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| lunes abril 29, 2024

Revelado: Cómo Escaparon los Últimos Judíos de Alepo


Escuche, más abajo, a Sandy Rashty y al Editor de Relaciones Exteriores de JC Orlando Radice discutir esta magnífica historia en JC Podcast.

AUDIO: https://soundcloud.com/the-jewish-chronicle/the-last-jews-of-aleppo-the-jc-podcast-6-november

Vinieron por los últimos judíos de Alepo temprano en la mañana.

Lo primero que supo de ellos la anciana madre de 88 años de edad, fueron los fuertes golpes en la puerta principal, un sonido que hizo que ella y el resto de la familia Halabi se encogieran en los rincones más oscuros de su casa de Alepo.

Cuando los tres hombres entraron en la casa estaba segura de que Bashar al Assad había venido por todos ellos. Los hombres gritaron que se los iban a llevar

Las mujeres se pusieron sus hiyab y la familia fue metida en un minibús blanco que esperaba afuera. Petrificados, se les dijo que tenían segundos para empacar una bolsa cada uno con sus posesiones más personales.

Sólo entonces los iluminó la verdad.

Los invasores, que habían irrumpido con tanta fuerza, habían venido para salvar sus vidas.

JC puede contar hoy la extraordinaria historia de cómo los últimos judíos de Alepo, Siria, fueron sacados de contrabando de su casa en una audaz misión de rescate este año.

También revelamos cómo la Agencia Judía – el organismo encargado de llevar judíos a Israel – se negó a permitir que todos los miembros de la familia Halabi entraran en Israel (ver recuadro abajo).

Meses antes de la incursión, un familiar les había dicho que un hombre rico de Estados Unidos tenía un plan para ayudar a la familia a escapar de su ciudad natal, donde miles de personas habían sido asesinadas en tres años de bombardeos, disparos de francotiradores y cañoneos. Pero la familia había vacilado. Trataron de posponer el rescate, aterrorizados de dejar su casa.

Al estadounidense en cuestión, el magnate de los negocios Moti Kahana – que tiene extensos vínculos con los rebeldes anti-Assad en la región – le habían dicho que Daesh se acercaba a la casa de los Halabis. Si los terroristas islamistas descubrían que las mujeres eran judías, serían asesinadas inmediatamente- o peor. Decidió organizar su huida.

Hablando desde Nueva York, el Sr. Kahana dice: «Por supuesto que la familia no quería irse, porque es muy peligroso. Así que ¿cómo se los saca? Se los asusta al máximo».

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Moti Kahana, que organizó el rescate, con uno de los salvados a la derecha

Una vez que estuvieron en el minibús, uno de los hombres les entregó pasaportes sirios a cada miembro de la familia: la madre, Mariam; sus dos hijas, Sara, en sus 60 años, y Gilda, en sus 50 años; a Khaled el marido musulmán de Gilda; y a sus tres hijos.

Para disipar sus temores, el conductor les dijo que estaban siendo trasladados a Nueva York. Pero la familia no se sentía tranquila.

La ruta hacia Turquía – un refugio seguro para millones de sirios – llevó al minibús a través de una zona ferozmente disputada, donde el fuego de francotiradores entre las fuerzas gubernamentales y de la oposición era un hecho cotidiano.

Para reducir al mínimo el peligro, los rescatadores de la familia esperaron hasta el mediodía, cuando todas las partes dejan de luchar por la llamada a oración, antes de escaparse de Alepo.

Resultó ser una medida salvadora y el minibús escapó sin atraer ninguna bala.

En el interior, los adultos trataban de mantenerse calmos mientras los aterrorizados niños estaban sentados en silencio en la parte posterior. Les habían dicho que no habría tiempo de parar para comer, y habían traído pita y yogur labneh con ellos para el viaje.

El plan original había sido conducir rodeando los puestos de control más peligrosos, lo que significaba tomar una ruta larga y tortuosa.

Entonces golpeó el miedo. Un nuevo punto de control apareció ante ellos después de una curva polvorienta. Estaba atendida por Al Nusra, una filial de Al Qaeda.

Un hombre barbudo con una AK47 colgando baja a través de su cuerpo  hizo señas, indiferentemente, de que el minibús se detenga. Se apoyó en la ventana, mirando a la familia en la parte posterior.

