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| jueves marzo 28, 2024

Para discutir – Tres pasos para la Paz


Las tres etapas son un acuerdo provisional, un pacto de paz y un acuerdo regional – pueden resolver el conflicto con los palestinos o al menos calmarlo a largo plazo.

La situación actual es clara. No hay ninguna posibilidad de alcanzar la paz con los palestinos en el corto plazo. Las razones son evidentes: el gobierno israelí de derecha y su líder no están preparados para ello, ya sea debido a la ideología que los guía, debido quizás a la fuerza de los colonos, ya sea debido a la Intifada asesina o debido a la gran distancia entre sus posiciones y las posiciones de los palestinos.

Tampoco el liderazgo palestino no está preparado para una paz hoy, debido a varias razones: principalmente su exigencia al “derecho al retorno” de los refugiados palestinos a Israel, negándose a reconocer a Israel como Estado judío, los asentamientos en expansión, el debate sobre Jerusalén y otras cosas más. Israel prefiere el punto muerto. Los Palestinos prefieren medidas inútiles pero ruidosas, como ser reconocidos por la ONU, su estatus dentro de la Corte de Justicia Internacional, lograr condenas en contra de Israel, sus esfuerzos para deslegitimar al Estado judío… y la incitación salvaje contra nosotros. Todo ello no los acerca ni un poco a esa independencia deseada. Incluso el desprecio mutuo entre israelíes y palestinos alcanza nuevos picos.

En estas condiciones, ¿qué debemos hacer? ¿O que se puede hacer realmente?  Lo que nosotros, el Israel moderado y central, deberíamos hacer es un esfuerzo concertado para resolverlo en tres etapas.

1.

La primera etapa que podría ser aceptada también por muchos en la derecha moderada es lograr un acuerdo provisional a largo plazo, entre cinco a diez años. Para ello hay que realizar una serie de pasos: Dejar de construir fuera de los grandes bloques de asentamientos; dar a los palestinos un mayor poder para administrar sus intereses internos y sus sistemas de seguridad internos; iniciar empresas compartidas para mejorar la situación económica de los palestinos; separarnos y alejarnos en todo territorio posible pero sin retirar el ejército de sus posiciones, y lo más importante: Calmar la zona. Hay una posibilidad razonable que los palestinos estarían de acuerdo con este acuerdo ya que en este paso ellos no tendrían que renunciar a su demanda al “derecho de retorno”, sus reclamos sobre Jerusalén, y ellos no estarían obligados a reconocer a Israel como estado judío… cuestiones cruciales que se discutirán únicamente en la siguiente fase de las conversaciones de paz.

Creo que Israel debe – un arreglo provisional o un acuerdo de paz posterior – deshacerse de los pueblos y los barrios árabes que fueron anexados a Jerusalén. No tenemos ninguna necesidad de sumar a aproximadamente 300.000 palestinos que nos odian con todo el corazón y que un día podrían convertirse en ciudadanos. Sobre la consigna “Jerusalén unida”, estoy seguro que nuestros antepasados ​​anhelaron desde la diáspora a una Jerusalén para vivir, pero ellos no anhelaban anexar a Jabal Mukaber, Abu Dis o Shuafat.

2

Al final del acuerdo provisional avanzaríamos hacia la segunda parte, hacia la etapa de las conversaciones de paz, y espero que estas sean gestionadas por un liderazgo diferente, también el nuestro y también el de ellos. Tales conversaciones se llevarán a cabo en un ambiente más relajado y con el apoyo internacional, y tienen una mejor oportunidad de llegar a la meta que nos hemos fijado – “dos estados para dos pueblos”.

Estimo que incluso un acuerdo de paz firmado y correctamente redactado no va a poner fin al conflicto. Me parece que la mayoría de los comentaristas y diplomáticos repiten la fórmula de “dos estados para dos pueblos” pero no nos han brindado su opinión sobre qué sucedería en el estado palestino. Es necesario observar esta visión según los ojos de los palestinos. Para tales fines propongo ignorar la agitación social y política que se vivirá en Israel por entonces y mirar hacia el estado palestino que será establecido. Este será un pequeño estado, sin salida al mar, estrangulado entre Jordania e Israel, sin tierra que pueda ser desarrollada, sin ejército – porque todo el mundo está de acuerdo en que sería un estado desmilitarizado.

