Los ataques en Bruselas el pasado martes 22 de marzo dejó al menos 31 muertos, Crédito: AP
El pasado martes un raid terrorista islamista con bombas quitó la vida a 31 personas e hirió a unas 130 en el aeropuerto y el metro de Bruselas. Algunos heridos probablemente no sobrevivirán por la gravedad de su estado por lo que es altamente probable que la cifra de muertos aumente en los próximos días.
El ataque terrorista sugiere, en principio, una respuesta y demostración de fuerza por la captura de Sabah Abdelslam, el ideólogo de los ataques de noviembre en París, y el criminal más buscado de toda Europa.
En la práctica, el atentado clausuró la ciudad de Bruselas y su aeropuerto, y tuvo implicancias inmediatas en la seguridad de aeropuertos, estaciones de trenes y de metros de toda Europa.«Alemania selló su frontera con Bélgica, Francia hizo lo propio y España entró en estado de caos», según señaló el miércoles el diario español El País.
Los efectos políticos de mediano plazo de este atentado no serán menores como describió la editorial del diario beirutí An-Nahar. Sin duda, «habrá efectos negativos en la política internacional en su lucha contra el terrorismo yihadista en los próximos meses».
En el plano general, según declaraciones de la canciller alemana Ángela Merkel, «el atentado acrecentará la negativa migratoria europea hacia los refugiados sirios y a inmigrantes musulmanes en general, sean de Oriente Medio, África o Asia».
«Se fortalecerán los partidos ultranacionalistas, surgirán nuevas políticas contrarias a los inmigrantes y se ampliará la vigilancia y el control de fronteras, como ha sucedido cada vez que ha habido una de estas atrocidades. Esta delicada coyuntura se afectará inevitablemente», afirmó Merkel.
Los diarios ingleses señalan que en Reino Unido, «el atentado de Bruselas tenderá a engrosar las filas de quienes apoyan la llamada Brexit (es decir, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea)».
Es previsible que el atentado ponga todavía más a la defensiva a la canciller Ángela Merkel, quien había enarbolado la posición europea más abierta y generosa frente a los refugiados sirios. Merkel lleva meses enfrentando una oposición aguda, y en ocasiones radicalizada por su política migratoria; sobre todo después de las vergonzosas agresiones y acoso sexual por parte de bandas de inmigrantes musulmanes a cientos de mujeres en Colonia y Hamburgo durante los festejos del Año Nuevo de 2016.
Sin embargo, con Merkel debilitada en Alemania, habrá un Erdogan fortalecido en Turquía. En lo que va del año, Turquía también ha sufrido una serie de atentados con gran número de muertos. Erdogan ha respondido a estos atentados reprimiendo a los kurdos y silenciando la prensa. También ha aprovechado la crisis migratoria en Europa para fortalecer su situación de negociación, el pasado viernes el presidente turco declaró a la agencia Reuters: «Europa ha ido abandonando su defensa de los derechos humanos y exige que Turquía se encargue de más inmigrantes sirios».
Lo cierto es que Erdogan no dice la verdad, no hay un solo inmigrante en Turquía sin que laUnion Europea haya pagado por él -y por la gran masa que vive hacinada allí miles de millones de euros- y el debilitamiento de Merkel fortalece esta postura de Erdogan.
Por último, sería raro que el atentado de Bruselas no fortaleciera todavía más a Donald Trumpen las elecciones primarias del Partido Republicano. Trump ha sido el único candidato que ha hecho declaraciones absolutamente contrarias a la migración musulmana a Estados Unidos. Su respuesta a quienes lo atacan de racista por eso es que, a diferencia de sus contrincantes, que son unos típicos políticos hipócritas, él sí se atreve a decir lo que todo el mundo piensa, pero calla.
En resumen, los ataques a Bruselas tendrán el efecto inmediato de fortalecer a los partidos nacionalistas y contrarios a los inmigrantes, contribuirán sensiblemente al resquebrajamiento de Europa y fortalecerán la consolidación de regímenes autoritarios-nacionalistas estilo Erdogan en Turquía, Orban en Hungría y Putin en Rusia, o candidatos como Trump en Estados Unidos.
