Alexis Tsipras estuvo la semana pasada de visita oficial en Israel. Se reunió con Netanyahu y, además de mantener sus compromisos diplomáticos, emitió dos declaraciones que a más de uno dejaron estupefacto. Y es que el primer ministro griego, miembro del ultraizquierdista Syriza –Syriza es el acrónimo en griego de Coalición de Izquierda Radical–, proclamó que Jerusalén es la capital de Israel y que Grecia no etiquetará de manera especial los productos elaborados en las colonias judías de Cisjordania y los Altos del Golán, tal como mandan las directrices de la Comisión Europea, que entraron en vigor en noviembre. A lo que Netanyahu contestó: “Creemos en Grecia”.
La izquierda radical europea se caracteriza por ser marcadamente hostil a Israel, y Tsipras ha sido uno de sus grandes iconos, en primer lugar por haber ganado las elecciones con su programa político y en segundo por haberse enfrentado, aunque sin éxito, a lo que marcaba la Troika. ¿Por qué hizo unas declaraciones a las que no se hubiera atrevido Barack Obama?
Lo que diferencia a Tsipras de otros líderes emergentes de la izquierda europea, como Pablo Iglesias o Jeremy Corbyn, además de las pintas –Tsipras siempre va afeitado, limpito y de punta en blanco–, es la cuestión de los intereses nacionales, con independencia de filias y fobias ideológicas.
Las relaciones entre Israel y Grecia nunca vivieron una bonanza como la actual. Con los Gobiernos de Andreas Papandreu fueron, cuando menos, tensas, debido principalmente a la cooperación militar entre Israel y Turquía. Por lo que hace a Papandreu, siempre mostró apoyo por los países árabes y condescendencia hacia los grupos terroristas palestinos. Es a partir del año 1995 cuando comienzan a mejorar las relaciones, hasta la plena sintonía bilateral hoy imperante. Un impulso en las relaciones que ha tenido como factores principales Turquía y la energía.
Netanyahu fue el primer jefe del Gobierno de Israel en visitar Grecia, en el año 2010, después del incidente de la Flotilla de la Libertad. En ese momento Jerusalén se aleja casi totalmente de Ankara y refuerza su relación con Atenas. Desde entonces, ambas naciones han potenciado la cooperación militar, la energética y la cultural.
El plano militar es sin lugar a dudas el más importante en las relaciones bilaterales. En Grecia el Ejército tiene gran peso, al punto de que los fuertes recortes y ajustes que han debido llevar a cabo Papandreu hijo y luego Tsipras apenas han recaído sobre el presupuesto de Defensa.
La cooperación con el Ejército israelí se ha intensificado desde 2010. En octubre de ese año, las fuerzas aéreas de ambos países llevaron a cabo sus primeras maniobras conjuntas. En noviembre de 2011 realizaron otras, pero en Israel. Grecia envió nada menos que 52 aviones de combate. En 2012, las maniobras conjuntas fueron dirigidas por las Fuerzas Aéreas helenas y tuvieron como objetivo permitir a los pilotos israelíes volar sobre zonas desconocidas –Israel, con sus 22.072 kilómetros cuadrados, se les queda bastante pequeño para este tipo de operaciones–. En noviembre de 2013 tuvo lugar en Israel el ejercicio aéreo conocido como Bandera Azul, llevado a cabo por las fuerzas israelí, griega, italiana y estadounidense. La mitad del espacio aéreo de Israel se cerró al tráfico durante el ejercicio. Por otro lado, desde 2011 las Marinas de ambos países, junto con la norteamericana, vienen desarrollando el programa Noble Dina, centrado en la defensa de plataformas costeras de gas, el combate aéreo simulado y la guerra submarina. El mismo año, la Marina griega frustró la salida de una segunda flotilla antiisraelí.
En lo que a cooperación energética se refiere, uno de los puntos principales son los nuevos yacimientos de gas que Israel ha ido descubriendo en sus costas desde el año 2009. El suministro de gas aún está por desarrollar, de hecho, es uno de los asuntos principales que trataron Tispras y Netanyahu la semana pasada. La cooperación que ya se ha materializado es la relacionada con la electricidad. En un esfuerzo conjunto público-privado, Chipre, Grecia e Israel tienen la intención de instalar el cable eléctrico submarino más largo del mundo, que uniría los tres países: se trata del proyecto EuroAsia Interconector. Al firmar el acuerdo tripartito, el entonces primer ministro griego, Antonis Samaras, señaló que Israel tiene un papel clave que desempeñar en el suministro de energía a Europa.
Israel es uno de los países punteros en el mundo de tecnología agrónoma. La complicada orografía del país ha hecho que los científicos israelíes desarrollen –incluso desde antes de la creación del Estado– técnicas de riego y de cultivo, así como de desalinización de aguas, muy atractivas para buena parte del planeta. Pues bien, en islas griegas como Santorini científicos israelíes van a diseñar y construir desalinizadoras eficientes. Como declaró el ministro de Agricultura heleno Athanassios Tsaftaris en 2011, Israel y Grecia comparten preocupaciones y aspiraciones en este ámbito.
En el plano geopolítico, íntimamente relacionado con el militar, Grecia necesita a Israel tanto como Israel necesita a Grecia. La Turquía de Erdogan es para Grecia un enemigo histórico y para Israel, un enemigo coyuntural.
La visita de Tsipras a Israel y su encuentro con Netanyahu parecieron toda una exhibición de Realpolitik. No obstante, no era necesario que Tsipras fuera tan lejos en sus declaraciones: otros países son fuertes aliados de Israel y no se mojan tanto. Tsipras se declaró, cuando ganó las primeras elecciones, propalestino, como era de esperar, y en su programa del año 2009 prometía revisar la cooperación militar con Israel, pero ahí se quedó su activismo.
Parece que todo comienza a tomar sentido. Una cantidad de acontecimientos que moldean la WWIII, actúan como catalizador del poder, por cuanto ya no se le asigna al que cuenta con mayores recursos, sino al que maneja «mejor» los recursos. Esto podría suponer un cambio en las asignaciones de tareas mundiales, pero en realidad se moldean de acuerdo a la necesidad de la humanidad toda, en el momento preciso.
Los escenarios van rotando circularmente y en cada ciclo retornan al mismo punto, como algo contínuo e infinito. Hace 2500 años Grecia desembarca y domina Jerusalem, hoy, viene con la mano extendida y como en un acto de reconocimiento y reconciliación lo reafirma con la amistad. Es esto imoportante?, Determinará una dirección geo-estratégica?, Será un buen augurio?.
Si aceptamos que España se reconcilia con aquellos que expulsó hace 500 años y rechaza el BDS y lo enjuicia, reafirma su compromiso con la democracia y libertad, estamos a las puertas de un nuevo tiempo?
Si los países de M.O comienzan a acercarse a Israel buscando cooperación y comercio, tiene un significado efímero y perecedero? o es algo natural que debería haber sido ya hace 67 años?.
Todas estas interrogantes nos advierten de los casmbios que se están produciendo de forma vehemente, bajo la presíón de una guerra que no termina de declararse totalmente, es menester hacer un análisis exaustivo y pormenorizado antes de tomar determinaciones que puedan entorpecer los buenos rumbos que se manifiestan !!!.-