Muy pronto Palestina se inundará con manifestaciones masivas y disturbios, argumentando que les robaron las tierras, exigiendo un cambio o la cancelación del acuerdo, con un aumento en los niveles de indignación y con voces desde la comunidad internacional que, por supuesto, justificarán a “los pobres palestinos”. La desmilitarización también socavará la paz, el respeto es un valor importante en el Medio Oriente árabe y un país sin ejército nacional es también un símbolo de un país sin honor.

3.

Para superar esta situación explosiva y construir otra realidad tendríamos que pasar a la tercera etapa. Para ello tendremos que conseguir el apoyo de nuestros vecinos árabes y la bendición de los países árabes moderados, Arabia Saudita, los Estados del Golfo y África del Norte. La mayoría de estos países mantienen secretos y cercanos lazos con Estados Unidos pero la tercera fase no será posible sin el apoyo y la presión de los países árabes moderados.

La tercera fase transformará la solución del problema palestino-israelí como una solución regional, en donde también participarán nuestros países vecinos, en particular Jordania y Egipto.

La solución regional está basada en dos medidas: Primero, el establecimiento de una federación palestino-jordano, es decir, un marco común para los dos países con un gobierno común, como la situación administrativa en los Estados Unidos, pero con dos países en lugar de cincuenta. Dicha federación (la cual durante muchos años estoy tratando de promocionar como la “Opción Jordana”), la cual le brindará a los palestinos una salida al mar a través de Aqaba; con grandes áreas para construir nuevas ciudades y pueblos que son las áreas vacías aledañas al Jordán; y con un servicio militar nacional. Todo lo que un joven palestino tiene que hacer es cruzar el río Jordán, sirviendo en un ejército ubicado más allá del río.

Algunos podrían decir que el rey de Jordania, Abdullah, nunca estaría de acuerdo con una solución de este tipo. Es cierto. Por el contrario, el rey Hussein podría estar preparado para adoptar una solución de este tipo si recupera su grado de influencia, al menos parcialmente, en Cisjordania. Tal vez, al rey actual, y a sus sucesores, no le va a gustar esta solución, aunque en el futuro tendrán que elegir entre una asociación con los palestinos, incluyendo un liderazgo de rotación dentro de la Federación o un aumento de la violencia contra ellos. La misma violencia podría estallar incluso en el estado palestino que se ubicará a su lado, entre los palestinos extremistas de su territorio; todo ello puede conducir a que la vida del rey y su familia puedan pasar a estar en peligro concluyendo con la caída del régimen hachemita. Siendo así, el rey considerará cuidadosamente la solución opuesta a una Federación.

El segundo movimiento es aliviar la intolerable situación en Gaza. Puede que la Franja de Gaza pueda ser parte de una federación jordano-palestina y puede que ellos deseen quedarse como un territorio independiente. En ambos casos, la pobreza, el sufrimiento y la frustración en un pedazo de tierra que es el más poblado del mundo es una bomba de tiempo, que puede entrar en erupción en cualquier momento. Por lo tanto, toda solución regional debe incluir a Egipto. La región al norte del Sinaí, entre Gaza y El-Arish está casi vacía, a excepción de las tribus de beduinos que distribuyen el terror y la destrucción. Egipto debería entregarle a los palestinos de Gaza ese trozo de tierra para que reciban áreas donde sean capaces de desarrollarse, de conformarse, para establecer ciudades y pueblos, de desarrollar una industria y agricultura y para poder respirar con alivio. Los efímeros asentamientos israelíes en estas áreas, construidos después de la Guerra de los Seis Días, demuestran que estos territorios pueden desarrollarse con éxito. Egipto puede verse beneficiada con una calma que influya en el resto del Sinaí y que puede ser una forma de aplastar la revuelta beduina con la ayuda del gobierno de Gaza.

Algunos dirán – todo este programa no es más que una ilusión. Tal vez. El programa puede encontrarse con muchos obstáculos, y con una fuerte oposición desde la izquierda y la derecha, y así también lo dirán nuestros interlocutores. Pero la propuesta abre un camino en estos días de desorientación.

Estas tres etapas son el acuerdo intermedio, el pacto de paz y el acuerdo regional, etapas que pueden resolver el conflicto, o al menos, a largo plazo, tranquilizándolo.

 

*El Prof. Michael Bar-Zohar, ex miembro de la Knesset, es presidente de “Emet 2015 – la corriente centrista” dentro del Partido Laborista. http://www.ynet.co.il/articles/0,7340,L-4788735,00.html

 
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