Vivimos tiempos turbulentos. Casi todos los días padecemos atentados terroristas en las principales capitales del mundo y el enemigo, si exceptuamos a los temidos “lobos solitarios”, aparece casi como invisible. Ayer fue Niza, hace unos días Estambul, antes Bagdad y en en el camino quedan para el recuerdo Kabul, Bruselas, París, Londres, Madrid y tantos otras de una lista ya interminable. Estamos viviendo una guerra, ya no caben eufemismos, y para hacer frente a la misma, que ya no es un conflicto clásico y convencional, hacen falta nuevas respuestas y estrategias. Frente a un enemigo irracional, brutal, despiadado y que utiliza medios desconocidos hasta ahora, habrá que emplear un nuevo método y aplicar nuevas medidas a las empleadas hasta ahora.
LA INTEGRACIÓN: ALGO ESTÁ FALLANDO
El enemigo no viene tanto de fuera como de dentro. Está dentro y no tanto fuera, como argumentan algunos. Muchos de los que han perpetrado los atentados de Londres, Orlando, Madrid, Paris y Bruselas, por citar algunos casos, no son elementos foráneos ni gobiernos extranjeros los responsables. Pueden ser nuestros apacibles vecinos sin que nosotros sepamos nada. Decenas de responsables, colaboradores, informadores y terroristas que han perpetrado estas acciones violentas vivían en estos países e incluso algunos habían nacido en los mismos. Entre estos activistas radicalizados, muchas veces a través de internet, hay muchos hijos de antiguos inmigrantes, es decir, son la segunda generación de los recién llegados y que aparecen como uno de los grupos más vulnerables a engrosar las filas del integrismo islamista más radical. ¿Por qué algunos no se integran o no se quieren integrar? En esa respuesta quizá tengamos la clave de lo que está ocurriendo ante nuestras narices.
EDUCACIÓN, OTRO FACTOR DE RIESGO
Según algunos estudios publicados en España, y citados por la policía, el yihadista responde a un perfil característico conformado por los factores de varón, casado, joven, sin estudios universitarios y, paradójicamente, con escasos conocimientos del Islam. El sistema educativo universal, imperante en casi todos los países europeos, no llega, evidentemente, a determinados sectores sociales y deja al margen, bien por fracaso o por mera exclusión del mismo, a algunos individuos que acaban transformando su malestar en ira, rabia, odio y violencia irracional. Habrá que prestar mayor atención a los inadaptados que crea el sistema y a qué elemento falla dentro de sus familias para que la cadena educativa se acabe rompiendo desde tempranas edades, degenerando después en la conversión del sujeto en un criminal.
EXCLUSIÓN SOCIAL
Por lo general, casi todos los elementos pertenecientes a estas redes terroristas son personas inadaptadas socialmente, escasamente formadas, con antecedentes penales y sin grandes vínculos con sus familias y núcleos vecinales. Solitarios y de muy poco amigos; incluso muchos de ellos tienen antecedentes por maltrato familiar y con una vida privada paupérrima. Esta exclusión social es mucho mayor en los colectivos de inmigrantes, que acaban de llegar y buscan su espacio, que entre aquellos nacionales ya asentados y con menos posibilidades de quedar fuera del sistema. Sin atender a estos elementos instalados en nuestra forma de vida no se podrá hacer frente adecuadamente a esta amenaza.
PLANO EXTERIOR: DERROTAR AL ESTADO ISLÁMICO POR LA VÍA MILITAR
En primer lugar, el elemento geoestratético, que se vio alterado en su conjunto con la destrucción del Estado en Irak, está generando convulsiones, conflictos y amenazas para otros Estados, como Egipto, Jordania, Siria, Turquía y el mismo Irak. Pero, desgraciadamente, la respuesta al Estado Islámico, que creció a merced del caos en Irak y Siria, principalmente, solo puede ser militar. Occidente debe ponerse al lado de sus aliados en esta zona del mundo y contribuir a la derrota total del Estado Islámico. No hay ninguna posibilidad de reconducir por la vía política a este flagelo que recurre a la barbarie mediática para aterrorizar al mundo y que se está revelando, más allá de sus actuales límites territoriales, como una amenaza global, capaz de golpear y matar hasta en el centro de París e incluso en los lugares más inesperados.
LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL, ABSOLUTAMENTE NECESARIA
Como segundo elemento para combatir esta maldición habrá que intensificar la cooperación internacional entre todos los Estados que estamos juntos en esta batalla contra el terrorismo yihadista. La crisis de Oriente Medio no se puede resolver dejando de lado a aliados como Turquía o a países que hasta hace muy poco tiempo considerábamos como aliados en la lucha, como es el caso de Rusia. ¿Cómo pretenden los occidentales resolver la crisis siria sin contar con el régimen de Damasco y su principal apoyo, Rusia? “La historia de los fracasos en la guerra puede resumirse en dos palabras: demasiado tarde. Demasiado tarde en la comprensión del letal propósito del enemigo; demasiado tarde en tener conciencia del mortal peligro; demasiado tarde en lo tocante a la preparación; demasiado tarde en la unión de todas las fuerzas posibles para resistir; demasiado tarde en ponernos al lado de nuestros amigos”, decía el general MacArthur.
SCHENGEN: ¿DEBE SER REVISADO?
Es absolutamente necesario hacer una revisión objetiva, rigurosa y seria de nuestras políticas migratorias. ¿Debe Schengen ser totalmente revisado? O, por el contrario, no sería mejor intensificar la colaboración entre todos los Estados, miembros de la UE o no, para hacer frente al terrorismo, coordinar futuras acciones para derrotar a esta lacra, intercambiar información para localizar a los terroristas y unir todos los esfuerzos para hacer frente a la mayor amenaza en materia de seguridad desde la caída del Muro de Berlín. ¿No será más fácil estar juntos en la lucha que ir por libre?
UN NUEVO CONCEPTO DE SEGURIDAD
Por último, como cuarto elemento a desarrollar, habrá que proyectar unos nuevos esquemas de seguridad, que implicarán, con toda certeza, un recorte en nuestras libertades y una merma en nuestro endeble Estado de Derecho. Los atentados de los años noventa en Israel, sobre todo contra objetivos civiles sin ningún valor militar, provocaron la aplicación de estrictas medidas de seguridad en todos los lugares, incluyendo bares y restaurantes, el desarrollo de una estrategia policial para hacer frente a los nuevos riesgos y el impulso a una cultura ciudadana que aunaba la colaboración de todos en la lucha contra el terrorismo y en la percepción de las potenciales amenazas en las calles israelíes.
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