Ojalá pudiese trasladarme al año 622 para convencer al por entonces malogrado profeta Mahoma que no tiene sentido alguno seguir tratando de educar a los paganos de Qureish en la Meca. Convencerlo, además, que la oferta de ser juez en la ciudad de Medina no le conviene en absoluto ya que hay un montón de personas deseosas de escuchar sus enseñanzas en un lejano país llamado… ¡Portugal! Allí se convertiría en un líder guerrero de renombre imponiendo la Shaarya por toda Europa. Europa sería la tierra santa del Islam (Dar el-Islam) y desde allí llegarían las enseñanzas a Brasil y a América Latina. En Brasil se desarrollarían, hoy, células islamistas que perseguirían a otros y no a los judíos en Israel. Seguro que en ese caso Dilma Rouseff no hubiese necesitado “llamar a consultas” a su embajador en Israel (lo que no hizo ni Jordania ni Egipto). Como un perro mojado tras la tormenta, se arrastrarían las autoridades de Brasilia ante nuestras puertas para rogarnos alguna “Cúpula de Hierro” que convenientemente pensamos desarrollar, simplemente como una “inversión a futuro”, ya que no teníamos en qué invertir el 14% del presupuesto anual que hoy destinamos a proteger a nuestras familias.
Ojalá pudiese trasladarme al siglo –VIII, para convencer al profeta Isaías que su visión que algún día llegaría una persona que sería pura de corazón, sabia, justa, suave pero invencible en su poder espiritual, quien motivado por su amor a toda la humanidad implantaría la justicia y la paz eterna en el mundo… Esa idea estaba muy bien pero, el suponer que esa persona santa iba a descender de la notable familia del Rey David era pretencioso y quizás contraproducente. Lo convencería que en el lejano Japón gobiernan reyes de suprema nobleza y justicia por lo que el Mesías debería nacer por allí. En Israel solamente se estudiaría y se escribirían tratados morales y Belén tendría fama mundial por su sensacional aceite de oliva. Nadie, nunca, acusaría perversamente a los judíos de haber matado a nadie y miles de mis hermanos se salvarían de la España inquisidora o de las cámaras de gas nazis. Las naciones del mundo sabrían sobre los judíos lo mismo que hoy saben sobre los holandeses en vez de considerar a Israel como el “judío entre las naciones”.
Ojalá pudiese trasladarme a 1945 para convencer a los fundadores de las Naciones Unidas que la idea de conformar una mesa de diálogo para promover la paz entre las naciones es fabulosa, pero que se debería considerar la posibilidad de conformar dos Asambleas Generales con diferentes funciones y poderes. Por un lado, se sentarían aquellos países que se esfuerzan y logran asegurar en cierta medida que el ciudadano pueda votar y expresarse libremente, en donde se cumplen las decisiones de los electos y en donde la justicia funciona eficientemente. Allí también se sentarían las naciones que defienden a capa y espada los derechos de las mujeres y las minorías. En otra sala aparte aparcarían las Venezuelas, las Qatar, las Arabia Sauditas, las Cubas, las Rusias y otros tantos países que en la actualidad se sienten con derecho de adoctrinar al democrático Israel sobre la mejor forma de defender los derechos humanos y el cumplimiento de las leyes de la guerra. Ojalá pudiese convencerlos que la idea de colocar a Irán como Presidente de la Comisión de Defensa de la Mujer en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU desprestigia a la ONU. Estableceríamos una cláusula por la cual las democracias siempre nos defenderíamos unas a otras y no como ocurre ahora en donde autoridades maléficas ni siquiera suspiran al abandonar a su suerte a la única democracia en Medio Oriente.
Ojalá pudiese trasladarme hacia el futuro para ayudar a inventar una máquina especial que midiese las verdades y mentiras que enseñan los “intelectuales” en algunas universidades occidentales. Por cada barbaridad histórica se verían obligados a pagar parte de su sueldo. Así, cuando un profesor en México dijese que los palestinos actuales son descendientes de los filisteos (que llegaron desde Creta y eran minoicos), o cuando un docente en España afirmase convencido que el conflicto entre árabes y judíos comenzó por el colonialismo y desde el Holocausto ya que “Israel se creó para compensar la matanza que hicieron otros”… O, cuando un especialista auto declarado explicase que “todo el conflicto es por la ocupación”, entonces, si esto sucediese, la máquina mágica les descontaría dinero que les obligaría a comenzar a respetar un estándar intelectual contrastado. Ayudaríamos a desarrollar una aplicación especial por la que los canales de televisión estarían vetados para éste tipo de granujas. Por supuesto, la máquina nunca permitiría que una persona así tuviese un espacio en Visión 7 de Argentina. La misma máquina podría servir para la cobertura mediática actual en el Medio Oriente pero sería contraproducente… La prensa manipula y ofrece tantas inexactitudes cuando se trata de Israel que puede… Muchos no cobrarían ni un céntimo y… ¿Quién estaría dispuesto a trabajar gratis en estos días que corren?
Ojalá pudiese trasladarme a la rebelión de Berkeley en 1964 o al mayo francés de 1968, para acercarme a la Nueva Izquierda y convencerlas que aquello que proponen es excelente siempre y cuando mantengan su brújula moral muy afinada. Los convencería que lo que estaban rumiando con respecto al Sionismo-Imperialismo es una idiotez fáctica y no es otra cosa que antisemitismo disfrazado, les diría que están equivocados al considerar a los árabes y a las dictaduras militares árabes como “el Tercer Mundo oprimido por Israel”, y a Israel como el “representante de la tecnología occidental y un lacayo del imperialismo”. Me llevaría conmigo a un tal Jean Paul Sartre que debería repetir en forma de sound byte una sola frase… “Israel es imperialista con sus kibutzim, y los árabes son socialistas con sus Estados feudales” y yo agregaría a coro con acento argentino un: ¿Ustedes están en pedo? Al convencerlos de esto evitaría que tras la caída del bloque soviético se crease una alianza contra natura e inmoral entre la “izquierda radical y el Islam radical”.
Ojalá pudiese no tener que escribir estas líneas. Ojalá pudiese no tener que enviar a mis hijos al ejército. Ojalá pudiese dedicarme a ser pastor o poeta de estrellas (como Shimón Peres). Ojalá pudiese no sufrir por las madres, los hijos y mis amigos caídos en combate y por las desarmadas familias palestinas presas de su fanatismo islamista. Ojalá pudiese no tener que justificarme ante amigos por declararme a grito pelado el ser un judío orgulloso 100% sionista. Ojalá pudiese pero no puedo. Lo que puedo y seguro haré es asegurarme que nunca más nos matarán sin dar batalla. Lo prometo.
AMEN, tengo 83 años, en los que me faltan por vivir quisiera poder decir que el Sr. Gabriel es amigo mio…