Cuando Avram Hershko era estudiante de posdoctorado en la Universidad de California, recinto de San Francisco, entre 1969 y 1971, hizo un inesperado descubrimiento que le merecería el Premio Nobel en Química en 2004.
Hershko, que es profesor del Instituto Technion-Israel de Tecnología actualmente, le dijo a ISRAEL21c que en ese entonces estaba interesado en examinar el mecanismo que causa la degradación proteínica en células vivas. Suponía que eso tenía que ver con la falta de energía pero, para su sorpresa, los experimentos que hizo revelaron lo contrario: las proteínas necesitan energía para desintegrarse.
“Fue pura carambola”, dijo.
Premio Nobel de Química
En vez de abandonar las investigaciones debido al inesperado resultado, él y un estudiante suyo del Technion, Aaron Ciechanover, dedicaron años a desentrañar el misterio. Averiguaron que para que la degradación proteínicas ocurra, una “etiqueta”, o marcador, llamada ubiquitina debe adherirse a la proteína, proceso que requiere energía.
“La lección es que uno debe seguir esa pista cuando descubre algo que no buscaba,” dijo el Nobel.
El azar, o sea descubrir algo que no so se estaba buscando, fue también responsable de las siguientes cinco innovaciones, entre otras que tuvieron lugar en Israel.
Plantas resistentes a las sequías
La aplaudida tecnología de Shimon Gepstein, biólogo de plantas, para la producción de arroz, trigo, remolacha, algodón, mijo y otros cultivos resistentes a las sequías nació cuando él y su equipo de laboratorio en el Instituto Technion-Israel de Tecnología, en Haifa, olvidaron regar unas plantas de tabaco que habían modificado genéticamente para un experimento que buscaba prolongar su período de crecimiento y vida útil.
Para sorpresa de todos, las plantas, ya secas, volvieron a la vida cuando se les regó después de varias semanas. De esa forma, pues, fue como Gepstein, ahora profesor emérito del Technion y presidente del Kinneret College de Galilea, descubrió que la hormona citoquinina aumenta la capacidad de la planta para resistir las sequías.
La tecnología fue patentada y la licencia cedida a una compañía agrotecnológica de California, que a su vez la transfirió a compañías de semillas, que venden en Estados Unidos y en el extranjero. En julio de 2013 obtuvo una patente en China, con lo que aumenta el potencial mercado para este inesperado descubrimiento.
Células solares sin silicona
El químico israelí Jonathan Goldstein encontró una novedosa forma de producir energía solar limpia y económica mientras experimentaba con dióxido de titanio para hacer que la pasta de dientes fluyera más fácilmente por un cepillo de dientes que había inventado.
La pasta que descubrió, blanca y económica, es sensible a la luz cuando se trata con un tinte absorbible, lo que le llevó a abandonar el proyecto del cepillo y tomar un nuevo rumbo.
3GSolar, compañía con sede Jerusalén, nacida en 2003 a raíz de ese descubrimiento, se concentra ahora en crear aplicaciones para células fotovoltaicas libres de silicona impresas en plástico.
Las células de 3GSolar rinden tres veces más que las fabricadas con silicona (material difícil de trabajar y de desechar), explicó Goldstein, y son adecuadas para el emergente Internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés) y el mercado de sensores. Un inversor chino comenzará a construir pronto una planta para producir los módulos de energía de la compañía.
Mensajes de texto desde los árboles
En el Instituto Volcani de Investigación Agrícola, en el Negev, al sur de Israel, se desarrolló un dispositivo programable que se conecta a las raíces de los árboles y envía un mensaje al agricultor cuando los niveles de agua bajan a cierto nivel o prende el sistema de irrigación por su cuenta.
Todo sucedió cuando el investigador Arieh Nadler estaba experimentando con un dispositivo para medir el contenido de agua y la conductividad eléctrica en las raíces. Se sorprendió cuando la salinidad del agua de irrigación aumentó, pero no vio cambios en los registros de productividad eléctrica.
Eran Raveh, otro investigador del instituto, y Nadler creen que el dispositivo puede ayudar a los productores de frutas a ahorrar hasta un 40% de agua. Los dos están tratando de obtener la patente y comercializar el producto.
Nuevo método de evaluar el cambio climático
En el 2009, profesor Colin Price, del Departamento de Ciencias Geofísicas, Atmosféricas y Planetarias de la Universidad de Tel Aviv, y un estudiante suyo, Yuval Reuveni, descubrieron por accidente que el observar tormentas eléctricas normales es una forma fiable y definitiva para medir la rotación del sol incluso cuando las manchas solares no son visibles.
Es un nuevo método que permite que meteorólogos, ecologistas y científicos espaciales estudien los efectos de las manchas solares en el clima y analicen la interacción entre el sol y la Tierra.
Otro descubrimiento inesperado sucedió en 2013, dijo Price, cuando él y un estudiante de doctorado, Israel Silber, utilizaron una sencilla antena de radio para medir las ondas de radio que regresan de la ionosfera a la Tierra. Observaron que las señales débiles parecían indicar mayores fluctuaciones de temperatura en la atmósfera superior, ofreciendo así un método nuevo y económico de controlar el cambio climático.
El doctor Shimon Harrus estaba tratando determinar cuánto tiempo necesitaban las garrapatas en la piel de un perro para transmitir la erliquiosis canina, una enfermedad que puede ser mortal. Pero durante el experimento encontró, sin querer, la primera vacuna del mundo contra esa enfermedad.
“Estaba utilizando bacterias que había cultivado en mi laboratorio, y de repente me di cuenta de que los dos perros del experimento no se enfermaban, y las garrapatas no se infectaban”, dijo Harrus a ISRAEL21c en 2013. “Luego realizamos un estudio de mayor envergadura y nos dimos cuenta de que algo importante estaba pasando”.
Los resultados que obtuvo Harrus y su colega, el doctor Gad Baneth, produjeron una vacuna contra la erliquiosis, cuya licencia fue cedida por Yissum, la compañía de transferencia tecnológica de la Universidad Hebrea de Jerusalén, a una firma brasileña. Harrus está trabajando en la comercialización de la vacuna.
Las revolucionarias nanopartículas inorgánicas de disulfuro de tungsteno de tipo fullereno, creadas en 1992 en el laboratorio del profesor Reshef Tenne en el Instituto Weizmann de Rehovot, se han hecho indispensables para la producción de aceites lubricantes, grasas, revestimientos, fluidos metálicos, polímeros y compuestos.
Menachem Genut, que fue parte del grupo que descubrió las nanopartículas y las sintetizó con éxito, dijo: “El disulfuro de tungsteno fue descubierto por casualidad. Estábamos trabajando en el instituto Weizmann en una tecnología para convertir la energía solar en electricidad, pero el resultado fue completamente inesperado. Descubrimos que esas partículas tienen propiedades muy interesantes: funcionan como excelentes lubricantes, tienen gran poder de absorción de impactos y son también semiconductores eficientes”.
ISRAEL LA CUNA DE LA CIENCIA GUIADA POR UN DIOS TODO PODEROSO Y MISERICORDIOSO