Por escalofriante que pueda resultar la idea de que los terroristas utilicen fuego en vez de explosivos, probablemente sea un error caracterizar lo ocurrido como una “intifada de los incendios” organizada. Además de la ayuda que Israel ha recibido de amigos como Estados Unidos, la Autoridad Palestina también envió equipos para apagar los fuegos que pudiesen propagarse a los territorios bajo su control, y ayudó a Israel a sofocar un incendio provocado en un asentamiento de la Margen Occidental. No hay pruebas de un esfuerzo incendiario coordinado por parte de Hamás o de Fatah. Más bien, al igual que la denominada “intifada de los cuchillos”, que Israel padeció a lo largo del año pasado (y que parece haber amainado), la voluntad de decenas de individuos de prender fuegos que dañaran a los judíos o destruyeran sus casas es el resultado de una cultura política palestina en la que se ensalza el odio y la violencia contra los israelíes.
Convendría que los líderes israelíes dejaran claro que los judíos no serán expulsados de su país ni con fuego ni con bombas. No es la primera vez que los palestinos utilizan el fuego como táctica terrorista, y probablemente tampoco será la última. Pero, si bien nadie debería subestimar la determinación de los israelíes de mantenerse firmes ante el terror, la lección de estas semanas es que el conflicto entre los dos pueblos sigue estando tan enconado que muchos árabes parecen seguir dispuestos a destruir el territorio antes de permitir que los judíos vivan en él en paz.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio
GENESIS 12;3 AMEN