Una pausa de 44 segundos fue el marco central del discurso del Primer Ministro en las Naciones Unidas, protestando así contra la aceptación global de un régimen iraní que promete destruir a Israel. Fue como si estuviera haciendo un duelo por la muerte de la moralidad internacional.
Este jueves, durante 40 minutos, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Primer Ministro Israelí Benjamín Netanyahu articuló, en forma muy elocuente, los desafíos impuestos a Israel y a la comunidad internacional por Irán y por el fanatismo islámico. Alertó sobre el creciente peligro que un Irán, «suelto y desbocado» constituye al comienzo de su era nuclear. Castigó, además, al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, por «difamar» a Israel, desde el mismo podio donde 24 horas antes, Abbas aseguró, falsamente, que Israel buscaba diezmar las libertades religiosas en el Monte del Templo, cuando en realidad eran los mismos extremistas islámicos quienes lo profanaban, «contrabandeando explosivos» a la mezquita de Al Aqsa.
Aun más dramático, el Primer Ministro increpó a la membresía de la misma institución donde hablaba – Las Naciones Unidas – por tolerar las incansables amenazas de destruir al Estado Judío, y de «correr a abrazar» a dicho régimen. «Setenta años después del asesinato de seis millones de judíos, los gobernantes de Irán prometen destruir mi país, asesinar a mi gente, y la respuesta de esta entidad, la respuesta de casi todos los gobiernos aquí representados», embistió enfurecido, «ha sido absolutamente ninguna, absoluto silencio. Silencio ensordecedor.»
Entonces Netanyahu hizo una pausa, mirando a la sala, desafiante, asintiendo ligeramente, durante 44 largos segundos, en silencioso reproche. En un luto aparente por la moralidad internacional.
La pausa, el silencio extendido, fue la característica teatral del discurso de este año. Después del despliegue del plano arquitectónico de Auschwitz en el 2009 y de la presentación de su caricatura de la bomba nuclear en el 2012, éste fue un artilugio libre de accesorios. Una denuncia sin palabras.
Como un profeta bíblico, Netanyahu vino a advertir, a penalizar y a condenar.
Como con tanta frecuencia en años recientes, también aprovechó la oportunidad para ridiculizar la noción que Irán, bajo el régimen actual, abandonará el terrorismo, frenará su rapaz intervención regional o disminuirá su programa de misiles balísticos inter-continentales.
Por más bien intencionado que hubiera sido el acuerdo nuclear deja a los iraníes a «semanas» de un arsenal nuclear cuando el alba de sus clausulas expire, dijo amargamente. Entre tanto, pregunto, podría alguien, seriamente, pensar que alivianar las sanciones «convertirá a este tigre rapaz en un gatito doméstico?»
También, como en años anteriores, reiteró su deseo por una paz permanente con un Estado Palestino desmilitarizado que reconozca al Estado Judío. Al anunciar que los palestinos ya no se sienten comprometidos con los acuerdos de Oslo ni con otros acuerdos hechos con Israel, este año Abbas ha facilitado que Netanyahu asegure que se pecó contra Israel y no que Israel es el pecador en cuanto al impasse de la paz se refiere.
Nuevamente, en común con presentaciones previas, hizo hincapié en la importancia vital de los lazos de Israel con los Estados Unidos. Mientras que el lunes, el presidente Barack Obama, notablemente se abstuvo de nombrar a Israel, Netanyahu subrayó la relación bilateral como «la más importante que tiene Israel» y aunque poco probable, aseguró que tanto él como Obama consideran sus desacuerdos como » una disputa en familia».
Lo que fue notoriamente diferente este año, fue la importancia y el peso que puso en su ataque a la falla de juicio de la comunidad internacional, a sus contraproducentes y sesgadas prioridades y a su maltrato hacia Israel.
Urgió al mundo para que al menos obliguen a Irán a cumplir con los términos del acuerdo nuclear, a pesar de las graves fallas que este conlleva. Estimuló a las Naciones Unidas a buscar un avance en las negociaciones de paz con los palestinos- no por vía de resoluciones sesgadas, sino respaldando conversaciones bilaterales y directas. Pidió a la ONU que dejara, de una vez, las décadas de vapulear «obsesivamente» a Israel. Resonó como un hombre de convicciones; no como un hombre que esperara ser tomado en consideración.
Alentado por partidarios en el público, Netanyahu fue aplaudido por sus sentimientos, cosa muy poco frecuente en este recinto. Pero, aun, con toda la feroz angustia en su presentación, el sabrá que dejará inamovible a la gran mayoría de los jefes de estado con los cuales están en pugna él, y una gran parte de los israelíes. La administración de Obama no recalibrará el acuerdo nuclear. Los franceses y los alemanes no cancelarán sus viajes comerciales a Teherán. La comunidad internacional no empezará a hacer exigencias a los palestinos, los numerosos foros de las Naciones Unidas dedicados a criticar a Israel no empezarán, de ahora en adelante, a reevaluar sus posiciones ni dedicarán más tiempo proporcional a Siria o a ningún otro país en crisis.
Después de un año, durante el cual, a pesar de sus claras y estrepitosas objeciones, se concretó el pacto con Irán, la guerra civil en Siria sigue tan cruenta como sangrienta, el Estado Islámico continua su campaña de asesinatos y el Medio Oriente sigue siendo predecible, únicamente, en cuanto a su inestabilidad se refiere, Netanyahu está muy consciente de cuan aislado se encuentra. Es poco probable que alguien haya registrado seriamente su compromiso que «Israel no permitirá que Irán irrumpa, se escurra por entre al «club de las armas nucleares» y que «nadie debería cuestionarse la determinación de Israel de defendernos de aquellos que buscan nuestra destrucción».
El Primer Ministro Israelí ladró. El Primer Ministro Israelí cayó, vergonzosamente en silencio. Pero la caravana de las Naciones Unidas sigue inexorablemente hacia adelante.
http://www.timesofisrael.com/writers/david-horovitz /
Traducido para porisrael.org Miryam Flint
No hay dudas que a Netanyahu le encanta la teatralidad y el acting pero ya no sorprende a nadie en la comunidad internacional, con o sin ridículos dibujos infantiles dignos del Cartoon Network. Creo que puede tener una rutilante carrera en las telenovelas cuando deje el cargo que ocupa en Tel-Aviv.