Fary Moini, miembro de un Club Rotario en California, se prestó como voluntaria para cuidar a Yehia durante su estadía. Foto cortesía de SACH.
El pequeño Yehia tiene unos enormes ojos de color de chocolate. Su familia, refugiados afganos que viven en Pakistán, llaman al adorable bebé “Yaya”.
Yaya casi muere al nacer a causa de una serie de serios defectos en el corazón que los médicos en India y Pakistán no podían arreglar, o al menos no por una suma que la familia pudiera pagar.
Yaya es ahora un milagro de 16 meses de edad que camina. El 31 de julio cardiólogos pediatras de una organización israelí sin ánimo de lucro, Salvar el Corazón de un Niño (SACH por sus siglas en inglés), con sede en el Centro Médico Wolfson, en Holon, realizaron una compleja operación que duró ocho horas, pagada por donantes.
Yaya y su padre se están hospedando en alojamientos cortesía de SACH mientras el pequeño se recupera. Podrían regresar a Pakistán dentro de dos o tres semanas para conocer el nuevo hermano de Yaya, nacido justo antes de la operación.
Desde 1995, los médicos de SACH han operado del corazón a más de 4.000 niños de 51 países, totalmente gratis. Casi la mitad de los niños son árabes palestinos de Cisjordania y Gaza. Otros, como Yaya, viven en países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel, incluidos Irak y Siria. Hasta la fecha la organización no había tratado a ninguno de Afganistán.
Traer niños enfermos de países hostiles a Israel es complicado. En el caso de Yaya se necesitó de gente de varias partes del mundo con mucha determinación y gran corazón.
Entre y el miedo y la burocracia
Las preparaciones para la operación empezaron en abril cuando un primo de la familia en Afganistán que habla inglés se puso en contacto por medio de Facebook con su amiga Anna Mussman, que vive en Haifa.
Mussman, ahora jubilada, trabajó en Afganistán con el Departamento de Estado de los Estados Unidos en programas educativos y culturales. En la década de los 70 vivió en Haifa, a donde regresó después de jubilarse y enseñó inglés en un colegio de secundaria. Uno de sus estudiantes era Simon Fisher, ahora director ejecutivo de SACH, a quien le envió un correo electrónico inmediatamente con un informe médico sobre la situación de Yaya para que lo revisara.
Los médicos de SACH se mostraron de acuerdo para hacer la operación, pero, según le dijo Fisher a ISRAEL21c, “el padre estaba muy preocupado porque en los hospitales de Pakistán e India les habían dicho que era una cirugía de mucho riesgo. Temía por la vida de su hijo y también por venir a Israel”.
Mussman contactó a Fary Moini, miembro del Club Rotario del Triángulo de Oro de La Jolla, Calif., en Estados Unidos. Moini, que trabajó de enfermera de cardiología en Irán, participa en proyectos de ayuda en Afganistán que incluyen entrenar doctores para usar el dispositivo MobileODT, que diagnostica el cáncer cervical en mujeres. El dispositivo es hecho en Israel.
Moini, que no es judía, habló con amigos suyos que se pusieron en contacto con los padres de Yaya, que se mostraron de acuerdo. Regresó luego a Afganistán para poner en marcha la documentación y las pruebas médicas, para lo cual contó con la ayuda de la Embajada de Turquía en Kabul. SACH, una organización no gubernamental, se hizo cargo del resto con ayuda del gobierno israelí.
“Fue un esfuerzo conjunto entre nuestros Ministerios de Relaciones Exteriores, del Interior y de Defensa debido a las obvias circunstancias de seguridad que implica traer un niño de un país que no tiene relaciones diplomáticas con Israel”, dijo Fisher.
Juntos para hacer algo bueno
Otro obstáculo surgió luego: la madre de Yaya estaba embarazada y, por lo tanto, no podía acompañarlo. El padre quería hacerlo, pero necesitaba una mujer que le ayudara con el cuidado del pequeño. Sin embargo, no se pudo encontrar a nadie debido a las restricciones del gobierno afgano que prohíben que hombres y mujeres no casados viajen juntos.
“Así que le dije a Anna que contara conmigo”, dijo Moini a ISRAEL21c desde Holon, donde continúa cuidando a Yaya. Irónicamente, Moini nunca había cambiado un pañal antes, pero aprendió rápido.
Moini voló a Estambul desde San Diego, Calif., justo antes de Yaya y su padre –en la mañana después del golpe militar en aquella ciudad– y juntos continuaron el viaje.
Por medio de un antiguo compañero del ejército Fisher encontró a un israelí que habla pastún, uno de los idiomas de Afganistán, para que se comunicara con el padre de Yaya. El primo de Afganistán localizó también a un israelí que habla urdu, un idioma de Pakistán, y los dos se ofrecieron para ir al hospital para interpretar.
“Esta es una historia sobre gente de todos los ámbitos que se unieron para hacer el bien”, dijo Fisher. “El padre se encontró con que la gente aquí le ayudó mucho y le dio un recibimiento caluroso, y ahora puede verse que está mucho más tranquilo”.
La plantilla de SACH entrena continuamente cardiólogos de otros países y de los territorios de la Autoridad Palestina. Ya son más de 100 los profesionales que están salvando las vidas de niños en sus propios países.
La operación fue un éxito. “Está muy bien”, dijo Moini. “Está corriendo por todos los lados y comiendo. Estoy constantemente tratando de que gane un poco de peso para poder enviarle pronto a casa”.
La enfermera descubrió que su cumpleaños es el mismo de Yaya: 28 de abril.
“Estoy simplemente enamorada del niño; está lleno de vida y sonríe. Que Dios salve a SACH; Yaya habría muerto si no lo hubieran aceptado. Todo el equipo médico del Wolfson es increíble, desde el cirujano jefe, el doctor [Lior] Sasson, al resto de la plantilla y voluntarios”.
SACH cuenta con el apoyo de agencias, organizaciones de ayuda humanitaria e individuos en Israel y en todo el mundo, entre ellos el Programa Asociación para la Paz de la Unión Europea, USAID y la fundación alemana Ein Herz fur Kinder.
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