Lo siguiente son extractos del artículo:[1]
“Jordania emplea 50.000 trabajadores a tiempo completo en el sector religioso, incluyendo profesores universitarios, jueces de las cortes sharia y oficinistas, maestros en religión [islámica] y cultura en las escuelas, imams, almuecines, trabajadores del [ministerio] de dotaciones, jurisprudentes y trabajadores en las asociaciones [religiosas] no gubernamentales.
“En la práctica, no existe necesidad de más de 1.000 profesores a tiempo completo y jueces, e incluso eso es como demasiado. La sociedad puede proveer voluntarios para que lleven a cabo las funciones de los maestros, imams, predicadores y expertos en jurisprudencia y no hay necesidad de empleados a tiempo completo. [Por otra parte], la sociedad puede emplear a un pequeño número de trabajadores a tiempo completo, cuyos salarios serán pagados por los ingresos de la comunidad y no por los fondos públicos. Existe la necesidad de un [sólo] instituto académico que ofrecerá cuatro delineamientos de estudio y adjudicación de grados y títulos en estos: ley y la jurisprudencia musulmana… educación religiosa general… estudios religiosos, incluyendo filosofía, sociología y cultura… y la formación profesional para imams, predicadores y jurisprudentes.
“La educación y actividades religiosas no se verán afectados ni un ápice si los mensajes religiosos del gobierno son suprimidos. Estos no sufrirán o se encontraran en ningún tipo de peligro, ya que las comunidades locales pueden gestionar, planificar y organizar sus propios asuntos religiosos, gastando muchísimo menos que el gobierno pero produciendo mejores resultados en términos [de] calidad, satisfacción de la [clientela] e idoneidad [al cliente] que las autoridades estatales.
“Los [servicios] proporcionados por las instituciones religiosas oficiales pueden ser provistos de una mejor manera por otras instituciones competentes [estatales], tales como los tribunales… El Ministerio de Finanzas y los municipios pueden administrar, utilizar y administrar los bienes religiosos y sus fondos, al igual que manejan los fondos y bienes del estado.
“Cuando el gobierno está a cargo de los [servicios] religiosos este desperdicia los fondos públicos, se erige como el patrono del pueblo y como el patrón de su conciencia y alma y fabrica el extremismo y el fanatismo. Si el estado dejase de cumplir [este] papel en la religión, el extremismo es el que perderá más, si no todo, de sus fuentes financieras e ideológicas y sus refugios seguros. [Al mismo tiempo], las tendencias religiosas moderadas que satisfagan las necesidades del pueblo se desarrollarán, así como también las organizaciones religiosas y métodos que realizarán las aspiraciones espirituales del pueblo, tales [como] las órdenes sufíes y los diversos movimientos [religiosos] sociales que operaban a lo largo de la historia. También se desarrollarán las entidades religiosas [independientes], al igual que las escuelas de jurisprudencia que surgieron [en el pasado] sin ninguna intervención de las autoridades políticas.
“El ministerio de dotaciones religiosas y lugares sagrados de Jordania fue establecido en 1967 y durante siglos antes de que el pueblo fuera y permanecieran siendo musulmanes practicantes. El ministerio de dotaciones no aportó nada al dominio religioso, excepto por el extremismo, el fanatismo y el desecho [de los recursos]. Parece ser que al igual que su creación y su nombramiento como el patrón del dominio religioso… fueron atendidos por un incremento en el fanatismo, el advenimiento de las organizaciones políticas y militares del Islam y la aparición del takfir y la violencia en nombre de la religión.
“A 50.000 personas se le pagan sueldos de las arcas públicas y del dinero de los contribuyentes y no dan nada a cambio. Los voluntarios y las organizaciones sociales pueden efectuar de una manera eficaz las funciones que estas personas realizan. Si estos [funcionarios] realizaran trabajos genuinos y productivos [en lugar de los trabajos que ahora realizan], hubiese sido posible mejorar el nivel de vida [en el país] y promover el desarrollo, o al menos ahorrarse unos cuantos billones de dólares anuales en gastos públicos.
“El ejemplo jordano obviamente, puede aplicarse a todos los estados [árabes], así que lo que hablamos ya sobre 1,5 millones de funcionarios públicos [alrededor del mundo árabe] que realizan trabajos superfluos, a un [costo de] 30 billones de dólares anuales. [Este dinero] pudiera potencialmente utilizarse para financiar logros sustanciales en los ámbitos de educación, salud y bienestar y en el desarrollo de las tierras cultivables, de [nuestras] escasas fuentes de agua y de [fuentes] baratas de energía renovable y mínimamente contaminante – mientras que al mismo tiempo eliminan de forma automática y sin esfuerzo el extremismo y el odio”.
[1] Al-Hayat (Londres), 25 de diciembre, 2015.
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