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| lunes abril 29, 2024

El pacífico camino de la parábola


El concepto griego de parabolé, de donde viene nuestra voz parábola, denota, literalmente, un ´´poner en relación´´, ´´comparar´´ para luego extraer una conclusión. El método de enseñanza empleado por Jesús en los Evangelios procede directamente el hebreo mashal, concepto que-por su parte- alude a una enseñanza que tan pronto puede sacarse de la naturaleza como de los hechos humanos, y cuyo cometido último es extraer por su intermedio una joya espiritual. El oyente, decían los maestros, tiene que captar la analogía de motu propio si acaso quiere sacar partido de aquello que se le transmite. En ese sentido es una sabiduría indirecta, explicada así para estimular la mente del que escucha haciendo que se abra sin prejuicios previos para con lo que oye. Las parábolas de Jesús comunican frecuentemente verdades relacionadas con el tema del Reino de los Cielos-en realidad un estado de gracia al que todos los creyentes están llamados-, y, a su vez, ese estado de gracia que nos parece un don sobrenatural acabará por ser lo más natural del mundo.

En Mateo 2: 6 vemos que el autor cita, para acreditar el valor mesiánico del nacimiento de Jesús, un pasaje de Miqueas 5: 2 que dice: ´´ Porque de ti saldrá un guiador ( moshel )´´, expresión que tiene, en hebreo, las mismas letras que la palabra shalom , de donde el trabajo del maestro queda determinado, entonces, por la transmisión de un conocimiento cuyo fin es, parábolas mediante, serenar la mente y llevarla a su originario estado paradisíaco, de proximidad con lo sagrado y creativo. La paz o shalom, que por su guematria o valor numérico equivale a la voz tzeruf, la cual alude a una unión, ligazón y , en última instancia, a una combinación empleada en la Kábala bajo la expresión jokmat ha-tziruf, ´´sabiduría de las combinaciones´´, no es algo que se pueda comprar o vender sino que debe ser descubierto, como dicen los maestros, ´´entre las letras de nuestro ser´´, en nuestro propio interior. En tal sentido los kabalistas crearon la parábola de los lámed-vavnik o 36 justos, que-desconocidos los unos para los otros- trabajan en Su nombre, shem, para que el mundo se mantenga en equilibrio pese a los desastres y accidentes que sufre. No importa el sexo, la edad o siquiera la nacionalidad de cualquiera de esos 36 justos de cuya labor depende el universo, lo cierto es que cumplen con su tarea oponiéndose a las fuerzas destructivas o disolventes que nos rodean.

Según sostiene el Libro de la claridad o Bahir , el ´´Creador establece la paz´´ en el cielo o shamaim al poner de acuerdo el fuego o esh con el agua, maim , el mundo de las ideas con el plano de las emociones. Como, por otra parte, la cifra de shamaim o cielo equivale a la de femenino-y-masculino, zajar ve-nekebáh, para los los estudiosos de la tradición judía esa paz celeste consiste, también, en que mientras en el plano interior armonizamos el agua con el fuego, los pulmones con el corazón, en el plano exterior intentamos, amor mediante, equilibrar lo masculino con lo femenino.

El que instruye por parábolas, entonces, es aquel que hace la paz doblemente en el cielo y en la tierra.

 
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