Hasta el 13 de noviembre, pese a ser escenario de diversos ataques, los europeos se creían acostumbrados a convivir con la amenaza terrorista y combatirla con medios tradicionales. Pero con estos ataques, la profecía que muchos habían tenido desde el año 2001, se cumplió cruelmente cuando se ve a los comandos yihadistas atacando el corazón de las ciudades europeas, ametrallando a inocentes ciudadanos en cafés, teatros o estadios de fútbol y poniendo en jaque a las autoridades.
Los europeos han descubierto hacia donde lleva la escalada yihadista al ver reproducidos en sus calles los ataques de Damasco, Mumbai o Kenia. Pese a las declaraciones de sus líderes, Europa vive hoy en una psicosis permanente, con sus países en alerta máxima y con ejércitos patrullando sus calles. Nunca desde 1945 se han visto a las principales ciudades europeas militarizadas como hoy. Y ni siquiera así son capaces de evitar el terror, que en los días posteriores al 13-N se extiende desde Bruselas a París pasando por Hannover.
El ataque de Bruselas, se produce -además- cuando el presidente Barack Obama anunció que el califato islámico se encuentra «contenido», por lo cual, los EEUU no volverán a embarcarse en una guerra contra el terrorismo como la que iniciaron en 2001. En consecuencia, «los países europeos están solos, con un gran numero de yihadistas nacidos en su suelo y atacando a sus ciudadanos, con muchas de sus ciudades sumidas en una oscura sensación de terror y una profunda inseguridad y desasosiego», como lo publica The New York Times.
En estas circunstancias, «en primer lugar es necesario reconocer que la declaración de guerra a Occidente por parte del ISIS es real, y que los islamistas la van a librar hasta sus últimas consecuencias constituyendo una amenaza existencial para los países europeos, y el mayor error de Europa es no tomarlo en serio». Declaró a Reuters el nacionalista húngaro Orban.
Hollande y otros líderes europeos, han prometido a sus sociedades no quedarse en la simple retórica. Pero si hay algo peor que declarar una guerra es no librarla y no parece que se esté colocando todo el esfuerzo europeo en territorio donde el Califato es dueño y rey.
A estas alturas, con la declaración de guerra del ISIS contra Francia y Europa, titubear es un error que Europa no podrá permitirse. Salvo que quiera invitar a los terroristas a mayores ataques. No hay ni habrá solución política posible con ISIS. Es imprescindible comprender este punto y atacar con decisión y continuidad al Estado Islámico en todos los frentes y con todas las fuerzas disponibles.
Es necesario expandir la acción militar al terreno que ocupa el ISIS. No alcanzó con la presión de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia, ISIS mostró en los últimos años capacidad para sobrevivir, reforzarse y expandirse a territorio europeo. Pese a los éxitos de agencias de seguridad e inteligencia, la estrategia de considerar el yihadismo solo en un ámbito policial no funciono.
Las declaraciones de Abu Bakr al Baghdadi, el líder del ISIS, son claras: «Los europeos cometen un error al pensar en ISIS como un actor no estatal «nosotros tenemos estructura política, un territorio bajo control, recursos, una estructura administrativa y una fuerza militar bien pertrechada y organizada». Señalo el Califa al-Baghdadi.
En otras palabras, es necesario tener claro quién es ISIS y su significancia para darse a la tarea de destruir las estructuras que dispone, sean sus oficinas de recaudación de impuestos, agrupaciones militares urbanas y campos de entrenamiento a lo largo de Siria e Irak.
Considerar secundaria la solución militar se ha demostrado claramente un error. Esa opción debe ser reforzada y extendida a Siria, Irak y Libia. De no suceder esto, Europa continuará contabilizando golpes terroristas, muertos y destrucción dentro de sus propias ciudades
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