Según el Sr. Kahana, los Halabi trataron de aparentar calma, aterrorizados de revelar su identidad judía.

El conductor les dijo a los hombres armados del punto del control que sus pasajeros eran refugiados de los ejércitos de Assad, en dirección a los campos del norte.

Después de una pausa larga y aterradora, se hizo evidente que el combatiente se compadeció de su situación.

Sorprendentemente, telefoneó a sus compañeros en los controles a lo largo de su ruta, diciéndoles que dejaran pasar al minibús.

Después de un viaje de 36 horas, el minibús atravesó la valla metálica que separa a Siria de Turquía. La familia salió del minibús, y se detuvo para una fotografía con su conductor. Sonreían: estaban a salvo.

Después fueron llevados a una casa alquilada en Estambul, donde se reunieron con el Sr. Kahana.

Hablando del rescate, el empresario nacido en Jerusalén dice: «Saqué a la última mujer judía de Alepo. Me siento muy emocionado cuando pienso en ello. Me eriza los pelos».

La familia quería mudarse a Estados Unidos, donde tienen familiares. Pero, dice: «Les dije, ‘Es más fácil ir a Israel que a Estados Unidos. Además, soy israelí y creo que si son judíos, deberían ir a Israel’. Ellos estaban dispuestos a ir a Israel – incluso el musulmán».

Pero la historia no tuvo el final que el Sr. Kahana había esperado.

En Turquía, le informó a la Agencia Judía (AJ) de la fuga con el fin de asegurar un refugio seguro para toda la familia en Israel. Según el Sr. Kahana, diez días después de que la familia llegara a Estambul la AJ le dijo que se ocuparían de la situación a partir de ahora. «Yo financiaba casa y comida hasta que los israelíes se hicieran cargo. Pensé: ‘¡Eso es!'»

Durante un mes, funcionarios de la AJ – o «Sojnut» – visitaron a la familia. Miraron los certificados de matrimonio e hicieron preguntas para verificar la identidad de los Halabi.

A Mariam y Sara, que nunca se había casado, se les dio refugio en Israel, y ahora viven en Ashkelon. Pero para Gilda y su familia, las cosas tomaron un giro para peor.

Funcionarios de la AJ – que se encargan de verificar la identidad religiosa de las personas – decidieron que Gilda se había convertido al islam para casarse con Khaled, hace alrededor de tres años. Dijeron que no podía hacer aliá bajo la ley del retorno.

«La Sojnut llevó a Israel a la anciana de 88 años de edad y a su hijas no casadas, y dejó a la casada con un musulmán en Turquía», dice el Sr. Kahana.

«El contrato de arrendamiento de la casa que había alquilado para ellos expiró. No tenían dinero, ni comida, no tenían nada en Turquía».

Asustados, Gilda y su marido sentían que no les quedaba otra opción que regresar a Siria – donde permanecen. «Cuando logré hablar por teléfono con ella, ya estaba en Siria», agregó. «No querían estar en un campo de refugiados.

«Estoy tan frustrado con la Sojnut. Dijeron que no es suficientemente judía para nosotros. Los israelíes han estado tratando de ocultar esta historia. La embarraron».

Y agregó: «Yo ayudo a musulmanes y a judíos – Ayudo a la humanidad. Por supuesto que me emociono mucho cuando salvo a un judío, mi propio pueblo, pero seguiré salvando niños musulmanes».

El Sr. Kahana está tratando de convencer a Gilda y su familia que abandonen Siria de nuevo. Afirma que la AJ ofreció reembolsarle el escape de Mariam y Sara, pero no el de Gilda y su familia. «Le dije a la Agencia Judía:» Ustedes pueden irse al c***o».

La funcionaria de la AJ Ariel Di Porto apoyó la decisión. Dijo: «Gilda ya no es más judía porque se casó con un musulmán y se convirtió al Islam. La ley del retorno de Israel dice que si se convirtió, no es halajá,  no puede hacer aliá». Agregó que el Ministerio del Interior fue el responsable de la decisión.

Los nombres de los sirios han sido cambiados para proteger su identidad.

 
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