La familia Mishriki, árabes cristianos ciudadanos israelíes, en la plaza del pesebre en Belén
«Israel es el único lugar de Oriente Medio en el que los cristianos pueden vivir en libertad». Nos lo dice Rami Mishriki, árabe cristiano, ciudadano israelí.
La Plaza del Pesebre en Belén, donde suelen pulular peregrinos y turistas a esta altura del año, está repleta más que nada de periodistas que llegan a constatar si realmente la violencia de los últimos meses se traduce en una seria baja en el movimiento en la ciudad.
El corresponsal de la Televisión Real Jordana se ubica micrófono en mano frente al enorme árbol de Navidad que la Municipalidad colocó e iluminó como siempre, transmite a sus televidentes, aunque de fondo todos afirman que este año, el tono de las celebraciones será menor.
Es que mientras del lado israelí, se habla del terrorismo palestino contra Israel, aquí, del lado palestino, hablan de los «mártires» muertos por Israel, sin mencionarse casi los acuchillamientos cometidos por quienes luego son abatidos y resultan heridos o muertos.
«¿Hasta cuándo podremos vivir esta situación anormal de falta de paz?», pregunta retóricamente la alcaldesa de Belén Vera Babun, al recibirnos a un grupo de periodistas en su despacho. Asegura que a diferencia de todos los años, los hoteles de Belén no estarán repletos estas fiestas y que hay reservas únicamente para un 40%. Para una ciudad que vive del turismo, el golpe es grande. Asegura que los festejos el día que se encendió el gran árbol en la plaza, fueron hermosos, pero que «así no se puede seguir mucho tiempo».
Son diversos los matices que oímos y vemos en Belén.
Al acercarnos a un grupo de jovencitos palestinos y confirmar con ellos que son musulmanes, señalamos el árbol navideño a pocos metros y preguntamos qué les parece, si está bien para ellos que esté allí. «Haram», dice uno. Prohibido, está mal molesta, quiere decir. Otros, entre risas, lo callan. Sentimos que comprenden que no queda bien..y esperamos equivocarnos y que su motivación sea que realmente discrepan con él. Pero minutos después, vemos tres jovencitas musulmanas, con la cabeza cubierta, trepándose a una tarima para acercarse al árbol, que observan admiradas, y fotografiarse junto a él.
Nos acercamos a una familia . Al preguntar de dónde son, el hombre respondió, en inglés con fuerte acento árabe: «De Jerusalem. Israel». La respuesta, que un palestino promedio jamás daría, nos hizo pasar al hebreo. Samir Mashriki acepta conversar y nos confirma que él , su esposa Yvette y las dos hijas de ambos, Alice y Angela, son ciudadanos israelíes, árabes católicos, de la zona de Jerusalem.
Se lamenta por la diferencia en el ambiente festivo entre lo que ve este año y lo que sintió en años anteriores en Belén. Además, como chofer de ómnibus de turistas, tiene claro que hay menos movimiento.
«Con la familia igual celebramos la Navidad y lo sentimos en nuestro fuero íntimo, en lo personal, pero afuera, la sensación es que no es buena», afirma Yvette. «En estos tiempos y en esta región en las zonas musulmanas, es difícil ser cristiano». Aclara que «en Jerusalem el problema no se siente mucho» y su esposo la corrige: «En Israel, no sólo en Jerusalem». Ella concuerda y agrega: «No se siente porque está la policía israelí. Si no hubiera policía, harían con nosotros lo que hace Daesh, el Estado Islámico».
Le confesamos que nos sorprende lo fuerte de su afirmación,. pero ella no se echa atrás. Al mismo tiempo confirma que «claro que no todos son así».
«Yo trabajo en Jerusalem en educación especial, con judíos», cuenta Yvette. «En nuestra escuela la directora sostiene que no puede haber diferencias, que somos una familia y que todos celebramos juntos. Pero afuera se ve otra cosa».
Rami lamenta que la mayoría de Belén sea de población musulmana, recuerda que numerosos cristianos se han ido, y opina que si Israel diera a todos permisos para trabajar en Israel, habría habido menos emigración. «Se van y los que compran son los musulmanes, que ahora son la mayoría», asegura.
Y agrega: «A mí no me asustan. Yo vivo con ellos, los conozco, y por eso me cuido de ellos. Hoy siento que tengo que estar acá, en Belén , porque soy cristiano. Pero hace ya como un mes que no venía, porque tiran piedras, y me repugna la situación. ¿Adónde nos lleva lo que están haciendo? A ningún lugar que tenga nada bueno».
Preguntamos si él conoce cristianos que hayan participado en incidentes violentos y sostiene que no. Y hace una aclaración importante: «Yo conozco muchos musulmanes que no quieren lo que está pasando, que no quieren esta violencia. Quieren vivir, pero hay gente con la cabeza dada vuelta que busca otra cosa. Y eso perjudica también a Belén. La gente no tiene trabajo, todo está mucho peor».
Y trae a colación un hecho conocido dentro de Israel, cuando el alcalde de Nazaret «quiso que salgan de la ciudad los que incitan, porque afirmó que hay que poner fin a la violencia, ya que de lo contrario, los judíos no van a visitar, a comprar, a comer, y eso es malo para todos».
Confirmamos con Rami si él y su familia son ciudadanos israelíes o tienen estatuto de residentes permanentes, como sucede con gran parte de los árabes de Jerusalem Este. «Somos ciudadanos israelíes y si me dieran a elegir entre vivir en Israel y con los palestinos, no tengo duda que elijo Israel», asegura. «Te puedo asegurar que mucha gente que vive acá , en Belén, quisiera que vuelva Israel a gobernar», agrega.
Que este buen hombre Samir Mashriki aproveche hasta que Lahava les queme todas las iglesias y los expulse…