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| sábado noviembre 23, 2024

La necesidad de amar y la necesidad de ser amados


A propósito de la visita del Papa Francisco a la bella, extraordinaria sinagoga de Roma que no sabemos cómo se mantuvo en pie durante los años de dominio nazi y fascista en Italia, si pensamos en lo emocionante de las fotos y la calidez de las expresiones de los allí presentes, comprendermos por qué-y en este momento-se han juntado la necesidad de amar y la necesidad de ser amados. La necesidad de perdón y la necesidad de reconocimiento mutuo.

El cristianismo necesita una urgente inyección de amor que demuestre, con este sumo pontífice, que ya no es el mero inquisidor de los demás, el despreciador de los que no son como él. El omnipotente portador de un mensaje inigualable. Para Francisco ya no puede ser así: el orbe cristiano, hoy, ahora, no quiere imponerse por la fuerza sino que busca limpiar su función y destino con urgencia, y por eso son muchos los que en su seno creen que ¡todo es comparable en materia de religión, sobre todo si nos centramos en la comprensión y la tolerancia que las gentes de fe presumen de tener! Por suerte para la Iglesia y el mundo eclesiástico en general, ya ha recibido en vena las primeras dosis amor y se nota en su trato con el mundo, en la fina diplomacia vaticana y, sobre todo, en su aproximación a los judíos, quienes no hace muchas décadas, recordémoslo, estaban suspendidos adivinis, por los siglos de los siglos. En lo que respecta a estos últimos ¡hoy más que nunca necesitamos sentirnos amados por lo que somos, dentro de nuestra patria ancestral y allí donde estemos! Vemos el resurgir del desprecio y el desamor, es decir el odio que acarrea esa vieja miseria humana llamada antisemitismo, vemos levantar su oscura calavera aquí y allá y ensuciar nuestro nombre y prestigio, ganado a pulso a través de una labor de siglos en los que hemos amado mucho, muchísimo más de lo que recibimos a cambio. Y no podemos dejar de ver ni considerar el rechazo y la reserva que aún inspiramos, incluso dando a la civilización todo lo que el genio de nuestro pueblo es capaz de crear en incontables campos, desde la agricultura sofisticada al tratamiento de las aguas residuales, desde la medicina a la tecnología punta.

Por eso que una personalidad tan grande como el Papa Francisco visite la mencionada sinagoga lo honra y nos honra, aunque algunas voces- más de las que se hacen escuchar-, piensen que ese gesto llega tarde y es escaso. Lo cual es cierto, porque no se puede esperar que cuatro discursos borren en unas décadas el veneno teológico insuflado durante siglos, la desagradecida actitud del hermano menor para con el hermano mayor. El cristianismo ha hecho sufrir lo indecible a los judíos, y la magnitud de su crimen puede, quizás-para algunos-perdonarse, no olvidarse, ni siquiera soslayarse cuando se estudia un poco de Historia con mayúscula. Cuando amas a otro, dicen los chinos, probablemente tú eres uno de ellos. En cuanto a la necesidad de ser amados o, al menos, ser aceptados, es algo que el mundo musulmán nos debe también, aunque ahora no esté pasando su mejor momento ni pueda defenderse con éxito de su propio espíritu suicida. Por último, digamos que el mandamiento de amor al próximo no es un invento cristiano sino judío, como así también lo son el Padrenuestro
y el amén, el Aleluya y tantas otras bellezas de la religión. Más que de vanidoso orgullo esta verdad nos llena de la certidumbre de saber que nuestro mensaje, celosamente custodiado y vivo-más allá de los desastres de la política y los desprecios de ciertos e irreductibles enemigos- es hoy más válido que nunca.

Israel da al mundo mucha más consideración que la que recibe de él.

 
Comentarios

Amar es el Mandamiento; primero, a Di-s y luego al prójimo consiguientemente … algo que judios y cristianos debemos estar en disposicion de prodigarnos mutuamente, sin recelos ni absurdos sentimientos de «superioridad teológica»
Di-s, El Di-s de Jacob, asi nos lo encomienda, y hora es ya de pasar de las palabras a los hechos , por medio de comportamientos adultos, responsables y imprentos de generosa entrega hacia el hermano, al fin «reencontrado»
Si Amar constituye el Mandamiento fundante, sobre el cual se asientan todos los demas, Perdonar representa la máxima expresion de ese amor que somos llamados a dispensarnos unos a otros, ejerciendo asi de «hijos dignos y legitimos» de un Padre Celestial comun, que a tan áltos designios nos llamó … «Amen»

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