle armas nucleares tras una moratoria cuyo plazo preciso no está claro? Y si ha habido coincidencia de pareceres sobre la cuestión, ¿cuál ha sido?
Desde luego, las palabras empleadas por los iraníes no son las mismas que las del presidente Obama. ¿Cuáles expresan fielmente el sentido del contrato que se nos pide que firmemos?
Ha llegado el momento de ser absolutamente claros respecto al significado de este acuerdo. Si su finalidad es evitar que Irán llegue alguna vez a desarrollar armas nucleares, el presidente debe decirlo así en los términos más claros, y tiene que hacer que los iraníes se muestren de acuerdo con esa interpretación. La ambigüedad puede ser una virtud al inicio de una negociación, pero es un vicio a la hora de interpretar y poner en práctica un acuerdo en el que hay tanto en juego.
Recuerdo que el presidente Bill Clinton ofreció unas garantías similares respecto a Corea del Norte en 1994. Pero pocos años después de firmar un acuerdo que según nos aseguró, exigía el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano, Pyongyang hizo pruebas con su primera arma atómica. Ahora ya tiene un arsenal nuclear. ¿Cómo podemos estar seguros de que Irán no actuará de forma similar?
El acuerdo con Irán ha sido acertadamente descrito por David Sanger como un “salto de fe”, “una apuesta” y “una tirada de dados” en un análisis informativo elaborado para el New York Times. La apuesta es que para cuando expiren las disposiciones más restrictivas del acuerdo Irán será un país diferente con unos dirigentes más razonables. Pero ¿puede el mundo, especialmente las naciones más expuestas al riesgo de un arsenal nuclear iraní, depender de la fe, las apuestas y los dados, cuando saben que la última vez que se echaron a rodar los dados nucleares salió el uno doble para Norteamérica y sus aliados cuando Corea del Norte acabó teniendo armas nucleares?
Ahora es la Administración Obama quien tiene la tarea de demostrar que el presidente describía de manera ajustada el acuerdo cuando dijo que “impediría” que Irán “consiguiera un arma nuclear”. Es una tarea ardua que será –y deberá ser– difícil de cumplir.
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Obama, 2015 – Clinton, 1994
• “Tras dos años de negociaciones, Estados Unidos, junto a nuestros socios internacionales, ha logrado algo que no han conseguido décadas de animosidad: un acuerdo global a largo plazo con Irán que impedirá que consiga un arma nuclear. Este acuerdo demuestra que la diplomacia norteamericana puede provocar cambios reales y significativos, cambios que hacen que nuestro país y el mundo sean más seguros” (Obama, 2015).
“Hoy, tras 16 meses de intensas y difíciles negociaciones con Corea del Norte, hemos completado un acuerdo que hará que Estados Unidos, la península de Corea y el mundo sean más seguros” (Clinton, 1994).
• “Se ha cerrado cualquier vía a un arma nuclear, y se implantará el régimen de inspecciones y transparencia necesario para verificar dicho objetivo (…) Gracias a este acuerdo por primera vez estaremos en situación de verificar todos estos compromisos. Eso significa que este acuerdo no se basa en la confianza; se basa en la verificación” (Obama, 2015).
“Este acuerdo representa el primer paso en el camino hacia una península de Corea sin armas nucleares. No se basa en la confianza. El cumplimiento será certificado por la Agencia Internacional de Energía Atómica” (Clinton, 1994).
• “Una vía diferente, de tolerancia y resolución pacífica de los conflictos, lleva a una mayor integración en la economía global, a más implicación con la comunidad internacional y a que el pueblo iraní sea capaz de prosperar y desarrollarse. Este acuerdo nos brinda la oportunidad de avanzar en una nueva dirección. Deberíamos aprovecharla (Obama, 2015).
“[Este acuerdo] es un paso decisivo para acercar Corea del Norte a la comunidad global (…) Estados Unidos y Corea del Norte también han acordado suavizar las restricciones al comercio y avanzar para establecer oficinas de enlace en las respectivas capitales. Éstas suavizarán el aislamiento de Corea del Norte” (Clinton, 1994).
• “Seguiremos realizando esfuerzos sin precedentes para reforzar la seguridad de Israel; esfuerzos que van más allá de lo que cualquier Administración estadounidense haya hecho anteriormente” (Obama, 2015).
“Y Estados Unidos tiene el compromiso inquebrantable de proteger a nuestra aliada y democracia hermana, Corea del Sur. Los 38.000 efectivos estacionados en la península son la garantía de ese compromiso” (Clinton, 1994).
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio
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